“A mis hombres y mujeres no les va a faltar nunca de nada”. Juan José Prados del Pino,
presidente del Grupo Esabe, repetía esta frase hasta la saciedad. Sus
“hombres y mujeres” son sus empleados, los más de cuatro mil
trabajadores a los que adeuda desde hace año y medio más de 50 millones
de euros entre salarios y horas extras.
Hoy, con la cúpula de su empresa detenida, incluyendo a su hijo Javier, su paradero es un misterio.
Portugal, Argentina, Francia, Suiza… varios son los países que se
barajan como posible escondite. Sindicatos y empleados saben desde hace
tiempo que huyó: “En España no está”. Si hay alguien que sabe dónde se
encuentra es su abogado. El Confidencial ha hablado con él: “El
Sr. del Pino aparecerá cuando pueda demostrar que las cantidades que
adeuda a la Seguridad Social y a sus empleados son menores que las que
sus clientes deben a Esabe por sus servicios”.
Todos
le buscan. La policía, que mantiene abierta la investigación y, antes,
sus empleados, ahogados por los impagos. No es una búsqueda metafórica,
sino una redada. Francisco Quintero, vigilante de seguridad al
que Del Pino debe 120.000 euros salió “de caza” la noche del miércoles
con otro compañero. “No fui con intención de pegarle aunque haya perdido
mi casa por su culpa. Solo quería retenerle hasta que llegara la
policía”.
Recorrieron los domicilios de Madrid que a
ellos les costaban como propiedad de la familia. Visitaron el chalet que
la policía registró, después un ático en la zona de Canillejas que,
según fuentes cercanas a los Prados, permanece cerrado desde hace tres
meses. En el parking espera, cubierto de polvo, un Mercedes deportivo
biplaza que hace mucho que nadie mueve de ahí.
Hoy por hoy no hay ni rastro del Pipas. Así llaman los trabajadores de las empresas del Grupo a este malagueño que espera en su escondite fumando en pipa, y supuestamente acompañado por su mujer y su hijo Alberto,
disminuido psíquico. “A un chaval con discapacidad alguien le tiene que
acompañar al Centro donde le atienden”. Este pensamiento llevó al
trabajador a hacer guardia esperando a que apareciese Juan José Prados.
Tampoco allí se dejó ver. “El propio personal del centro nos reconoció
que hace semanas que el niño ha dejado de acudir a clase”, explica
Francisco.
Obsesionado por el lujo y ostentación
De
familia humilde montó su imperio desde abajo. “Era un trabajador más de
la antigua Esabe y cuando quebró aprovechó la cartera de clientes para
poner en marcha el segundo proyecto. Entonces era una buena persona de
la que ahora no se puede contar nada bueno”. Así le recuerdan muchos de
sus trabajadores, que también coinciden en la obsesión de Del Pino por
la ostentación.
“Aparentaba con todo y para todo. A sus
62 años se tiñe el pelo como un quinceañero y los espejos son su
perdición. Siempre quiere ir como un pincel”, apunta una de sus
empleadas.
Coches, pisos, yates y hasta un jet
privado. “No había dinero para nuestros sueldos pero sí para sus lujos.
Los suyos y los de toda su familia”, critica Manuel García Jurado, empleado de Esabe y delegado sindical de UGT.
Su ambición le ha llevado a enfrentarse hasta con sus hijos. Según varios trabajadores, Javier Prados,
que estaba entre los diez detenidos de este jueves, “plantaba cara a su
padre porque no compartía sus decisiones y le exigía que pagara a sus
empleados”.
Roberto Tornamira, secretario
general de la Federación de Servicios de UGT Madrid, sabe con quién
comparar a Juan José Prados del Pino: “Gestiona sus bienes de la misma
forma que Díaz Ferrán y Ruíz Mateos: los venden a bajo precio para ceder
la propiedad y mantener su uso y disfrute”.
Un alumno aventajado
Esabe es una empresa peculiar por muchas razones. Su fundador, José Luís Aguirre de Retes, escribió el libro El lazo azul de Esabe.
Un curioso, cuanto menos, relato en el que Aguirre se dedica a contarla
historia de su empresa conversando (sí, conversando) con el lazo azul
del logo de la empresa y donde no ahorra buenas palabras para el acabó
siendo su jefe.
“Entre los agradecidos y que me
quieren, que son muchos, están mi jefe actual, Juan José Prados del Pino
y su familia. A veces, para hacerme rabiar, se ríe de mis sueños y con
guasa, los critica delante de sus actuales directivos, pero es para
demostrar que el alumno ha salido aventajado y ha sabido levantar una
gran Empresa partiendo de cero”.
El alumno
aventajado ha visto interrumpida su carrera bruscamente. Empleados y
sindicatos le acusan de “explotación y expolición de lo público” y
recuerdan sus palabras: “Yo en mi juventud era de izquierdas”.
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