26 de noviembre de 2013

Peluquerias chinas con ‘final feliz’

A las seis de la tarde de ayer, una cuarentena de peluquerías y centros de masaje chinos de Barcelona se vieron sorprendidos con la visita de una gran comitiva formada por Mossos d’Esquadra, Guardia Urbana, inspectores de trabajo y traductores. La inspección responde a una macrooperación que se puso en marcha en contra de locales en los que, de forma encubierta, se ofrecen supuestamente servicios sexuales.

La mayor parte de las inspecciones —la mitad de ellas— se llevaron a cabo en el distrito barcelonés del Eixample, donde abundan este tipo de peluquerías y centros de masaje. El resto se repartieron en ocho distritos más, a excepción de Ciutat Vella, donde no se llevó a cabo ninguna inspección. En esta ocasión, la operación policial tenía un fin administrativo, para comprobar el estado de los locales.

Los agentes buscan a víctimas de tráfico de seres humanos

Los agentes e inspectores de trabajo se centraron en controlar tres cosas: el tipo y estado de licencias de los negocios, la situación laboral de los trabajadores y conocer si en el establecimiento, además de masajes y cortes de pelo, se ofrecen servicios sexuales. Algunas de las inspecciones pillaron a los clientes dentro, como Daniel que aseguró la Cadena SER que estaba esperado un masaje cuando irrumpieron los policías y admitió también que las mujeres ofrecían servicios sexuales.

Aunque el objetivo se presentó bajo un paraguas administrativo, la intención última de la policía era detectar victimas de tráfico de seres humanos, explotadas sexual o laboralmente, después de que detectasen un repunte de este tipo de locales. Las redes de tráfico en las que se ven involucrados ciudadanos chinos son de las más difíciles de detectar, según explicó en unas jornadas específicas sobre el tema Xavier Cortés, responsable de la unidad que investiga este tipo de casos, que aseguró que había una “bolsa importantísima” de personas en esta situación.

Las redes se tejen a través de complejos entramados societarios, con los que se suele regularizar a cientos de personas, lo que Mossos define como “blanqueo de personas”. Cuando finalmente consiguen abrir un negocio, lo transforman en una vía para traer a compatriotas y explotarlos laboralmente. Además, estos contraen una deuda de entre 15.000 y 20.000 euros por el coste del viaje a Europa.Pero, según contó Cortés, muchas de esas personas ni siquiera son conscientes de que están siendo explotadas porque mantienen condiciones laborales similares a las de su país.

La mayor baza de la mafia china es “hacer creer que no existe”, dijo Cortés. Y para ello, lamentó, muchas veces cuentan con el apoyo de autoridades locales que, por ejemplo, otorgan para talleres textiles en pisos, donde evidentemente no se reúnen los requisitos para ese tipo de negocio. De la misma forma, las mujeres explotadas sexualmente en pisos son las más vulnerables, y difícilmente acaban denunciando a sus proxenetas.

A última hora de ayer continuaba la macroperación en Barcelona, que supuso una inspección a casi una tercera parte de los 120 locales de este tipo que existen en la ciudad. En el operativo participaron 180 agentes de los Mossos d’Esquadra, 82 miembros de la Guardia Urbana, 18 inspectores de trabajo, y cinco traductores e intérpretes.

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