“Como zombies”. Así se quedaban los clientes de un conocido
bar y club de alterne de la capital que fueron víctimas en el último año
de un grupo organizado de prostitutas. Los drogaban tras llevarlos a un
apartamento de la red. Después extraían todo el dinero posible de sus
tarjetas de crédito, según informó la Jefatura Superior de Policía de
Madrid. Hasta el momento se han resuelto 17 casos, que generaron más de
330.000 euros para la banda. Los investigadores esperan que el número de
víctimas aumente en los próximos días al darse a conocer la
desarticulación del grupo.
Hay 11 detenidos. Su forma de actuar era siempre muy similar. Tres
prostitutas de ese local de alterne, cerca de la plaza de Colón,
captaban a los clientes. Elegían a personas de alto poder adquisitivo.
De hecho, a este bar acuden habitualmente personas conocidas del mundo
empresarial, deportivo o judicial. En principio, ningún nombre famoso se
ha visto afectado, según fuentes policiales. Tras captarles, les
llevaban a un apartamento que se alquila por horas en la calle de
Naciones, muy cerca de la calle Goya. Allí, las prostitutas encargaban
un supuesto catering de lujo. Era durante esta comida cuando
las mujeres echaban un narcótico en los alimentos con el que inhibían la
conciencia de las víctimas, de tal modo que estas facilitaban las
tarjetas de crédito y hasta los números secretos. La banda utilizaba
diversos terminales de punto de venta —como en comercios—.
Según fuentes policiales, las víctimas, al ingerir la droga,
experimentaban la sensación de encontrarse ausentes, desubicadas y sin
control de sus actos. Cuando los afectados llegaban a sus domicilios, no
recordaban lo que había pasado. En algún caso, los efectos llegaban a
durar más de un día. La desagradable sorpresa se acentuaba después,
cuando consultaban el extracto de sus tarjetas de crédito y comprobaban
que les habían sustraído miles y miles de euros. En algún caso, el robo a
un cliente llegó a los 40.000 euros por servicios inexistentes. El
cóctel de drogas que les suministraban les hacía que, cuando se
recuperaban, se hallaban en medio de la calle o dentro de un taxi camino
de sus respectivos domicilios.
Las prostitutas trabajaban para una organización delictiva que había
montado en marzo de 2012 un complejo entramado de sociedades
mercantiles. De este modo, trataban de eludir cualquier control de
Hacienda o de la policía.
Al frente de ese entramado societario estaba, supuestamente, Antonio
M. de P., un español de 47 años. Tenía como administradores de las
empresas a su madre, María de los Ángeles de P. U., de 72 años; y a su
tío, Carlos de P. U., de 69. Había además otros brasileños y españoles.
Las tres prostitutas detenidas, que a veces cambiaban de unos locales
a otros situados en la capital, eran de origen cubano, argentino y
rumano. Los agentes de la Brigada Provincial de Policía Judicial, junto
con sus compañeros de las comisarías de los distritos de Centro y de
Salamanca, detuvieron a los supuestos integrantes del grupo y
registraron tres domicilios. La policía decomisó allí 15 terminales TPV y
unos 70 gramos de la sustancia estupefaciente utilizada para drogar a
los clientes. El Instituto Nacional de Toxicología está analizándola.
Las primeras investigaciones apuntaban a que se trata de burundanga,
una droga proveniente de Centroamérica. Su efecto dura entre una y dos
horas, según la dosis, y se elimina lentamente. La víctima muestra una
actitud permisiva, complaciente.
Los 11 detenidos ya han pasado a disposición judicial. El magistrado
decretó el ingreso en prisión del supuesto líder de la banda, Antonio M.
de P., y una prostituta de origen argentina. El resto de la banda ha
quedado en libertad con cargos. Los investigadores creen que el número
de afectados es mucho mayor, dado que las víctimas no suelen denunciar
este tipo de robos por el reproche social y la vergüenza que supone.
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