María Hernández se asoma al abismo. No puede llenar la nevera.
Perderá su casa el próximo mes. Tiene 48 años. Cree que nunca trabajará.
“Lo he perdido todo. Me han vendido la moto”, se lamenta esta
salmantina que asegura recibir amenazas de muerte. El motivo, señalar en
Internet a los responsables de su “ruina”: TelexFree,
una compañía multinivel donde depositó 15.000 euros para darle un
futuro laboral a su hija. Fue en marzo. Un mes antes de que el FBI
aterrizara en las minúsculas oficinas de la empresa en Massachusetts y
el regulador de la Comisión de Bolsa y Valores de Estados Unidos (SEC
en sus siglas en inglés) desmontase la farsa. Una colosal pirámide que
ha atrapado los ahorros de más de 50.000 españoles, según cálculos de EL
PAÍS.
Esta historia gravita sobre un pecado capital: la codicia. Un
estímulo que empujó a más de un millón de inversores en el mundo a
confiar desde 2012 en una propuesta sin sentido: pagar por entrar en un
sistema que permitía cobrar miles de euros por copiar y pegar anuncios
clasificados en Internet. Una labor de tan solo 10 minutos diarios que
no requería pericia informática y ofrecía un retorno anual de hasta el
265%. Un chollo. El señuelo de enriquecerse a golpe de clic se propagó
como la pólvora por Brasil (240.000 víctimas) y República Dominicana
(150.000). Después recaló en Colombia, Perú… y España. El fraude
planetario suma 730 millones de euros, según la SEC.
El señuelo se propagó por Brasil (240.000 víctimas) y República Dominicana (150.000) antes de llegar a España
El cordobés Antonio Rivas, de 48 años, admite ser el pionero de
TelexFree en España. Importó el negocio en julio de 2012. Rivas es
cantante melódico. Su especialidad son las bodas. Cobra 350 euros —más desplazamiento— por interpretar durante una hora temas como María la Portuguesa.
“Sólo he ganado 4.000 euros en este tiempo. Soy una víctima más”,
resume este hombre que se presenta como programador informático aunque
sólo tiene el graduado escolar. Hasta cuatro exmiembros de la empresa y
afectados desmontan sus cifras. Sostienen que las 38.000 personas de las
que presumía en Internet de haber reclutado le habrían reportado unas
ganancias diarias de 1.000 euros. “No he vivido de TelexFree. Soy el
único que ha declarado sus ingresos a Hacienda”, insiste. En privado, la
veintena de víctimas consultadas sostiene que la mayor parte del dinero
de la compañía circulaba en B.
El artista melódico descubrió TelexFree a través de una
videoconferencia con San Rodrigues de Vasconcelos, uno de los ocho
cabecillas de la pirámide, según la SEC. Brasileño de 42 años, De
Vasconcelos era el personaje idóneo para conferir épica al montaje. Un extoxicómano
que salía del pozo de la exclusión aferrándose a la Biblia. Después fió
su éxito a las compañías multinivel. Pero la ascensión tenía truco. En
2007 ya fue acusado por el regulador estadounidense de levantar una
pirámide con la empresa Universo FoneClub. Fue condenado a pagar una
multa de más de un millón de euros. Hoy, una mujer responde al otro lado
del teléfono en su casa en Brasil que no conoce a aquel hombre que alardeaba de estatus en YouTube
a lomos de un Ferrari. “San Rodrigues ganó más de dos millones de
dólares con todo esto”, explica el cantante cordobés, que también dice
estar amenazado de muerte. En su caso, por quienes le atribuyen el
tejido de una infernal arquitectura que ha condenado a la miseria a
miles de familias españolas.
El espejismo del dinero fácil es clave para entender este alambicado
relato. “La chica que me metió conducía un BMW”, recuerda el entrenador
personal salmantino Chema Guevara, de 39 años. “Mi líder ganaba 6.000
euros semanales”, añade Chus Rabado, de 37. “En las presentaciones
alardeaban de haber comprado casas. Yo me quedé en bragas. Hay quien lo
vendió todo para comprar muchas licencias”, remata la terapeuta
argentina Valeria V. Esta mujer afirma que le dieron de lado tras
entregar sus 1.080 euros. La mayoría de ellos fueron captados por una
treintañera llamada Silvia. Una madrileña que presumía en privado de
“ser licenciada en la universidad de la vida” y se mostraba hiperactiva
cuando reclutaba a nuevos aspirantes. Hoy tampoco descuelga el teléfono.
La profesora de inglés en paro Elisabeth Hernández abrazó TelexFree
como alternativa laboral. A sus 30 años, desembarcó en la pirámide tras
solicitar un crédito de 5.500 euros. Fue un mes antes de que el negocio
explotara. Se ha arruinado. “Un hombre sufrió un infarto tras enterarse
de la quiebra. Su familia invirtió 42.000 euros”, musita por teléfono
desde el Estado mexicano de Hidalgo.
Hernández conoce el “daño” que la pirámide ha causado en Sudamérica, donde la fórmula arrasó. En Brasil, la compañía patrocinó al equipo de fútbol Botafogo
y se convirtió en el segundo término más buscado de Google en 2013. El
directivo del multinivel en este país, Carlos Roberto Costa, llegó a colgar en YouTube un supuesto contrato de Mapfre
que garantizaba la inversión. Fuentes de la aseguradora española
insisten en que jamás existió relación. Pero hay más. Los tribunales
brasileños ya calificaron hace un año a TelexFree como una de las
mayores pirámides financieras de la historia.
Los damnificados españoles se preparan para una cruzada en los tribunales. Ultiman una demanda colectiva
por la que ya se han interesado 1.200 víctimas. Defienden que el
desplome de TelexFree fue una voladura controlada. Que los jefes
conocían con antelación la noticia. Y que trabajaron a contrarreloj para
engordar la caja y saltar con el botín antes de la detonación. “A
principios de marzo se volvieron locos por introducir nuevos socios”,
indica María Hernández. Esta afectada sostiene que el rumor del derrumbe
circuló entre la cúpula durante el congreso de marketing multinivel que
se celebró en Madrid los días 1 y 2 de marzo pasados, ocho meses
después de que la justicia brasileña tomara cartas en el asunto. En el
congreso participaron los fundadores de TelexFree, los estadounidenses
James Merrill y Carlos Wanzeler. Su presencia quedó inmortalizada en
decenas de selfies captados por los 2.000 asistentes en un acto donde se vociferó con euforia un grito de guerra: “¡Voa, Voa, TelexFree!”, como en la película El Lobo de Wall Street.
También se exhibió el salvoconducto de la ambición. Los asistentes que
levantaron un dedo perseguían su primer millón de dólares. Hay quien
alzó tres, según varios testigos. “Yo hice el numerito, ahora me siento
como un idiota”, reconoce Paco J., un prejubilado de 54 años que ha
perdido 9.000 euros y arruinó a su hijo.
Las claves del timo
1. Alguien cercano o incluso un familiar presenta la compañía como una fórmula de autoempleo. Parados e inmigrantes son los principales destinatarios de esta estructura de negocio. Los captadores garantizan las ganancias.2. El negocio consiste en reclutar a nuevos vendedores cuyo trabajo es, a su vez, captar más distribuidores. Su labor consiste en copiar y pegar anuncios clasificados en la Red. La actividad produce —en teoría— beneficios porque posiciona a la firma en los buscadores. Además, los distribuidores deben comercializar también una tarjeta de 3.000 minutos mensuales de llamadas por Internet (tecnología Voz IP). Cuesta 36 euros. La Red ofrece gratis aplicaciones similares como Viber o Skype.
3. Entrar en la estructura cuesta entre 211 y 759 euros. Estos precios garantizan la publicación de anuncios en la web —una labor que requiere 10 minutos diarios y no exige conocimientos informáticos-. Ofrece un retorno anual de la inversión de hasta el 265%. Si aumentas las licencias, crece el tiempo que necesitas para colocar los anuncios.
4. TelexFree ofrece la opción de cobrar sin trabajar. Para ello hay que embaucar primero a una teleraña de vendedores. Los beneficios reportarán comisiones al arquitecto de la estructura.
5. Los beneficios se ingresan en dólares en unas carpetas virtuales denominadas back office. Los jefes pueden acceder a estas direcciones y a las ganancias de sus vendedores.
Un mes y medio después del congreso de Madrid, la SEC
acusaba a Merrill y Wanzeler junto a otros seis directivos de idear una
estructura piramidal que tenía como base las oficinas de Massachusetts y
que se había propagado como un virus. Casi calcado del esquema Ponzi,
como el que levantó hasta 2008 en Wall Street el financiero Bernard Madoff. El regulador alegó que los ingresos de TelexFree representaban el 1% de sus compromisos de pago.
La investigación sacó a la luz una impostura que había durado dos
años. Los orígenes de Merrill conducían a una pequeña firma de limpieza
de oficinas en la ciudad estadounidense de Ashland. El fundador de la
pirámide carecía del título de Económicas por la Westfield State
University del que presumía. Y el flamante edificio de la publicidad
resultó ser un espacio de trabajo compartido con otras 28 sociedades.
Merrill, de 52 años, fue detenido. Su socio Wanzeler, de 45, declarado
prófugo. TelexFree pidió en abril acogerse al capítulo 11 de la Ley de
Bancarrota de EE UU. Un tribunal congeló sus fondos. La investigación
delató que los cabecillas desviaron dinero a sus cuentas. “Ha sido una
de las mayores estructuras [piramidales] de la historia”, explica desde
Florida el abogado experto en esquemas Ponzi Jordan Maglich.
“Todo se fue a la mierda”, sentencia el fontanero Andrés S., un madrileño que ha perdido 3.000 euros.
Entre los pioneros de TelexFree empieza a cundir el nerviosismo. Las
imágenes de los cabecillas circulan por las redes sociales. Se les
señala como los culpables de la miseria ajena. Algunos intentan
desvincularse de la pirámide que se desmorona para saltar a otra. Este
periódico presenció cómo el exlíder de TelexFree en España Juan Carlos Molina
entregó un sobre con más de 3.000 euros a la afectada Mara V. El pago
se realizó en una cafetería de la estación madrileña de Atocha.
Perseguía que la víctima, que perdió 5.000 euros procedentes de la
herencia de su hermana, dejara de culpar en Internet al hombre que le
reclutó para la estructura. “No participo en reportajes. No respondo”,
zanjó Molina tras ser abordado. Este andaluz ensalza ahora en convenciones a la americana las bondades de la compañía multinivel WishClub.
TelexFree ha causado estragos. El aparejador murciano Pedro T. ha
pedido un aplazamiento de su hipoteca para conservar su piso. Perdió
18.000 euros. El chófer Abel Navamuel trabaja para devolver los 4.000
euros de un amigo que reclutó. Tiene remordimientos. Y una joven peruana
residente en Chile se asoma al desahucio tras confiar 50.000 euros que
ya no volverán, según M. P., una colombiana que preserva su identidad
para evitar amenazas y asesora a través de Facebook a centenares de españoles y sudamericanos que compraron el mensaje de la riqueza exprés a golpe de clic.
Inmaculada Torres Adán está desempleada. Tiene 35 años. Fue de las
últimas en desembarcar. “Era como una secta. Te machacaban por
What‘sApp. Esta madrileña ha sido la única víctima que se ha dejado
fotografiar para este reportaje. Torres renunció a recuperar sus 4.500
euros. No quiso reclutar a amigos y familiares. Sospechó del fraude. “Me
habría muerto de la vergüenza”. A diferencia de la mayoría de
afectados, duerme tranquila.
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