13 de junio de 2013

La ‘industria’ del delito se centra en la tercera edad

A Antonio, de 80 años, le asaltaron en su propia vivienda. A Amàlia, de 84, le pegaron un tirón del collar de oro y la dejaron caer. A Maria Lluïsa, de 92, la vigilaron, la siguieron, le robaron la llave de casa y entraron en su piso. Además de ser víctimas de un delito, los tres tienen un elemento en común: su avanzada edad. Pese a la inhumanidad que supone asaltar violentamente a alguien tan mayor, sus casos no son aislados, si no la demostración de una progresiva transformación de la dinámica delictiva en Barcelona. 

 La casuística es diversa: cogoteros que les atracan cuando salen del banco después de cobrar su pensión, falsos revisores del gas, tironeros que les arrancan las cadenas y atracadores que les asaltan en sus casas. Los ladrones se aprovechan de la vulnerabilidad de las personas mayores a las que, cada vez en más ocasiones, vigilan para conocer sus horarios y rutinas antes de abordarles. Tras algunos asaltos, sobre todo de tirones, los ancianos quedan heridos, a veces de gravedad, al caer al suelo. 

 El fenómeno preocupa y, aunque de forma oficial se señala que las cifras de delitos contra las personas mayores no han aumentado, la prueba de la gravedad de la cuestión es que tanto los Mossos d’Esquadra como la Guardia Urbana han multiplicado sus charlas de seguridad en los casals d’avis. En el 2012, los Mossos dieron 60 conferencias en centros cívicos y 164 charlas en asociaciones de la tercera edad. Ahora, están ultimando un acuerdo con servicios de teleasistencia para que gente mayor con dificultades para salir de casa pueda recibir esos consejos.
 Mientras, la Urbana dio 33 en Navidad y, de cara al verano prepara otra treintena. Ambas policías han aumentado las patrullas preventivas, por ejemplo, en el entorno de las entidades bancarias los días en que los ancianos retiran la pensión. 

 La oposición municipal atribuye parte de ese fenómeno a la actual estrategia policial en la ciudad. «Ante la concentración del esfuerzo policial en las zonas turísticas de Ciutat Vella, los ladrones y atracadores parecen buscar otros lugares, colocando a las personas mayores como uno de los principales objetivos de sus robos», sostiene la concejala del PSC Assumpta Escarp, que reclama un esfuerzo policial específico sobre los colectivos más vulnerables.
 
 ABRIR LA PUERTA  /Aunque sigue siendo un hombre fuerte, Antonio reconoce que, desde que el 15 de mayo sufrió un asalto violento en su propia casa, vive «con el miedo en el cuerpo». «Estaba en casa y llamaron a la puerta. Abrí y entonces tres chicos que se cubrieron con una capucha se lanzaron sobre mí y empezaron a golpearme», cuenta y recuerda la lluvia de porrazos «en la cabeza, los brazos y el pecho». 

 Por suerte, aquella tarde su hija y su yerno estaban en casa. «Empecé a llamarles a gritos. Cuando les vieron aparecer, los tres ladrones se fueron corriendo como diablos», explica Antonio, que sospecha que le habían vigilado. «El asalto fue a las siete de la tarde, una hora en que yo siempre estoy solo», relata. Su yerno precisa que aquel día estaban en casa «de pura casualidad» pues al día siguiente se iban de viaje. En el barrio del Bon Pastor, en todos los portales hay un aviso del PSC de Sant Andreu que alerta del aumento de robos a ancianos en esa zona. 

 A quien también vigilaron fue a Lluïsa, una mujer de 92 años vecina de Nou Barris. Creía que había perdido la llave hasta que, al ver la puerta de su casa abierta, se dio cuenta que se la había quitado la misma persona que entró en su vivienda a robar. Xavier, su hijo, cree que los ladrones «la vigilaron, la siguieron y le robaron las llaves en un descuido».

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