El bróker Giovanni Carenzio, detenido ayer por la policía italiana
acusado de un delito de estafa y corrupción, tiene cuentas pendientes
con la justicia española. A Carenzio se le acusa de estafar a familias
de Gran Canaria y Tenerife alrededor de 20 millones de euros.
El periplo de Carenzio por Canarias es novelesco. Desde los años 80
sus visitas al archipiélago eran frecuentes y fue en uno de sus viajes
cuando el bróker, de origen napolitano, conoció a una joven
perteneciente a una de las familias mas adineradas de la aristocracia de
Las Palmas de Gran Canaria, Dolores Molina de Aguilar, con quien se
casó. La pareja se trasladó en 1992 a Nápoles, donde se codearon con la jet set
italiana desempeñando numerosas obrs de mecenazgo. De regreso a
Canarias, la familia se instaló en una lujosa casa de la capital
grancanaria.
Carenzio, el segundo por la derecha |
Sirviéndose de los contactos de su esposa con alta sociedad, el
napolitano comienza a relacionarse con lo más granado de la sociedad
canaria. En el archipiélago inicia una intensa vida social que le lleva a
patrocinar la expedición de Álvaro Marichalar, excuñado de la infanta Elena, para cruzar el Atlántico en moto acuática.
Además, en 2007 organiza una cena en la sala Alegranza del palacio de
congresos del Auditorio Alfredo Kraus en honor al ex vicepresidente
norteamericano Al Gore, que contó con 150 invitados, entre ellos el
ahora ministro de Industria, comercio y Turismo, José Manuel Soria.
Paralelamente a esta intensa vida social, Carenzio comenzó a proponer
negocios milagrosos a las familias más adineradas de su entorno. Su modus operandi
era muy similar a las estafas piramidales. El supuesto bróker
napolitano se ofrecía como intermediario para invertir altas sumas de
dinero —hasta 300.000 euros— en negocios que consideraba seguros
garantizando una ganancia de un 20% para el inversor, a quien convencía
para conseguir otro socio capitalista asegurándole que seguiría ganando
suculentos beneficios. Fueron muchos los que cayeron en la trampa
financiera de Carenzio, la mayor parte incautos aristócratas o
destacados constructores. Carenzio estaba imbricado en la alta sociedad
canaria y no despertaba sospechas. La confianza en el bróker, según
fuentes cercanas al caso, era tal que el napolitano llegó sellar
acuerdos comerciales con sus víctimas en servilletas de papel.
En 2010 comienzan los problemas para el broker Giovanni Carenzio.
Durante ese año desaparece durante un tiempo y sus familiares argumentan
que se ha roto una pierna y ha salido del país para tratarse. "Por la ciudad
corría el rumor de que le habían dado una paliza y le habían partido la
pierna; alguien llegó a decir que le pegaron un tiro", comenta uno de
sus allegados que aún no sabe qué creer.
La versión que él explicaba fue que se cayó. Sin embargo, a su vuelta, y aún renqueante, comenzó a pedir dinero
para realizar más inversiones. "Regresó bastante nervioso y no dejaba
de presionar para que pusiésemos nuestro dinero en sus manos", afirma un
perjudicado. La pirámide se venía abajo.
Con el paso del tiempo, los inversores comenzaron a preocuparse y a
no fiarse de las cada vez mas frecuentes excusas ofrecidas por Carenzio,
hasta que el caso termina por estallar en 2011 cuando los socios
capitalistas del napolitano, al no poder recobrar su inversión, acuden a
los tribunales. Entonces Carenzio desaparece. Las prácticas del
napolitano también afectan a su esposa. El magistrado titular de primera
Instancia número 6 de Las Palmas de Gran Canaria, Tomás González
Marcos, dicta un auto en el que se acuerda requerir a Dolores Molina de
Aguilar un total de 800.000 euros para el pago a uno de los acreedores
de Carenzio.
En diciembre de 2011 se presentan las primeras denuncias por estafa y
blanqueo de capitales en la Fiscalía Anticorrupción de Santa Cruz de
Tenerife. El juez cita al bróker italiano en enero de 2012 para
declarar, pero Carenzio no comparece en el juzgado. Posteriormente la
justicia Canaria abre un procedimiento penal en el que Carenzio es
imputado por un presunto delito de estafa.
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