10 de marzo de 2012

Espías, grabaciones y documentos triturados asaltan los despachos andaluce

La política andaluza se ha convertido en un escenario de conspiraciones en el que el espionaje es ya una actividad habitual. La posibilidad de que el PSOE pierda el poder en las elecciones del 25 de marzo ha provocado una rebelión en los despachos de la Junta donde los funcionarios sacan bolsas con documentos que han pasado por la trituradora, para llevarlos a la sede del PP, y otros graban conversaciones o entregan actas oficiales que después aparecen en manos de la oposición.

La política andaluza y el ritmo de los acontecimientos están en manos de espías. La situación sólo tiene un precedente en el episodio que se vivió hace una década, cuando lo que estaba en juego era el control del sistema financiero de Andalucía. Entonces, se denunció un presunto caso de espionaje a Juan Manuel López Benjumea, presidente de Caja San Fernando, que se resistía a aceptar las instrucciones del PSOE para forzar la fusión con El Monte, cosa que se produjo después derivando en Cajasol. 

En aquella ocasión, las acusaciones apuntaban a que el entorno de Chaves y su mano derecha, Luis Pizarro, habían encargado presuntamente a un investigador que siguiera los pasos de Benjumea. Se produjo incluso la desaparición de un vídeo en el juzgado que instruía el caso, en el que aparecían imágenes del espía que seguía al presidente de la Caja San Fernando.

El 'espía' que se llevó el pen-drive de IDEA

Lo que se juega ahora en Andalucía es el control político de la mayor comunidad autónoma de España, en la que el PSOE se enfrenta a su propia supervivencia como partido influyente. El primer caso de presunto espionaje se ha resuelto con una sanción de la Junta a Manuel Blanco Montenegro, un antiguo directivo de la Agencia IDEA, epicentro del escándalo de los ERE falsos, al que se acusa de pasar al PP documentación sensible, sobre la que tendría responsabilidad de custodia como alto cargo de la Agencia.

El Gobierno de Griñán empezó a sospechar de Manuel Blanco cuando el secretario general del  PP, Antonio Sanz, mostró unas actas de la agencia IDEA y del Instituto de Fomento de Andalucía, IFA, en una sesión parlamentaria. ¿Cómo llegaron aquellos papeles a manos de Sanz? La Junta investigó y dio con lo que cree que es la clave: Manuel Blanco copió, supuestamente, en un pen-drive documentos confidenciales de la Junta para pasárselos al PP.

El PP ficha al 'espía' para que gestione la cueva del escándalo

Las sospechas las agravó el hecho de que Blanco pidiera excedencia en IDEA para ser fichado poco después como gerente de Mercasevilla, precisamente la empresa pública dependiente del Ayuntamiento que preside Juan Ignacio Zoido, y que fue el origen del caso de los ERE. Se cerraba así un círculo que provocó un grave nerviosismo en los despachos del Gobierno de Griñán. El supuesto espía de IDEA pasaba a controlar la cueva donde nació el escándalo después de haberse llevado copias de actas oficiales.

El caso, que esta semana se ha cerrado con un expediente a Blanco por parte de la Junta, donde además se le inhabilita para ser contratado por la Administración autonómica, no es más que un episodio en el río revuelto de la política andaluza, que ha culminado, de momento, con la grabación de cintas por parte de un alto cargo de Invercaria, Cristóbal Cantos. Este ex director de Promoción de Invercaria llevaba ya desde hacía un año temiéndose lo peor, es decir, que las circunstancias le obligaran a tener que cubrirse

Los jueces le seguían los pasos a la Junta, la Cámara de Cuentas emitía informes con irregularidades difíciles de justificar, las presiones de los responsables políticos de las empresas públicas eran asfixiantes y no sólo en los departamentos que han saltado por ahora a la luz pública. Y Cantos se cubrió para evitar que le obligaran a formar parte de “nuestra gente de confianza”, “ése es de los nuestros”, como se suele decir en el entramado de la Junta cuando se trata de maniobrar con asuntos sensibles.

La ofensiva puesta en marcha por el PSOE contra el ex directivo de Invercaria pasa incluso por el plano personal. Se le acusa de ser hijo de Cristóbal Cantos, un histórico dirigente de Asaja, natural de Jerez, a quien se le imputa ser asesor de Arenas en materia económica. 

Los 'espías' trasladan bolsas de documentos triturados

Pero estos episodios no son más que hitos mediáticos de una rebelión interna en la que los funcionarios empujan para que se produzca un cambio político con el que poder zafarse del control de los comisarios del PSOE. El secretario general del PP, Antonio Sanz, tiene su despacho de la sede del partido lleno de bolsas con papeles de la Junta triturados. Hay funcionarios que se los llevan para que vea qué está pasando en el Gobierno andaluz. Y Sanz los cuelga de la página web de su partido para que la gente compruebe que no miente.
A la sede del PP llegan miles de documentos, cartas anónimas, chivatazos, pistas y cintas para que el partido de Arenas tenga material con el que derribar al régimen. El género es elaborado y contrastado después, y a partir de aquí, el PP abre un proceso que empieza con la filtración controlada de la información y las consiguientes reacciones de los líderes del partido. Es posible que hoy no haya en Andalucía un político con más información que Sanz, que reporta permanentemente a Arenas, y controla como nadie el plano mediático, la cadencia de la información en las terminales mediáticas y las reacciones.

Funcionarios contra comisarios políticos

Detrás de este proceso hay cientos de funcionarios que se mueven con el vértigo de quienes creen que el PSOE está al borde de su propio precipicio. La Administración andaluza vive hoy en un estado de tensión permanente. Los funcionarios de carrera, agraviados por el intento de meter de rondón a más de veinte mil contratados en la Junta, han dejado de tenerle miedo a unos ‘comisarios políticos’ del partido agobiados ante la posibilidad de que en menos de un mes pasen a engrosar las colas del paro. Es más, hay gente que se mueve en lo que se llama la zona de los tibios, que han estado cerca del PSOE pero que aspiran a mantenerse cobrando de lo público, y que también están dispuestos a ‘pasarse al otro lado’ a cambio de garantías de continuidad.
Lo que se juega en esta Andalucía, cuyo ritmo se mueve hoy empujado por documentos confidenciales y grabaciones en un macabro baile de espías y comisarios, es un cambio de poder que no sólo se limita a la Junta, sino a todos los circuitos que conectan con el Gobierno andaluz: desde el financiero al social, pasando por el universitario, cultural y hasta el folclórico. Y en esta batalla, la Junta es un campo de batalla en el que se mueven comisarios, submarinos, topos, espías y mercenarios dispuestos a vender su alma para seguir siendo útiles a los que vengan. Han confundido el Guadalquivir con su particular Jordán.

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