El fraude del millón de euros estuvo a punto de hacerse realidad el
año pasado. La compañía de seguros Fiatc recibió una solicitud de
indemnización por el fallecimiento de una mujer que tenía contratado con
ellos un seguro de vida. Había muerto en un viaje a Paraguay ¿La
fatalidad? Una mala caída desde una silla. La cobertura que tenía con
esta compañía era de 400.000 euros, pero con otras aseguradoras tenía
cubiertos riesgos por otros 600.000 euros. Al final, la mutua
aseguradora catalana descubrió que todo era un montaje, y que la mujer
había muerto de cáncer.
El caso, completamente verídico, fue uno de los ganadores en la
vigésima edición del Concurso de Detección del Fraude, organizado por
Investigación Cooperativa entre Entidades Aseguradoras (ICEA).
“Empezamos a sospechar desde el principio”, explicaba ayer Pedro
Guzmán, director de siniestros de Fiatc. “En primer lugar, porque ya
tenía una primera póliza con nosotros y, poco antes del supuesto
fallecimiento, había contratado otra. Además, en el estudio para ese
primer contrato de seguro de vida se reflejaba que la mujer padecía un
cáncer”.
Otro aspecto del siniestro que les pareció sospechoso a los
investigadores de la aseguradora es que el accidente mortal hubiera
ocurrido en Paraguay. “Los beneficiarios de la póliza aportaron todo
tipo de documentación, desde el atestado policial a los informes
hospitalarios, todos ellos visados por la embajada de Argentina, de
donde procedía la fallecida. Aunque aparentemente los papeles estaban
bien, nos resultaba un poco enrevesado”.
Los antecedentes
Un detective privado contratado por Fiatc empezó a indagar en los
antecedentes de la víctima y descubrió que sus situación económica era
muy delicada. Varias empresas en las que había tomado parte estaban en
quiebra. “Con estos mimbres empezamos a investigar sobre la autenticidad
de los documentos aportados y descubrimos que todos eran falsos, desde
el primero hasta el último. De hecho, la mujer nunca había viajado a
Paraguay”.
Cuando avanzaron las pesquisas, Fiatc contactó con otras compañías a
las que se había reclamado el pago de indemnizaciones por pólizas de
vidas contratadas. Los beneficiarios de las mismas, que reclamaban en
total 1,2 millones de euros, desistieron de sus reclamaciones en cuanto
les mostraron las evidencias del fraude.
Durante el pasado ejercicio se detectaron en España 151.995 casos de
fraude al seguro, lo que implica un incremento del 2,4%. La cifra casi
duplica a la que se registraba antes de la crisis.
Los intentos de engañar a las aseguradoras habrían tenido un coste para el sector de 573 millones de euros, según explicó ayer el director general de ICEA, José Antonio Sánchez, durante la presentación del informe sobre el Fraude al Seguro español.
Los intentos de engañar a las aseguradoras habrían tenido un coste para el sector de 573 millones de euros, según explicó ayer el director general de ICEA, José Antonio Sánchez, durante la presentación del informe sobre el Fraude al Seguro español.
El trabajo realizado por las aseguradoras para la investigación y
detección de esos fraudes permitió que solo se abonaran 161 millones de
euros que, según el estudio, “era la cantidad real” a la que tenían
derecho los asegurados. Esto significa que las aseguradoras evitaron
pagar indebidamente 412 millones de euros en 2013, el 72 % del importe
inicialmente reclamado.
De acuerdo con la responsable del estudio, Marta Rodríguez, una de
las tendencias en detección del fraude es el uso de redes sociales para
comprobar si los supuestos accidentados padecen directamente las
enfermedades por las que reclaman una indemnización. “Cada vez es más
normal destapar el fraude al ver en Facebook una foto del teórico
tetraplégico bailando con el padrino de una boda”.
En otro de los casos premiados ayer, Línea Directa descubrió que los
siete demandantes de una indemnización por un accidente de tráfico eran
meros hombres de paja de un abogado y propietario de un centro de
rehabilitación. El estafador tenía el negocio redondo, pagaba 500 euros a
personas con pocos recursos para que fingieran un siniestro, y luego
les “asesoraba” en la reclamación y les “atendía” en su clínica.
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