Las telas de araña que construyen los
arácnidos son un invento perfecto: unas estructuras que les permiten
atrapar a sus presas sin tener que gastar energía para cazarlas. Los
finos hilos que forman la red son a la vez flexibles y resistentes.
Internet y las nuevas tecnologías se han convertido en una especie de
telaraña global que es utilizada por todo tipo de criminales:
terroristas, narcotraficantes, estafadores, blanqueadores de dinero
sucio, vendedores de pornografía infantil...
La operación Arthur recientemente impulsada por las autoridades
estadounidenses ha supuesto el desmantelamiento de un enorme banco
virtual, que servía para lavar las ingentes ganancias del crimen
organizado sin mancharse ni arriesgarse. Arthur Budovsky, el presunto
cerebro de esta impresionante organización, una auténtica plataforma
financiera del cibercrimen, fue arrestado la semana pasada en el
aeropuerto de Madrid-Barajas junto con su lugarteniente.
Liberty Reserve, la estructura creada por Budovsky, fue el medio que
sirvió para blanquear más de 6.000 millones de dólares mediante más de
55 millones de transacciones ilegales. Cualquier mafioso,
narcotraficante o estafador podía mover cientos de miles de euros con un
simple click. Sin mancharse ni despeinarse. Esta red también había
extendido sus tentáculos a España, como había podido constatar la Unidad
de Delincuencia Económica y Fiscal (UDEF).
Es sabido que Internet es el vehículo de adoctrinamiento y
comunicación de Al Qaeda, cuyos lobos solitarios se nutren y
retroalimentan a través de las enormes posibilidades que ofrecen las
nuevas tecnologías. No es extraño, pues, que los servicios de espionaje
de medio mundo hayan desarrollado potentes herramientas capaces de
rastrear en unos pocos minutos millones de páginas web en busca de
claves y consignas reveladoras de planes terroristas en cualquier parte
del planeta. El objetivo hoy es impedir que el notable avance de las
técnicas de encriptación les permita el envío de mensajes que puedan ser
indescifrables para la policía.
La Red es el canal que emplean los narcotraficantes para distribuir
fácilmente todo tipo de drogas sinténticas y medicamentos falsificados,
sin tener que recurrir a los clásicos camellos humanos. Y después, esta
misma tecnología es la que les facilita el lavado de sus descomunales
ganancias.
Las unidades de delitos tecnológicos de la policía y la Guardia Civil
emplean muchos de sus esfuerzos en combatir a miríadas de estafadores
que, como arañas en espera de sus presas, utilizan Internet para lanzar
su cebo y engañar a todo tipo de incautos con las llamadas cartas
nigerianas y otro tipo de engaños.
Internet es el mar por el que navegan pederastas, ciberacosadores,
vendedores de pornografía infantil, usurpadores de identidades ajenas,
traficantes de armas, espionaje industrial, proselitismo sectario,
ladrones de propiedad intelectual, etcétera. Estoy convencido de que las
unidades policiales de lucha contra la ciberdelincuencia, que nacieron
hace unos pocos años como un grupo auxiliar de otros investigadores,
están llamadas a ser reforzadas humana y materialmente en breve. El
peligro de la telaraña del crimen es evidente.
0 comentaris:
Publicar un comentario