Le llaman lengua electrónica, pero en realidad es un conjunto de seis
sensores desarrollado por investigadores de la Universidad Autónoma de
Barcelona, que, gracias a la inteligencia artificial, es capaz de
detectar si un cava es un reserva o no, lo que ayudará a combatir el
fraude en este producto.
De momento, el Instituto Catalán de la Viña y
el Vino (INCAVI), se ha interesado por esta herramienta que, en un
proceso que dura tan sólo unos pocos minutos, puede diferenciar las
características de cada espumoso, si es un brut, dulce o seco, así como
su procedencia.
Manel del Valle, investigador y profesor del Grupo de
Sensores y Biosensores del Departamento de Química de la UAB, explica
que este ingenio utiliza sensores denominados de "respuesta cruzada" que
reaccionan a los diferentes elementos presentes en una matriz.
Estos
sensores están inspirados en el sentido del gusto, es decir, en las
papilas gustativas que responden a lo ácido, lo amargo, lo salado y lo
dulce -e incluso también podría detectar el "umami", el quinto gusto que
existe según la cultura asiática- para con todas estas impresiones
básicas componer los centenares de percepciones distintas que los
humanos tenemos de los alimentos. Con un programa de inteligencia
artificial construyeron un modelo que una vez entrenado ha ido
aprendiendo a identificar las variantes y a detectarlas, "lo que es de
gran interés para detectar fraudes y falsificaciones"
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