El 21,5% de los usuarios de teléfonos móviles en España ha sufrido un intento de fraude en el último año, según un estudio realizado por el Instituto Nacional de Tecnologías de la Comunicación (Inteco) y el Observatorio Nacional de las Telecomunicaciones y de la Sociedad de la Información (ONTSI). Otro informe
elaborado por estos mismos organismos en 2012 demuestra que es una
tendencia creciente, pues ese año el porcentaje se quedó en el 15,5%. La
situación más habitual es recibir llamadas o mensajes engañosos para
que el usuario se suscriba sin darse cuenta a servicios de mensajería de
pago (los llamados SMS Premium) o realice llamadas a números de
tarificación adicional (que suponen un sobrecoste en la factura).
Las asociaciones de consumidores llevan tiempo advirtiendo del
problema y reclamando a las Administraciones medidas más eficaces para
combatirlo. Facua, una de las más
activas en esta batalla, alerta periódicamente de nuevos trucos que
inventan los estafadores para confundir a los usuarios. “Casi siempre
desmontan la estafa en cuanto la destapamos y empezamos a difundirla,
pero esto no soluciona el problema porque enseguida inventan otra
artimaña parecida. Y como las autoridades no les sancionan o les ponen
multas ridículas, les sale rentable y siguen haciéndolo”, subraya Rubén
Sánchez, portavoz de Facua.
El catalógo de estafas recopiladas por Facua muestra una inventiva variada y retorcida. La última, descubierta este mismo mes, utilizaba como gancho las pruebas para participar como extra en la famosa serie de televisión Juego de tronos,
que rodará parte de su quinta temporada en Andalucía. Los timadores
crearon una página en Internet (castingjuegodetronos.com) que indicaba
un teléfono para apuntarse a las pruebas, pero en realidad era solo un
servicio de información con tarificación adicional que únicamente
ofrecía el número de la productora que trabajará en la grabación de la
serie.
Aunque esa página web ya está deshabilitada, la organización de
consumidores ha interpuesto una denuncia contra la empresa titular de
ese número ante la Secretaría de Estado de Telecomunicaciones y para la
Sociedad de la Información (SETSI) y otra ante las autoridades de
consumo por publicidad engañosa. “El problema es que la SETSI tarda un
año en decidir si ordena la cancelación de un número, y además no tiene
capacidad para poner sanciones. Y las autoridades de consumo, que sí
pueden poner multas, llegan a tardar hasta dos años. En todo ese tiempo,
los estafadores pueden haber montado decenas de timos porque nadie les
ha parado a tiempo”, insiste Sánchez.
Los riesgos del wifi gratuito
El 17% de los usuarios de teléfonos inteligentes se conecta habitualmente a las redes de wifi gratuitas que ofrecen tanto instituciones públicas como empresas (Ayuntamientos, bibliotecas, hoteles, aeropuertos), según el estudio Ciberseguridad y confianza en los hogares españoles que acaban de publicar el Inteco y ONTSI. Es un servicio público cada vez más demandado, sobre todo por turistas y usuarios que quieren ahorrar en sus tarifas de navegación, pero los expertos advierten de que entraña riesgos.“Hay que tener en cuenta que son redes abiertas en las que el tráfico no va cifrado, por lo que son muy fáciles de monitorizar. Cualquier hacker es capaz de entrar para ver qué sitios visitan los usuarios que se conectan y, lo que es peor, hacerse con sus contraseñas”, afirma el responsable de Investigación en Ciberseguridad de Inteco, Deepak Daswani. “Esto no quiere decir que no se deban utilizar, pero no para cualquier cosa. Están bien para hacer consultas sencillas, leer la prensa o buscar restaurantes, pero no es recomendable utilizarlas para entrar en redes sociales o realizar ninguna operación que requiera usar contraseñas. Y mucho menos para hacer movimientos bancarios”, advierte. “Es imposible calcular cuántos usuarios pueden haber sido víctimas de alguno de estos hackers de redes públicas, pero sabemos que están detrás de muchos robos de datos o suplantaciones de identidad que se denuncian”.
El pasado marzo la Oficina Europea de Policía (Europol) alertó del peligro de enviar datos importantes por medio de estas redes después de que el Parlamento Europeo sufriera un ataque. La institución tuvo que cortar el acceso a su wifi público tras detectar que un intruso había captado comunicaciones entre teléfonos privados y la red del propio Parlamento.
Una técnica muy común es enviar mensajes SMS o de Whatsapp con
advertencias que pueden despertar curiosidad o preocupación. “Aviso
urgente: Tiene tres mensajes muy muy urgentes retenidos, recibidos hoy a
las 10.18. Si desea escucharlos llame 11861, le informaremos”, decía
uno denunciado recientemente por Facua.
Y otro: “Estoy intentando localizarte en el Facebook, ¿es que no
tienes? ¿Cómo podría hablar contigo?”. Responder a alguno de estos
mensajes supone perder entre 1,20 y 6 euros o suscribirse a un servicio
de pago periódico. Otros timadores se aprovechan incluso de parados en
busca de trabajo ofreciendo falsas ofertas de empleo que en realidad solo persiguen que los interesados llamen a líneas de tarificación adicional.
Es difícil calcular cuánto dinero pueden conseguir estos estafadores
con cada timo porque muchos afectados ni siquiera saben que les han
robado. Muchas veces son cantidades pequeñas, de dos o tres euros, que
no se notan en la factura final, por lo que los estafados no se enteran
o, si lo hacen, no denuncian para ahorrarse las molestias del proceso.
El informe de 2012 de Inteco y ONTSI reflejaba que de ese 15,5% de
usuarios que afirmaron sufrir un intento de fraude, solo un 2% llegaron a
sufrir un perjuicio económico; y entre estos, un 7,1% perdieron más de
400 euros y un 74,6% menos de 50 euros. Este dato no se ha actualizado
en el nuevo estudio, por lo que el porcentaje de perjudicados ahora no
se conoce.
Lo que sí se sabe claramente es que las víctimas potenciales
aumentan. “El espectro de personas que utilizan teléfonos inteligentes
aumenta cada año. Hay cada vez más personas mayores, por ejemplo, a las
que les puede ser más difícil detectar estos intentos de fraude y pueden
caer en el timo con más facilidad”, explica Deepak Daswani, responsable
de Investigación en Ciberseguridad de Inteco.
La estafa, además, puede estar no solo detrás de un mensaje
sospechoso. Hay también artimañas técnicas. “Por ejemplo, hay
aplicaciones que, al ser descargadas, están programadas para suscribir
automáticamente al usuario a servicios de mensajería Premium o
introducir virus. Esto es cada vez más corriente, y las aplicaciones
fraudulentas se pueden colar hasta en las tiendas oficiales”, asegura
Daswani.
Con una de estas aplicaciones tóxicas un joven murciano de 23 años
consiguió defraudar unos 40.000 euros en dos meses. Su táctica fue
lanzar y publicitar en redes sociales una aplicación que supuestamente
espiaba conversaciones de Whatsapp. Cuando los interesados en adquirir
esta aplicación de forma gratuita en su móvil pinchaban en el botón de
descarga, lo que en realidad hacían era suscribirse a un servicio de
mensajería Premium. El estafador fue detenido, pero no se sabe a cuántas
personas logró engañar porque nadie lo denunció: quien lo hubiera
hecho, se habría delatado a sí mismo de un delito de intento de
espionaje.
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