6 de diciembre de 2012

Anatomia de la estafa


El estafador es bien difícil de evadir cuando selecciona a una víctima (o “el blanco”, de acuerdo al argot anglosajón). Y es que cualquier estafa generalmente se basa en la buena fe que muestra la mayoría de las personas o en alguna debilidad detectada en el individuo por esquilmar. Porque seamos honestos, ¿quién no las tiene?

Mas al embaucador no le basta con las comunes bajas pasiones que pueda descubrir en su “blanco”, tal como las ansias de dinero, de poder, de sexo, etc. Asimismo buscará puntos de penetración en las virtudes o preferencias culturales de su futura víctima. Son instrumentos  muy útiles para llegar, de manera cómoda y segura, a la intimidad con el individuo o grupo seleccionado para la manipulación y el timo.

Esto lo puso en práctica el mismo Adolph Hitler, un gran manipulador.  En la plenitud de su poder absoluto, a mediados de los años treinta, personalmente elaboró el cuestionario sobre las debilidades humanas que debía servir de guía a sus servicios de Inteligencia para detectar las victimas a reclutar mediante chantaje para que sirvieran de espías y delatores.

Mas, ¿quién es, realmente, un estafador?

El perfil psicológico de cualquier estafador lo define, en primer lugar, como un individuo de moral muy baja o una falta de escrúpulos absoluta. Esa es su primera gran característica, la que le otorga una tremebunda ventaja sobre las personas que sí poseen atributos morales.

Su segunda característica, que quizá sea resultado de la primera, es un enorme ego o narcisismo rampante. Esto los convierte en tarados emocionales, incapaces de sentir piedad o simpatía por los demás o culpabilidad por el daño que provocan. También les hace percibir una imagen distorsionada de las personas. No las ve como seres humanos, sino como dispositivos de los cuales servirse desenfadadamente, a veces en varias ocasiones.

Y si a los dos rasgos anteriores le sumamos una inteligencia clara y perspicacia, estamos ante una temible máquina insensible. Individuos así son capaces de hacer mucho daño entre las personas corrientes.
Por supuesto, su objetivo más concreto es quitarles algo a sus víctimas. Mas a algunos lo que les da gran motivación es la manipulación en sí, el poder que consiguen sobre las personas cuando fatalmente las seleccionan y logran hacerse de su confianza.

Por suerte, lo que más abunda es el aislado fullero de poca monta. Pero en múltiples ocasiones, los estafadores se organizan en bandas, con especialidades diversas dentro de estafas bien concebidas. Básicamente, son unas pocas estratagemas, aunque con infinitas variantes, fundamentadas todas en la promesa de una ganancia cuantiosa e inmediata para los crédulos ahorristas e inversores. Así logran hacer efectivo el robo de sumas increíblemente cuantiosas. Los sonados escándalos financieros del consorcio norteamericano Enron o el caso Madoff son ejemplos contundentes.
 
Quién puede ser  víctima de una estafa? Prácticamente cualquiera. El estafador utiliza todas las características de las personas, lo mismo defectos que virtudes, para hacerlas caer en su trampa.
Henry Gondorff, un notorio estafador norteamericano de finales del siglo XIX y principios del XX (es el personaje que interpreta Paul Newman en el muy galardonado film de George R. Hill The Sting, de 1973), decía que sólo un hombre cabalmente honrado estaba exento de ser pan comido en una buena estafa.
La buena fe y confianza en el prójimo, así como la perspicacia, astucia e inteligencia para ver la oportunidad de lo que parece un buen negocio en perspectiva, con una ganancia inusual, son los instrumentos que con total desparpajo utiliza el estafador para camelar a su víctima. O le crea la confianza de que le está haciendo un favor desprendido, o le da la oportunidad de hacerse “rico” de un golpe de fortuna que nadie ha tenido sino en muy raras excepciones.

¿Qué hacer entonces?

Nunca está de más un sano escepticismo. Estos sujetos son muy manipuladores y agradables de tratar. Inspiran confianza. Pero cuando uno de ellos propone una fácil fortuna o una ventajosa adquisición, se sabrá si viene con malas intenciones en cuanto deje caer la necesidad de alguna donación o el adelanto de una modesta suma. A veces hasta sacrifican una cantidad de dinero a la espera de que usted se lo devuelva para crear el compromiso moral. O a veces es lo contrario, devuelven con prontitud e intereses la cifra que usted imprudentemente les concedió en préstamo. Esto sólo lo hacen cuando se aprestan a buscar una tajada mucho mayor. Como enseguida empezarán a dar referencias de conocidos y de direcciones de empresas que representan, trate discretamente de comprobar esos datos por una fuente ajena a la que ellos mismos le suministran. Esta es una manera muy segura de comprobar la falsedad de la personalidad que asumieron para tratar de engañarle.

Lo peor es cuando la víctima no se da cuenta de que lo estafaron y el delincuente lo convence de que el desastre de la pérdida fue debido al azar. Es entonces que  el estafador se afila los colmillos, se cuelga de su víctima y no se detiene hasta dejarlo seco y en la ruina.

Un buen consejo final

Desconfíe de las oportunidades increíbles, el exitoso inversionista que le saca el 50% anual a sus inversiones, la oportunidad de oro que nadie vio. Esas cosas ocurren sin duda, pero muy excepcionalmente. ¿Cuántos barcos con tesoros hay hundidos en los mares en los últimos quinientos años? ¿Miles? ¿Y cuántos se encuentran? ¿De cuántos casos de herederos únicos de una gigantesca fortuna usted se ha enterado en la prensa? ¿Por qué habría de tocarle a usted ser el ganador de una “lotería” internacional  de esas que tanto lo anuncian ganador por Internet, y de la que nunca oyó hablar o jamás compró un boleto? ¿De donde salió el dinero? ¿Y qué probabilidad hay de que usted gane tal suma de gratis? ¿Cuándo le ocurrió algo parecido?
Parecen verdades de Perogrullo, pero es bueno recordar estas preguntas o alguna otra que ponga en duda lo que de repente le cayó del cielo. Sea sana y discretamente escéptico, no crea de primeras lo que le dicen con aplomo que va a ser su fortuna. Nadie como usted para saber lo que puede perder.

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