Unos 200.000 trabajadores, según la ministra de Sanidad, Ana Mato,
pueden estar obteniendo los fármacos de manera gratuita por estar
adscritos irregularmente a la cartilla sanitaria de un familiar
pensionista. El fraude —que permitía a estos asociados en activo
beneficiarse de las condiciones de gratuidad del titular de la cartilla—
se ha detectado con el cruce de datos entre Sanidad, Seguridad Social,
las mutualidades y las comunidades autónomas llevado a cabo para poner
en marcha el nuevo baremo de copago farmacéutico en función de la renta.
La actualización y revisión de esos datos no se hacía, según el
Gobierno, desde hace 11 años. Sanidad
asegura que ya ha enviado la información sobre estas irregularidades a
las autonomías, y que deben ser estas, que ostentan esas competencias,
las que decidan si imponen algún tipo de cargo a aquellos que
incurrieron en fraude. Un escenario que las autonomías, sin embargo,
todavía no han estudiado.
Sanidad tampoco ha calculado cuánto ha podido dejar de ingresar la
administración por esta anomalía, que ha revelado hoy la ministra de
Sanidad en un acto organizado por Europa Press y Farmaindustria.
Un error provocado por el mal funcionamiento de la gestión sanitaria y
por la falta de intercambio de datos entre administraciones. Hasta
ahora, una persona que nunca hubiera trabajado —menor de edad o no— o
que se quedara sin empleo o prestación podía obtener la tarjeta
sanitaria y, por tanto, recibir asistencia, inscribiéndose en la
cartilla de algún familiar: ascendientes o descendientes. La otra vía,
más compleja, es demostrar que se es una persona sin recursos. Así, el
sistema permitía que si el titular de la cartilla era pensionista, todos
los miembros adscritos a ella compartieran su condición.
El problema llega cuando ese beneficiario empieza a trabajar y se
convierte en un ciudadano en activo —que hasta el 1 de julio deben pagar
el 40% de los medicamentos financiados—, con derecho a cartilla propia,
pero sigue utilizando la tarjeta de beneficiario. Algo que a la
administración puede no haber detectado correctamente, según Ricard
Menéu, experto del Instituto de Investigación en Servicios de Salud.
“Durante demasiado tiempo, en muchas comunidades, una vez generada la
tarjeta sanitaria, no se ha revisado de manera sistemática la situación
que había dado en origen el derecho a tenerla”, afirma.
Sanidad, sin embargo, no ha querido señalar a las autonomías que no
han actualizado sus datos. Aunque una portavoz afirma que son “la
mayoría”. Fuentes autonómicas sostienen, sin embargo, que, aunque han
podido darse irregularidades muchas motivadas por la desactualización
temporal de datos, la cifra de la que habla Sanidad es demasiado grande;
también aseguran que para hablar de fraude la persona debe haber
utilizado el servicio. Algo de lo que Sanidad no tiene constancia. “Que
existan beneficiarios a los que no correspondía esa condición no
significa que hayan hecho gasto efectivo en fármacos”, argumenta la
portavoz del ministerio.
Juan José Rodríguez Sendín, presidente de la Organización Médica Colegial,
cree que la falta de una tarjeta sanitaria única para toda España ha
favorecido que se produzca está irregularidad. El presidente de los
médicos españoles asegura que existen ciudadanos adscritos como
beneficiarios de, por ejemplo, sus padres pensionistas en su comunidad
de origen y que, al empezar a trabajar en otra comunidad no pierden esa
tarjeta de beneficiario inicial que le garantiza la medicación gratuita.
“Como no hay cruces de datos entre autonomías, estos casos no se
detectan. Es urgente la creación de una tarjeta unitaria”, reclama. Algo
en lo que Sanidad y las comunidades ya trabajan.
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