Presentar en una comisaría una denuncia que contenga hechos falsos es un
delito. Esta práctica viene recogida en el Código Penal como simulación
de delito y puede acarrear hasta dos años de prisión. Quienes lo
cometen, generalmente a la ligera o mal aconsejados, desconocen la
gravedad del hecho y se arriesgan a tener antecedentes por querer
conseguir, por ejemplo, un smartphone último modelo o evitar el reproche
familiar tras gastar miles de euros en un burdel. Catalunya ha registrado un aumento de denuncias falsas
del 20% en el primer cuatrimestre del año. Las regiones de policiales
de Barcelona y de la Metropolitana Sud son las que recogen más.
El inspector Ricard Fernández, jefe de la comisaría del distrito barcelonés de Gràcia, que es la que más casos de este tipo ha resuelto en los últimos tiempos, insiste en avisar a la población de que mentir en una denuncia "puede tener consecuencias penales graves". "Los policías están afinando cada vez más el olfato para intuir cuando una denuncia puede contener hechos falsos", dice Fernández. En los locutorios de la comisaría de Gràcia donde se atiende al público se ven carteles en los que se apunta que el engaño es delito.
Los policías consultados no parecen tener una idea concreta y única sobre por qué se están incrementando las mentiras en las denuncias. En lo que se refiere a la telefonía móvil, que representa una parte importante de las simulaciones, Rafael Roig, sargento jefe de investigación de Gràcia, afirma que se debe "a la fiebre del teléfono". "Ahora ya no vale 100 euros, sino 500", añade.
Por su parte, el inspector Jordi Giner, segundo jefe de la comisaría, apunta que "quizás la crisis puede también tener que ver alguna cosa en ello". Las simulaciones de delito tienen derivaciones muy diversas. Las penales son para el autor del engaño, pero la Administración también sufre un daño asociado indiscutible. Suponen un importante aumento de gasto en recursos humanos y materiales tanto policiales como judiciales, además de la pérdida de tiempo en el esclarecimiento de hechos reales. "Cuando alguien nos denuncia que un sospechoso le ha amenazado con un cuchillo para robarle el móvil, se trata de un hecho muy grave que debe investigarse sin demora sea cual sea el valor de lo sustraído", afirma Giner.
"Mucha gente piensa que por algo tan sencillo como un teléfono la policía no se molestará, pero sí lo hace", añade el sargento Roig. Si además, por seguir con el supuesto, el mendaz denunciante consiguiera con el parte policial una compensación económica de su seguro, estaría agravando su dolo con una estafa.
A menudo, los autores se desmoronan durante el acto mismo de la declaración donde exponen el delito del que supuestamente han sido víctimas. Es en ese momento del proceso cuando pueden descubrirse los primeros síntomas del embuste. "Cuando hay sospechas, el interrogatorio se dirige de una manera determinada y, a veces, descubres el engaño", dice el inspector jefe de la comisaría de Gràcia.
"En la gran mayoría de las ocasiones se ponen a llorar o empiezan a repetir insistentemente que lo sienten; la mayoría no son profesionales del delito", apostilla el sargento. "Les gustaría poder rebobinar, echar la cinta atrás, pero ya no están a tiempo", sentencia el inspector Giner.
La comisaría del distrito de Gràcia registró en el año 2010 cuatro casos resueltos de denuncias falsas, en el 2011 fueron 18 y en lo que va de este año ya son 17 los asuntos de esta naturaleza que la policía ha resuelto.
"La verdad es que la mayoría de las personas no son conscientes. Saben que necesitan una denuncia para que el seguro les pague el móvil y, a veces, son incluso aconsejados o engañados por algún vendedor. Al menos, es lo que declaran cuando los descubrimos", explica Fernández.
Hay pocas medidas preventivas que puedan frenar la interposición de denuncias falsas. Muy probablemente una mejora de la economía podría devolver las cosas a niveles normales. Mientras, sólo queda avisar a la población de que denunciar un delito falso trae consecuencias. Los Mossos se han conjurado para ello.
El inspector Ricard Fernández, jefe de la comisaría del distrito barcelonés de Gràcia, que es la que más casos de este tipo ha resuelto en los últimos tiempos, insiste en avisar a la población de que mentir en una denuncia "puede tener consecuencias penales graves". "Los policías están afinando cada vez más el olfato para intuir cuando una denuncia puede contener hechos falsos", dice Fernández. En los locutorios de la comisaría de Gràcia donde se atiende al público se ven carteles en los que se apunta que el engaño es delito.
Los policías consultados no parecen tener una idea concreta y única sobre por qué se están incrementando las mentiras en las denuncias. En lo que se refiere a la telefonía móvil, que representa una parte importante de las simulaciones, Rafael Roig, sargento jefe de investigación de Gràcia, afirma que se debe "a la fiebre del teléfono". "Ahora ya no vale 100 euros, sino 500", añade.
Por su parte, el inspector Jordi Giner, segundo jefe de la comisaría, apunta que "quizás la crisis puede también tener que ver alguna cosa en ello". Las simulaciones de delito tienen derivaciones muy diversas. Las penales son para el autor del engaño, pero la Administración también sufre un daño asociado indiscutible. Suponen un importante aumento de gasto en recursos humanos y materiales tanto policiales como judiciales, además de la pérdida de tiempo en el esclarecimiento de hechos reales. "Cuando alguien nos denuncia que un sospechoso le ha amenazado con un cuchillo para robarle el móvil, se trata de un hecho muy grave que debe investigarse sin demora sea cual sea el valor de lo sustraído", afirma Giner.
"Mucha gente piensa que por algo tan sencillo como un teléfono la policía no se molestará, pero sí lo hace", añade el sargento Roig. Si además, por seguir con el supuesto, el mendaz denunciante consiguiera con el parte policial una compensación económica de su seguro, estaría agravando su dolo con una estafa.
A menudo, los autores se desmoronan durante el acto mismo de la declaración donde exponen el delito del que supuestamente han sido víctimas. Es en ese momento del proceso cuando pueden descubrirse los primeros síntomas del embuste. "Cuando hay sospechas, el interrogatorio se dirige de una manera determinada y, a veces, descubres el engaño", dice el inspector jefe de la comisaría de Gràcia.
"En la gran mayoría de las ocasiones se ponen a llorar o empiezan a repetir insistentemente que lo sienten; la mayoría no son profesionales del delito", apostilla el sargento. "Les gustaría poder rebobinar, echar la cinta atrás, pero ya no están a tiempo", sentencia el inspector Giner.
La comisaría del distrito de Gràcia registró en el año 2010 cuatro casos resueltos de denuncias falsas, en el 2011 fueron 18 y en lo que va de este año ya son 17 los asuntos de esta naturaleza que la policía ha resuelto.
"La verdad es que la mayoría de las personas no son conscientes. Saben que necesitan una denuncia para que el seguro les pague el móvil y, a veces, son incluso aconsejados o engañados por algún vendedor. Al menos, es lo que declaran cuando los descubrimos", explica Fernández.
Hay pocas medidas preventivas que puedan frenar la interposición de denuncias falsas. Muy probablemente una mejora de la economía podría devolver las cosas a niveles normales. Mientras, sólo queda avisar a la población de que denunciar un delito falso trae consecuencias. Los Mossos se han conjurado para ello.
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