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11 de mayo de 2013

Bloomberg se enfrenta a un escándalo de espionaje en Wall Street

Bloomberg tiene un problema, y puede llegar a ser serio. JP Morgan Chase y Goldman Sachs, dos de sus grandes clientes, temen que los periodistas de la agencia de noticias hayan utilizado la información privada que circula por los terminales que les vende para espiarles. Las grandes firmas de Wall Street tienen millonarios contratos con la empresa de Michael Bloomberg para utilizar su sistema.




De acuerdo con la información que está emergiendo sobre el caso, Bloomberg tendría capacidad para seguir la actividad que genera cada terminal con sumo detalle, hasta el punto de ver cuando un usuario en concreto entra y sale del sistema o las funciones que utilizan al operar los ordenadores. En el caso de Goldman Sachs, preocupa que pudiera ser la fuente de informaciones sobre el banco.
No es la única. También se sospecha que los periodistas de Bloomberg accedieran a información privada de empleados de JP Morgan durante el escándalo de la “ballena de Londres”. De hecho, fue el primer medio en dar la noticia de que la oficina en la capital británica registró pérdidas multimillonarias al apostar en deuda europea y en dar detalles del responsable de la operación.
Con su sistema, Bloomberg puede ver cuando un usuario en concreto tiene actividad o las funciones que utilizan al operar los ordenadores

Si se confirman las sospechas y los periodistas tienen capacidad de acceder a información de este tipo, eso podría cuestionar la manera en la que Bloomberg realiza los dos negocios o al menos llevarle a separarlos para evitar intromisiones de este tipo en el futuro. Los terminales se usan en el mundo financiero para seguir la evolución del mercado y para el envío de mensaje.

Michael Bloomberg, en la actualidad alcalde de Nueva York, creó Bloomberg LP hace tres décadas. La compañía es líder global en el negocio de la información financiera. Se calcula que con a sus terminales controla una tercera parte del mercado, según Inside Market Data Reference. Otro tercio lo controla su rival Thomson Reuters y el resto se lo reparten pequeñas firmas especializadas.

Bloomberg Professional Services cuenta con 315.000 abonados en todo el mundo, que intercambian unos 200 millones de mensaje diarios. A esto se le suman los 5.000 artículos que distribuye a diario la agencia. Es una verdadera masa de datos. El grueso de los ingresos de Bloomberg LP le llega a través de esas terminales, dinero que a su vez le sirve para financiar su agencia de noticias.

14 de julio de 2012

Trafica que algo queda

La red de tráfico de datos desarticulada recientemente por la policía en la Operación Pitiusa manejaba un “ingente” volumen de información, según consta en el sumario que instruye un juzgado de Barcelona y al que ha tenido acceso EL PAÍS. La trama tenía comprado a un ejército de informadores en Hacienda, Cuerpo Nacional de Policía, Guardia Civil, Instituto Nacional de Empleo, el catastro, la Seguridad Social, Sanidad, Hacienda vasca, Tráfico, Registro de la Propiedad, juzgados, entidades bancarias, compañías eléctricas, empresas de alquiler de coches, agencias de viaje, compañías aéreas, Movistar, Orange e, incluso estaban a punto de conseguir un infiltrado en Visa y otras firmas similares.

La Unidad Territorial de Seguridad Privada de Barcelona inició en mayo pasado una redada que hasta el momento se ha saldado con la detención o imputación de unas 150 personas. Gran parte de ellas son detectives privados que habían tejido una inmensa telaraña de la que formaban parte decenas de funcionarios de la Administración central y autonómica, así como empleados de empresas que manejan datos personales.

Así funciona la red de tráfico de información

Otra pieza clave en la organización es Matías Bevilacqua-Brechbuhler Trabado, un ingeniero informático, Ceo de Cflabs, un hábil hacker, capaz de penetrar en cualquier ordenador y piratear todo su contenido. Este hombre ha trabajado para el Centro Nacional de Inteligencia (CNI), según ha confirmado a la policía el propio servicio de espionaje. 

Contaban con tan buenos informantes que incluso algún soplón les alertó en diciembre pasado de que la policía estaba tras sus pasos. Así, en el sumario consta la transcripción de una llamada en la que uno de los sospechosos habla con otra persona y le avisa: “Al loro y calladita... A mí me acaban de llamar y me han dicho que iba a haber... A mí lo único que me ha llegado es que va a haber algo. Cuidado con los aparatos y con todo. Va a haber algo. Seguro al cien por cien”.

En otro pinchazo telefónico, otros dos implicados se avisan mutuamente de que la policía prepara “una movida muy gorda a nivel nacional” y deciden empezar a destruir pruebas y a borrar los indicios incriminatorios que tengan en los discos duros de sus ordenadores.

Según fuentes de la investigación, todavía no han podido averiguar quién dio el chivatazo a los detectives implicados en la trama. No obstante, consideran que se trata de un hecho “muy grave”, que, de confirmarse, probaría que la red contaba con un infiltrado próximo a los encargados de las pesquisas.

Un informe de la Unidad de Delincuencia Económica y Blanqueo de Capitales resalta: “Los detectives de turno o intermediarios cuentan con un capital humano captado en puntos estratégicos de la Administración, a través de servidores públicos que a la postre se prestan a actos de corruptela menor, o en entes privados como operadores de telefonía o entidades bancarias con empleados infieles o la colaboración de expertos en informática forense”.

El mismo informe agrega que los informantes de la trama “se prestan a ello a cambio de sustanciales prestaciones económicas, que los peticionarios pagan gustosamente al tratarse de datos confidenciales de primera mano... Los clientes llegan a abonar hasta 30.000 euros por un informe completo sobre la posición de una empresa concreta en el mercado”.

Un dato que permita conocer dónde trabaja un ciudadano cuesta 50 euros; un historial laboral, 100 euros; una declaración de renta, entre 2.500 y 3.000 euros; un informe de Hacienda sobre las relaciones de una empresa con sus clientes vale 3.000 euros.

Este obsceno tráfico ilícito de datos “supone un negocio con gran rentabilidad para todos los miembros de la red, dado el volumen de datos que comercializan”, afirma un informe policial. Y añade: “Quienes mayores rentas obtienen son los intermediarios de primer o segundo grado, al ser expertos en la gestión de este tipo de negocios y ser conocedores de las necesidades [de información] que tienen los detectives, empresas de informes comerciales, abogados, etcétera”.

Al existir a veces hasta tres o cuatro intermediarios, la cantidad inicial abonada por el cliente se va fragmentando hasta llegar al último eslabón de la cadena (el funcionario o empleado que facilita los datos). A título de ejemplo, en el sumario se cita a la detective Sara Dionisio, que cobra a un cliente 6.000 euros por un perfil tributario que le facilita un funcionario que percibe por ello 310 euros.

En la investigación judicial se menciona también al detective Juan Antonio Rama, alias Juanito, del que se dice que solo en nueve meses de 2001 llegó a tener unos ingresos superiores a 100.000 euros, aunque posiblemente no todo ese dinero proceda de esta actividad y, además, quizás haya que descontar las tarifas que debería abonar a sus confidentes. Rama, según el sumario, “ocupa un escalón superior en la trama de comercialización de información, informes comerciales, obtención, cesión y venta de datos reservados de carácter personal, con fines lucrativos con una trascendencia desmedida”.

En las actuaciones judiciales no figura ningún cálculo sobre el volumen de datos e informes con los que ha podido traficar esta red a lo largo de los años que llevaba operando. Sin embargo, es indicativo que, por ejemplo, uno de los captadores de información acordó con uno de sus suministradores —un funcionario público— que le facilitara 500 datos diarios. De haber sido realidad este encargo, eso supone que ese confidente manejó en un mes más de 10.000 informes.

Los implicados en la trama son plenamente conscientes de que su actividad vulnera el Código Penal. En una conversación telefónica pinchada por la policía, uno de los comerciantes pide calma a su cliente porque no puede presionar a la funcionaria: “Hay mosqueo muy gordo. Ella tiene su trabajo. No se va a jugar su puesto de trabajo por las prisas que le metemos. Me dice que tiene tres niños y que, si la pillan, va a la puta calle. No vamos a quemarla ni a que nos la pillen”.

En el sumario tampoco consta un cálculo de cuántas personas han sido espiadas por esta red. Pero sí queda en evidencia que entre ellas hay desde trabajadores a directivos de empresas, enfermos, deudores de hipotecas, inmigrantes. Hasta Telma Ortiz, hermana de la princesa Letizia, cuyos datos de tipo laboral fueron solicitados por una persona hasta ahora no identificada.

Ninguno de los 150 implicados está en prisión porque los delitos que les imputan están poco penados, según fuentes policiales. Algunos de ellos están defendidos por abogados penalistas tan prestigiosos como Fermín Morales, Judit Gené y Jordi Bertomeu García.

El sumario recoge centenares de conversaciones telefónicas entre los detenidos, sus intermediarios y clientes en las que se evidencia de forma palmaria la compra y venta de información confidencial y privada. La investigación arrancó con el seguimiento del exdetective Sergio Corcoles, de 36 años, que dejó su actividad para convertirse en policía local en Santa María Palautordera (Barcelona).

Una conversación que figura en el sumario al que ha tenido acceso EL PAÍS entre la detective Sara Dioniso García y Matías Bevilacqua-Brechbuhler Trabado, un informático, presuntos colaboradores de la red de tráfico y venta de datos es muy reveladora. Hablaban sobre cómo obtener diversos historiales de las sociedades Cater Eventos y Vivencia. En función de los datos que obtuvieran, los utilizarían para la carta de despedido del “investigado”.
Previamente, Yolanda había informado a Sara de que tenía copia de todos los documentos del investigado, que se lo han descargado de su ordenador y que pueden ir a realizar copias.

—Matías: “He oído que lo habían descargado el correo con una especie... o sea que han hecho el plan b... se lo han pasado a otro usuario... si el único acceso que le han habilitado es un webmail no vamos a poder descargarlo”.
—Sara: “Desde su ordenador tienes acceso”.
—Matías: “Pinchamos un Outlook, lo conectamos vía imap. hacemos una réplica en local, podemos probar a descargarlo desde el despacho y si funciona ya no tenemos que hacer nada más, quedamos para ir allí...”.
—Sara: “Si recuerdas eran 1.800 euros por PC, en el dos y en tres hemos dedicado menos horas”.
Las primeras conversaciones que intervino la policía al exdetective Sergio Corcoles, la primera pista que condujo a toda la red que dirigía Juan Antonio Rama, Juanito, ya apuntaban a la compra y venta de datos confidenciales.
El 25 de mayo de 2011, Aureli Reberté Villagrán telefoneó a Corcoles.
—Aureli: “Es que yo he mirado en base de datos, en censo y me sale en Viladecans... y vehículos a su nombre...”.
—Sergio: “Bueno, pásame el DNI. Recuérdame el DNI por whatsApp pues según como me envías el DNI...”.
El 3 de junio de 2001, Sergio Corcoles llamó a un tal Ros y le dio el número de la cuenta de Aureli.
—Sergio: “Mire; veintiuno, cero, cero, tres, dos, cinco, siete, siete, cero, dos, dos, cero, cero ocho, dos, cuatro, ocho, siete...”.
—Ros: “Vale, está a nombre de Aureli Reberté... Si el trabajo es bueno, el que habéis hecho vale”.
El cliente le anuncia que en el futuro le hará más encargos de investigación. “Sí, en Mercabarna, en Mercabarna, te daré faena, verás”.
La policía señala en sus informes que estas conversaciones son “una pequeña muestra” de la conducta típica de Corcoles. “Nos encontramos, sin duda, ante el origen de una red de mercadeo ilegal de datos personales de carácter reservado”, apuntaron entonces los agentes.
Los contactos entre la detective privada Isabel Sesma Corchete, con despacho en Zaragoza, y Rafael Palencia son también muy elocuentes. Isabel envía dos SMS a Rafael solicitando datos asociados a tres teléfonos, dos Azul de Movistar y uno Naranja de Orange y posteriormente Rafael le contesta por correo electrónico y le pide presupuesto para un movimiento de una cuenta en el BBVA.
Según la policía, la detective, además de ser cliente de Rafael, actúa también de intermediaria en la obtención de datos bancarios.
Isabel envía una SMS con el siguiente texto: “636651114, azul titular, se puede hacer algún descuento”.
—“Hola Rafa, te solicito naranja completo 657181324 mes de agosto y azul titular 609361236”.
—Rafael le responde: “Hola Isabel necesito un mes de movimientos de una cuenta del BBVA. Dame precio”.

18 de junio de 2012

La actual tesorera del Barça fue espiada por la compra de una constructora

La Operación Pitiusa, en la que se ha descubierto la mayor red de tráfico de datos de Europa, sigue deparando sorpresas: uno de los cerebros de la trama, Juan Antonio Rama, alias ‘Juanito’, había conseguido obtener expedientes confidenciales de Hacienda relacionados con Susana Monje, actual tesorera del FC Barcelona y presidenta del Grupo Essentium, una constructora con más de 45 millones de capital social que es la cabeza de un imperio que factura casi 1.000 millones de euros al año.

A pesar de su cargo en el club azulgrana, Susana Monje tiene su cuartel general instalado en la localidad madrileña de Villaviciosa de Odón. En octubre de 2009, la familia Monje decidió comprar a la familia García Pozuelo la Constructora Hispánica, cuyo negocio comenzaba a resentirse después de haber salido salpicada por el caso Gürtel.

En septiembre pasado, Essentium Grupo cambió la estructura de la empresa y Susana Monje pasó a presidir la compañía, al tiempo que asumía las competencias de consejera delegada. Pero también comenzó a revisar la compra de Constructora Hispánica (que ahora opera bajo la denominación de Assignia Infraestructuras)  porque no cuadraban los números: sospechaba que, en lugar de 1,8 millones de beneficio en el 2008, había tenido 13 millones de pérdidas. A finales de 2011, los Monje se querellaron por fin contra los García Pozuelo.

En ese contexto, algunos intermediarios de la trama de compraventa de datos confidenciales extrajeron de los archivos de Hacienda documentación sobre Essentium, concretamente un informe con dos modelos 347, es decir, con las operaciones a terceros que la compañía de los Monje ha realizado en los últimos años. Estos informes son los más codiciados del fisco y los más difíciles de obtener. En conversaciones intervenidas, ‘Juanito’ habla también con un intermediario de Barcelona, Ángel Benítez, sobre otras consultas de los modelos 390 y 340, es decir, sobre declaración anual del IVA y la declaración de los libros registros.

Los informes de Essentium fueron enviados al cerebro desde una fotocopistería de Bilbao. ”Uno de los servicios que damos es la posibilidad de enviar correos electrónicos y faxes, por lo que no sabemos quién pudo haber enviado esa documentación. Evidentemente, que el remite del correo puede ser el de nuestra empresa, pero en realidad lo puede haber enviado cualquiera de nuestros clientes”, señaló a El Confidencial la propietaria de la copistería. Lo cierto es que la documentación salió de este local, por lo que no queda prueba sobre quién lo sacó físicamente de las dependencias de Hacienda y, luego, ‘Juanito’ la hizo llegar a Barcelona, al otro intermediario.

La historia adquiere, a ratos, tintes de la más genuina novela negra, porque Benítez utiliza para sus comunicaciones un teléfono a nombre de Psja Tejer, un extranjero residente en Barcelona, y otro a nombre de una mujer, Águeda B., que podría ser su compañera. Durante los primeros días de noviembre, Juanito y Ángel continúan hablando sobre el tema de Essentium, de documentos confidenciales, de datos de una tarjeta Visa de la empresa, asociada al Barclays, e incluso de gestiones en Andorra. Según algunas fuentes consultadas por este diario, Benítez, el receptor final de la documentación sobre Essentium, podría ser un exguardia civil que ahora se dedica a tareas relacionadas con la investigación privada. De lo que todavía no existe constancia es del destinatario final de los informes fiscales.

El censo de toda España

El sumario revela que no hay recoveco administrativo que se les resista a los miembros de la trama. Las investigaciones descubren, por ejemplo, que un detective llamado Juan García también forma parte de la trama y “maneja una base de datos del censo de toda España”. Fuentes del sector señalan a este diario que, periódicamente, aparecen en el mercado negro actualizaciones del censo que se venden a precios elevados.

Pero no se queda ahí la cosa. Tomás Ripoll, a quien también se considera uno de los cerebros de la red junto a Juanito, llega a decir por teléfono a un cliente, el pasado 8 de octubre, que ha conseguido el último grito en expedientes confidenciales: “Tengo otra cosa que no te he comentado: es toda la gente que tiene ayuda de dependencia, con nombre y apellidos y DNI. Yo te digo en qué geriátrico están ingresados”. Una información que, bien administrada, puede reportar unos cuantiosos beneficios.

8 de mayo de 2012

Detectives privados y una tienda de espionaje caen en una red de venta de datos

Sus datos pueden estar en manos de su enemigo y usted ni se ha enterado. Es muy fácil. Un funcionario de cualquier rama de la Administración, con acceso a bases de datos privados, o el empleado de una empresa de telefonía o un servidor de Internet puede caer, en cualquier momento, en la tentación de vender esa información. Y eso es lo que ha estado pasando durante los últimos años.

El Ministerio del Interior acaba de detener a más de 70 personas acusadas de formar parte de una gran red española de tráfico de datos. Así lo confirmó ayer el ministro Jorge Fernández Díaz durante una visita a la Escuela de Policía de Ávila. Es, pues, la mayor red dedicada al tráfico de información desarticulada hasta la fecha. La mayoría de los detenidos son detectives privados, pero también hay tres empleados del Inem, abogados, gestores, empleados de telefonía o guardias civiles.

La investigación comenzó cuando se detectaron informes de despachos de detectives con datos confidenciales de ciudadanos y empresas. La mayoría de estos despachos tenían su sede en Barcelona y de ahí que fuese el juzgado de instrucción número 17 de esta ciudad el que se hiciese cargo del asunto, que se encuentra actualmente bajo secreto de sumario. Entre la información que se compraba la red figuraban listados de llamadas telefónicas recibidas y emitidas, domicilios, historiales laborales, datos fiscales, propiedades, matrículas de vehículos a nombre de personas o empresas, multas de tráfico o antecedentes penales.

Según Fernández Díaz, algunos detectives o algunas personas que trabajaban en seguridad “entraban en connivencia, en cohecho, con funcionarios de las Administraciones que tenían acceso a los datos”. Pero, por si fuera poco, algunas de las informaciones obtenidas eran utilizadas para realizar informes comerciales o personales y con ellos se hacían “chantajes y coacciones” a los investigados

Como consecuencia de ello, según ha podido conocer El Confidencial, ha sido detenido Josep C., gerente de una empresa de Barcelona dedicada a la venta de aparatos de espionaje (que no tiene nada que ver con la franquicia La Tienda del Espía). Se da la circunstancia de que esta empresa también suministra aparatos a las propias Fuerzas de Seguridad, tanto a la Policía Nacional como a la Guardia Civil o los Mossos d’Esquadra. Además, esta compañía fue pionera en suministrar pequeños helicópteros guiados por control remoto destinados a paparazzi, así como a comercializar los últimos métodos de escuchas que se presentan en las ferias internacionales de seguridad.

No era una inspección normal

Además, un buen puñado de detectives han sido también arrestados por comprar información confidencial. “La Policía llamó como si fuese a realizar una inspección normal. De este modo, se aseguraba que tanto el titular del despacho como la mayor parte de su personal se encontraría en él. Pero, en realidad, no iban a practicar ninguna inspección, sino que iban directamente a detener a los detectives. Fue una operación muy bien calculada”, dice a este diario un profesional de la investigación de Barcelona.

Vicente C., ex guardia civil y actualmente detective, y Carles B., investigador privado son otros dos detenidos en Barcelona, provincia donde cayeron una cuarentena de miembros de la red. Entre ellos, tres empleados del Inem que trabajaban en la delegación de Badalona y que, presuntamente, sacaban información confidencial sobre los domicilios, historial laboral y situación financiera de ciudadanos. En Valencia, fue arrestado el detective Vicente P., mientras que en Jaén se arrestó a un guardia civil de nombre Ángel y en Vitoria corrió igual suerte otro miembro de la Benemérita.

La denominada Operación Pitiusa comenzó hace casi un año y se ha desplegado por 20 provincias, en las que se han efectuado 43 registros como consecuencia de los cuales se arrestó a, al menos, 73 personas, aunque algunas fuentes señalan a El Confidencial que este número puede verse ampliamente desbordado. Aunque el mayor número de detenidos y de registros se produjo en Cataluña, también ha habido arrestos en Madrid, País Vasco, Galicia, Valencia, Andalucía, Cantabria, Castilla y León, Castilla-La Mancha, Murcia y Cantabria. Las acusaciones que penden sobre los detenidos son las de intrusismo profesional, cohecho, revelación de secretos y blanqueo de capitales.

Fuentes conocedoras del caso señalaron a este diario que esta red no operaba “como la típica red estructurada piramidalmente”. Es decir, no existía como organización jerarquizada, sino que operaba como una tela de araña con trasvase de información de manera horizontal. “Por ejemplo, si un abogado o un gestor tenía un cliente que quería un informe completo de un rival empresarial, de un socio, de un empleado o de un cónyuge, encargaba el caso a un despacho de detectives. Éstos, a su vez, se encargaban de realizar un rastreo por las bases de datos públicas o hacían un seguimiento físico, con cámaras de vídeo. Pero, en ocasiones, echaban mano de datos confidenciales. Por ejemplo, podían obtener la lista de llamadas telefónicas realizadas o recibidas por el investigado. Y esta información la compraban a empleados de empresas de telefonía. O también se hacían con el historial de la persona en cuestión a través de las bases de datos del Inem. Y eso es completamente ilegal”, explican las fuentes consultadas.

10 de marzo de 2012

Espías, grabaciones y documentos triturados asaltan los despachos andaluce

La política andaluza se ha convertido en un escenario de conspiraciones en el que el espionaje es ya una actividad habitual. La posibilidad de que el PSOE pierda el poder en las elecciones del 25 de marzo ha provocado una rebelión en los despachos de la Junta donde los funcionarios sacan bolsas con documentos que han pasado por la trituradora, para llevarlos a la sede del PP, y otros graban conversaciones o entregan actas oficiales que después aparecen en manos de la oposición.

La política andaluza y el ritmo de los acontecimientos están en manos de espías. La situación sólo tiene un precedente en el episodio que se vivió hace una década, cuando lo que estaba en juego era el control del sistema financiero de Andalucía. Entonces, se denunció un presunto caso de espionaje a Juan Manuel López Benjumea, presidente de Caja San Fernando, que se resistía a aceptar las instrucciones del PSOE para forzar la fusión con El Monte, cosa que se produjo después derivando en Cajasol. 

En aquella ocasión, las acusaciones apuntaban a que el entorno de Chaves y su mano derecha, Luis Pizarro, habían encargado presuntamente a un investigador que siguiera los pasos de Benjumea. Se produjo incluso la desaparición de un vídeo en el juzgado que instruía el caso, en el que aparecían imágenes del espía que seguía al presidente de la Caja San Fernando.

El 'espía' que se llevó el pen-drive de IDEA

Lo que se juega ahora en Andalucía es el control político de la mayor comunidad autónoma de España, en la que el PSOE se enfrenta a su propia supervivencia como partido influyente. El primer caso de presunto espionaje se ha resuelto con una sanción de la Junta a Manuel Blanco Montenegro, un antiguo directivo de la Agencia IDEA, epicentro del escándalo de los ERE falsos, al que se acusa de pasar al PP documentación sensible, sobre la que tendría responsabilidad de custodia como alto cargo de la Agencia.

El Gobierno de Griñán empezó a sospechar de Manuel Blanco cuando el secretario general del  PP, Antonio Sanz, mostró unas actas de la agencia IDEA y del Instituto de Fomento de Andalucía, IFA, en una sesión parlamentaria. ¿Cómo llegaron aquellos papeles a manos de Sanz? La Junta investigó y dio con lo que cree que es la clave: Manuel Blanco copió, supuestamente, en un pen-drive documentos confidenciales de la Junta para pasárselos al PP.

El PP ficha al 'espía' para que gestione la cueva del escándalo

Las sospechas las agravó el hecho de que Blanco pidiera excedencia en IDEA para ser fichado poco después como gerente de Mercasevilla, precisamente la empresa pública dependiente del Ayuntamiento que preside Juan Ignacio Zoido, y que fue el origen del caso de los ERE. Se cerraba así un círculo que provocó un grave nerviosismo en los despachos del Gobierno de Griñán. El supuesto espía de IDEA pasaba a controlar la cueva donde nació el escándalo después de haberse llevado copias de actas oficiales.

El caso, que esta semana se ha cerrado con un expediente a Blanco por parte de la Junta, donde además se le inhabilita para ser contratado por la Administración autonómica, no es más que un episodio en el río revuelto de la política andaluza, que ha culminado, de momento, con la grabación de cintas por parte de un alto cargo de Invercaria, Cristóbal Cantos. Este ex director de Promoción de Invercaria llevaba ya desde hacía un año temiéndose lo peor, es decir, que las circunstancias le obligaran a tener que cubrirse

Los jueces le seguían los pasos a la Junta, la Cámara de Cuentas emitía informes con irregularidades difíciles de justificar, las presiones de los responsables políticos de las empresas públicas eran asfixiantes y no sólo en los departamentos que han saltado por ahora a la luz pública. Y Cantos se cubrió para evitar que le obligaran a formar parte de “nuestra gente de confianza”, “ése es de los nuestros”, como se suele decir en el entramado de la Junta cuando se trata de maniobrar con asuntos sensibles.

La ofensiva puesta en marcha por el PSOE contra el ex directivo de Invercaria pasa incluso por el plano personal. Se le acusa de ser hijo de Cristóbal Cantos, un histórico dirigente de Asaja, natural de Jerez, a quien se le imputa ser asesor de Arenas en materia económica. 

Los 'espías' trasladan bolsas de documentos triturados

Pero estos episodios no son más que hitos mediáticos de una rebelión interna en la que los funcionarios empujan para que se produzca un cambio político con el que poder zafarse del control de los comisarios del PSOE. El secretario general del PP, Antonio Sanz, tiene su despacho de la sede del partido lleno de bolsas con papeles de la Junta triturados. Hay funcionarios que se los llevan para que vea qué está pasando en el Gobierno andaluz. Y Sanz los cuelga de la página web de su partido para que la gente compruebe que no miente.
A la sede del PP llegan miles de documentos, cartas anónimas, chivatazos, pistas y cintas para que el partido de Arenas tenga material con el que derribar al régimen. El género es elaborado y contrastado después, y a partir de aquí, el PP abre un proceso que empieza con la filtración controlada de la información y las consiguientes reacciones de los líderes del partido. Es posible que hoy no haya en Andalucía un político con más información que Sanz, que reporta permanentemente a Arenas, y controla como nadie el plano mediático, la cadencia de la información en las terminales mediáticas y las reacciones.

Funcionarios contra comisarios políticos

Detrás de este proceso hay cientos de funcionarios que se mueven con el vértigo de quienes creen que el PSOE está al borde de su propio precipicio. La Administración andaluza vive hoy en un estado de tensión permanente. Los funcionarios de carrera, agraviados por el intento de meter de rondón a más de veinte mil contratados en la Junta, han dejado de tenerle miedo a unos ‘comisarios políticos’ del partido agobiados ante la posibilidad de que en menos de un mes pasen a engrosar las colas del paro. Es más, hay gente que se mueve en lo que se llama la zona de los tibios, que han estado cerca del PSOE pero que aspiran a mantenerse cobrando de lo público, y que también están dispuestos a ‘pasarse al otro lado’ a cambio de garantías de continuidad.
Lo que se juega en esta Andalucía, cuyo ritmo se mueve hoy empujado por documentos confidenciales y grabaciones en un macabro baile de espías y comisarios, es un cambio de poder que no sólo se limita a la Junta, sino a todos los circuitos que conectan con el Gobierno andaluz: desde el financiero al social, pasando por el universitario, cultural y hasta el folclórico. Y en esta batalla, la Junta es un campo de batalla en el que se mueven comisarios, submarinos, topos, espías y mercenarios dispuestos a vender su alma para seguir siendo útiles a los que vengan. Han confundido el Guadalquivir con su particular Jordán.

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