"Más de una vez pasando la aspiradora o fregando platos te acuerdas de lo que has estudiado y te preguntas: ¿qué hago aquí? Pero siempre miras el lado positivo o recuerdas que en España tus amigos tampoco lo están pasando muy bien laboralmente. Además, sabes que si pierdes el curro te costará bastante encontrar otra cosa y que necesitas el dinero para permitirte el lujo de buscar algo mejor". Miguel, granadino de 25 años, decidió hacer las maletas hace 14 meses. Su destino: Cambridge. Su objetivo: cómo no, aprender inglés. Recién licenciado en periodismo y publicidad decidió probar suerte en la isla británica. Cargado con dos maletas y mucha ilusión llegó a un albergue el 18 de enero del año pasado. "Encontrar una casa no fue fácil, los alquileres en Cambridge rozan las 400 libras por habitación y en algunas ocasiones dejan mucho que desear". Después de mucho buscar encontró una acorde a sus necesidades.
Pero la batalla no había hecho nada más que empezar. A Miguel le costó dos meses obtener el número de la seguridad social, actualizar su CV y probar a encontrar algo de trabajo a través del Job Center (centro de trabajo). Impaciente y necesitado de libras, decidió echarse a la calle a entregar currículos. Los primeros días limpió e hizo camas en una guest house (casa de invitados) y repartió el periódico gratuito de la ciudad –Cambridge First– los jueves desde primera hora. "Los dedos se me quedaban helados", recuerda.
En marzo encontró un trabajo en la pequeña cafetería familiar Benets of Cambridge. "Empecé haciendo los trabajos más duros,
de friegaplatos, limpiando, ordenando el almacén, sacando la
basura...", recuerda. Con el tiempo se ganó la confianza de los
dueños, pero las interminables jornadas laborales y la mala
relación con su compañera de piso y trabajo terminaron de convencer a
Miguel para probar suerte en otro sitio. "En octubre decidí
empezar una vida nueva en Brighton", dice. A las tres semanas de pisar
la localidad costera encontró trabajo en un hotel de lujo, aunque lamenta que en estas fechas de temporada baja su cuenta corriente flaquea. "No me dan más de 30 horas semanales", asegura.
El flujo migratorio español está cambiando. Los datos oficiales del Ministerio de Trabajo de Reino Unido confirman que 25.000 españoles
se apuntaron a la Seguridad Social en el último año, lo que supone un
incremento del 85%. Pero estas cifras no incluyen a todos los que llegan
para hacer trabajos temporales o estudiar. Según las previsiones del Instituto Nacional de Estadística (INE) a finales de 2011, 580.850 personas abandonaron el país.
Miguel confiesa que si no le queda más remedio volverá a España.
Mientras tanto, no desiste de sus objetivos y asegura estar buscando
algo relacionado con lo suyo.
Programas como Españoles por el mundo crean falsas esperanzas
La
actual situación laboral ha provocado fuga de cerebros pero también de
gente corriente que, como Miguel, hace la maleta en busca de una
oportunidad. Alentados por programas como Españoles por el mundo o Callejeros viajeros, en el que irse fuera parece ser un camino de rosas, miles de españoles esperan cada año contagiarse de la misma suerte. Según el último indicador del INE, el registro de españoles que viven y trabajan fuera supera el millón y medio.
En muchos casos se van con una mano delante y otra detrás y muchos se
vuelven igual, o peor. Cada vez son más las quejas que circulan por la
Red advirtiendo de la otra cara de la moneda. Acusan a estos programas
de ofrecer una visión sesgada de la realidad. Porque no todo lo que
reluce es oro, El Confidencial ha recopilado testimonios de
españoles que, como Miguel, cruzaron nuestras fronteras en busca de una
vida similar a la de los que salen en estos programas, pero con peor
fortuna. No consiguieron encontrar trabajo acorde a su cualificación,
pasaron alguna que otra penuria en la ardua tarea de encontrar
residencia y la convivencia fue difícil. Sus historias reflejan la
odisea de nuestros nuevos inmigrantes.
El año pasado, a finales de febrero, con 28 años recién cumplidos C.G.,
actriz y escritora, decidió embarcarse rumbo a Berlín, la capital de
las oportunidades. Su principal objetivo: hacer un curso de teatro y
aprender alemán. "Durante mi estancia en Berlín tuve muy buenas
experiencias, pero las primeras semanas resultaron terribles", confiesa. ¿La razón?: La mala relación con su compañera de piso, asegura. Y es que encontrar un techo bajo el que dormir es la primera prueba que se le pone a cualquier español en busca de una experiencia u oportunidad. Lo peor de la convivencia para C.G. fue la falta de higiene y el desorden. "Mi compañera no entendía que los pelos del baño se recogen o que hay que fregar las sartenes", asevera indignada. El clímax de la mala convivencia llegó a las tres semanas. Incapaz de aguantar más, C.G. decidió mudarse.
Pronto descubrió que en la capital alemana la búsqueda de trabajo para españoles no es nada fácil. Tuvo que escribir posts de moda para costearse la supervivencia. Teniendo en cuenta que le pagaban 2 euros por cada uno,
se lo tomó como una oportunidad para cubrir algunos gastos, nada más.
"En una hora escribía 6 posts, por lo que me daba para cubrirme los
gastos de comida al mes porque allí se gasta poco", reconoce. A los tres
meses de aterrizar en el país germano, regresó a España. "Me volví
porque acabé el curso de teatro en inglés y no encontré un trabajo decente y, para estar pidiendo dinero, preferí volverme antes de que la experiencia se tornara negativa", explica.
Estudiar para quedarse, opción muy recurrida
Silvia,
de 27 años, aterrizó en Edimburgo en septiembre de 2008. Licenciada en
publicidad y relaciones públicas pensaba estar solo unos meses. "Dicen
que está ciudad atrapa y yo lo confirmo. Llegué con un inglés pésimo y
apenas podía comunicarme", recuerda. Esta madrileña reconoce que llegó a la capital escocesa con ayuda de sus padres.
"En los inicios siempre se necesita una inversión para asentarse,
buscar piso, curro, para fianzas…, pero desde que llegué he intentado
mantenerme por mí misma", reconoce. Silvia empezó trabajando en una
agencia de trabajo temporal. "A poco más podía aspirar con mi inglés, y
mis curros eran básicamente de chica de limpieza en residencias de universitarios. No se me caían los anillos pero la verdad es que agradecía saber que no era para toda la vida".
Silvia confiesa que en ese momento lo que quería era aprender inglés,
así que estaba contenta de poder trabajar para costearse la estancia.
En
verano se le planteó la tesitura de quedarse o volverse, y finalmente
decidió aguantar. "Ya estaba entendiendo el inglés y no tenía sentido
volverme porque las cosas en España ya estaban mal, así que después de verano me apunté a un curso de inglés gratuito que iba de septiembre a junio", cuenta Silvia, quien compatibilizaba el estudio con un trabajo de camarera.
"Cuando terminé el curso decidí solicitar un máster de periodismo. Tuve
que hacer un examen de inglés (el IELTS) y pasar una nota de corte. A
la segunda lo saqué y entré en el máster en septiembre del año pasado". Silvia reconoce que de camarera no le da para vivir y que sigue necesitando la ayuda de sus padres. "Poco más puedo hacer", se lamenta.
El éxito de triunfar fuera radica en la actitud
El
adiós de estos jóvenes cuando se marchan y sus inestables condiciones
de vida se ven recompensados por la experiencia, la promesa de un futuro
mejor y los nuevos amigos que se hacen por el camino, pero no por el
éxito. Paloma Bilbao, profesora de Gestión Empresarial de ICADE
no cree que los españoles fracasen fuera de manera especial, sino que
acacha el golpe a los déficits de formación. "El que fracasa fuera es,
probablemente, porque no llega laboralmente bien preparado, o porque
elige un destino en el que es muy difícil encontrar un empleo que encaje
con su perfil", asegura. Bilbao cree fehacientemente que los
españoles con estudios universitarios, como los ejemplos expuestos,
están muy cualificados. "Tienen un nivel profesional estupendo. Si
fracasan es porque carecen de otras habilidades fuera de las académicas,
especialmente en los idiomas y las relaciones interpersonales".
Gonzalo Sanz-Magallón, profesor de Economía Aplicada de la Universidad CEU San Pablo, considera que el nivel teórico español es más que suficiente pero no el conocimiento práctico. "En el trabajo en equipo, en técnicas de comunicación y en saber vendernos no estamos a la altura". Sanz-Magallón considera que para que un español triunfe fuera tiene que tener actitud.
"Tienen que saber que la actitud proactiva, tener iniciativas y la
capacidad de trabajo autónoma se valora en general bastante más que en
España".
1 comentaris:
este es el pais de tocame roque,no hay que salir fuera, lo que hace falta es dar caña para que haya trabajo aqui.
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