22 de diciembre de 2012

A la caza del empresario que huyó de Esabe

“A mis hombres y mujeres no les va a faltar nunca de nada”. Juan José Prados del Pino, presidente del Grupo Esabe, repetía esta frase hasta la saciedad. Sus “hombres y mujeres” son sus empleados, los más de cuatro mil trabajadores a los que adeuda desde hace año y medio más de 50 millones de euros entre salarios y horas extras. 



Hoy, con la cúpula de su empresa detenida, incluyendo a su hijo Javier, su paradero es un misterio. Portugal, Argentina, Francia, Suiza… varios son los países que se barajan como posible escondite. Sindicatos y empleados saben desde hace tiempo que huyó: “En España no está”. Si hay alguien que sabe dónde se encuentra es su abogado. El Confidencial ha hablado con él: “El Sr. del Pino aparecerá cuando pueda demostrar que las cantidades que adeuda a la Seguridad Social y a sus empleados son menores que las que sus clientes deben a Esabe por sus servicios”. 

Todos le buscan. La policía, que mantiene abierta la investigación y, antes, sus empleados, ahogados por los impagos. No es una búsqueda metafórica, sino una redada. Francisco Quintero, vigilante de seguridad al que Del Pino debe 120.000 euros salió “de caza” la noche del miércoles con otro compañero. “No fui con intención de pegarle aunque haya perdido mi casa por su culpa. Solo quería retenerle hasta que llegara la policía”.

Recorrieron los domicilios de Madrid que a ellos les costaban como propiedad de la familia. Visitaron el chalet que la policía registró, después un ático en la zona de Canillejas que, según fuentes cercanas a los Prados, permanece cerrado desde hace tres meses. En el parking espera, cubierto de polvo, un Mercedes deportivo biplaza que hace mucho que nadie mueve de ahí.

Hoy por hoy no hay ni rastro del Pipas. Así llaman los trabajadores de las empresas del Grupo a este malagueño que espera en su escondite fumando en pipa, y supuestamente acompañado por su mujer y su hijo Alberto, disminuido psíquico. “A un chaval con discapacidad alguien le tiene que acompañar al Centro donde le atienden”. Este pensamiento llevó al trabajador a hacer guardia esperando a que apareciese Juan José Prados. Tampoco allí se dejó ver. “El propio personal del centro nos reconoció que hace semanas que el niño ha dejado de acudir a clase”, explica Francisco.

Obsesionado por el lujo y ostentación 

De familia humilde montó su imperio desde abajo. “Era un trabajador más de la antigua Esabe y cuando quebró aprovechó la cartera de clientes para poner en marcha el segundo proyecto. Entonces era una buena persona de la que ahora no se puede contar nada bueno”. Así le recuerdan muchos de sus trabajadores, que también coinciden en la obsesión de Del Pino por la ostentación.

“Aparentaba con todo y para todo. A sus 62 años se tiñe el pelo como un quinceañero y los espejos son su perdición. Siempre quiere ir como un pincel”, apunta una de sus empleadas.

Coches, pisos, yates y hasta un jet privado. “No había dinero para nuestros sueldos pero sí para sus lujos. Los suyos y los de toda su familia”, critica Manuel García Jurado, empleado de Esabe y delegado sindical de UGT. 

Su ambición le ha llevado a enfrentarse hasta con sus hijos. Según varios trabajadores, Javier Prados, que estaba entre los diez detenidos de este jueves, “plantaba cara a su padre porque no compartía sus decisiones y le exigía que pagara a sus empleados”.

Roberto Tornamira, secretario general de la Federación de Servicios de UGT Madrid, sabe con quién comparar a Juan José Prados del Pino: “Gestiona sus bienes de la misma forma que Díaz Ferrán y Ruíz Mateos: los venden a bajo precio para ceder la propiedad y mantener su uso y disfrute”.

Un alumno aventajado

Esabe es una empresa peculiar por muchas razones. Su fundador, José Luís Aguirre de Retes, escribió el libro El lazo azul de Esabe. Un curioso, cuanto menos, relato en el que Aguirre se dedica a contarla historia de su empresa conversando (sí, conversando) con el lazo azul del logo de la empresa y donde no ahorra buenas palabras para el acabó siendo su jefe.

“Entre los agradecidos y que me quieren, que son muchos, están mi jefe actual, Juan José Prados del Pino y su familia. A veces, para hacerme rabiar, se ríe de mis sueños y con guasa, los critica delante de sus actuales directivos, pero es para demostrar que el alumno ha salido aventajado y ha sabido levantar una gran Empresa partiendo de cero”. 

El alumno aventajado ha visto interrumpida su carrera bruscamente. Empleados y sindicatos le acusan de “explotación y expolición de lo público” y recuerdan sus palabras: “Yo en mi juventud era de izquierdas”.

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