7 de octubre de 2012

Estafadores de reputación

Si de un día para otro la imagen de su empresa en Internet se va a pique, usted podría ser víctima de una agencia de mejoramiento de reputación deshonesta. Los embaucadores aparecerán en el momento preciso para ofrecerle solucionar todos sus problemas. Y lo harán, porque ellos mismos los crearon. 
 
Negocio de reputación

Cada vez son más los consumidores que no invierten un centavo en un producto o servicio sin hacer primero una búsqueda en Internet. Las reseñas publicadas en sitios de ventas y los comentarios críticos publicados en foros especializados son su herramienta principal para medir la calidad de lo que van a comprar. Y también una oportunidad de negocio para agencias legítimas que ayudan a las empresas a manejar su imagen en Internet.

Estas ‘agencias de reputación en línea’ hacen un trabajo completo para administrar y mejorar la imagen que una empresa proyecta en la Red. Cuando alguien escribe comentarios críticos o reseñas negativas a sus productos, la agencia advierte a la empresa y la pone en contacto con el usuario insatisfecho, para encontrar una solución al problema.

Desafortunadamente para quienes prestan este servicio, y para los dueños y directores de miles de empresas pequeñas y medianas, hay quienes se aprovechan del sistema de publicaciones, opiniones y reseñas en la Red.

Coerción de reseñas

Tim Branscomb, dueño de la joyería Sierra West Jewelers, sospecha que su empresa fue el objetivo de una agencia de reputación en línea deshonesta. Sus sospechas empezaron cuando su negocio empezó a generar toda clase de comentarios negativos en Internet.
La situación fue particularmente sorpresiva para Branscomb, quien está convencido de que su empresa trata muy bien a sus clientes, incluso a aquellos que tienen quejas sobre sus productos.

Pero había algo aún más extraño: pocas horas después de la publicación de esta clase de comentarios, Branscomb recibía llamadas de parte de una “agencia de mejoramiento de reputación”, que por $500 dólares le ofrecía monitorear la Red y retirar los comentarios que criticaran a su empresa.
Branscomb no tuvo demasiados problemas para adivinar que se trataba de una estafa; por un lado las críticas a su negocio eran imprecisas y no parecían hechas por alguien que hubiera estado en Sierra West Jewelers. Por otro lado, una agencia de reputación legítima no ofrecería ‘quitar las críticas malas de Internet’, como si se tratara de un chantaje.

Estafa interrumpida

Los temores de Branscomb se confirmaron cuando la agencia de mejoramiento de reputación le hizo una segunda oferta para borrar la mala propaganda que Sierra West estaba recibiendo en Internet. El ejecutivo pidió hablar con el director de la agencia de reputación, y que le dieran información específica sobre la ubicación de sus oficinas.
Los funcionarios de la agencia colgaron el teléfono, y cortaron comunicación definitivamente.

La experiencia de esta empresa podría ser aislada, pero es improbable. Lo mejor que pueden hacer los dueños de empresas jóvenes que apenas empiezan a consolidar su presencia en la Red y a desarrollar una estrategia de social media es estar atentos a ofertas que parezcan sospechosas.

Ayuda no solicitada

Por supuesto los usuarios regulares corren tanto riesgo como las empresas de ser embaucados con excusas tecnológicas. En una de las modalidades más populares, un usuario incauto o poco experimentado recibe una llamada de ‘Soporte Técnico’ de alguna empresa de software, generalmente una reconocida, y comete el error de creer que realmente alguien está tratando de ayudarle a solucionar un problema grave, aun cuando nunca pidió ayuda.

La mayoría de las veces los estafadores ofrecen arreglar una falla de seguridad,  y casi siempre piden acceso al computador de la víctima, o “asistencia remota”. El proceso parece limpio: instalar una herramienta totalmente legítima como TeamViewer, o instalar otros programas hechos precisamente para esta tarea. La mayoría de las víctimas de esta modalidad de fraude se convence de que no hay nada extraño en el proceso, al ver que un representante de soporte técnico le pide instalar programas de forma común y corriente.

Otros simplemente piden a los usuarios que hagan todo lo que se les indica. Controlar el ordenador de su víctima no es un requerimiento para robarle su dinero.

En la etapa siguiente, los estafadores aprovechan para disparar mensajes de advertencia o error, y convencer a sus interlocutores de que se trata de un virus que ha infectado su máquina.

La calidad de esta pequeña obra de teatro digital es variable: algunos estafadores piden a sus víctimas que desactiven el servicio de Temas de Windows, lo cual hace que el sistema operativo se vea como Windows 98. Otros piden que borren entradas del registro que causarán problemas para reiniciar la máquina. El efecto final es convincente: la víctima ve cómo su equipo empieza a fallar frente a sus ojos.

Y al otro lado de la línea hay una persona que ofrece solucionar el problema. Todo lo que necesita es el número de su tarjeta de crédito, o ni siquiera eso: la víctima puede pagar a través de un portal de Internet, y el ‘agente de soporte técnico’ solucionará un problema que él mismo creó, y que en muchos casos ni siquiera es un problema, sino sólo un cambio de configuración del equipo, perfectamente reversible.

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