Reduce un poco tu
barriga cada día usando este raro y antiguo truco”. “Una madre ha
conseguido eliminar sus arrugas con este raro y antiguo truco”;
“Recupera todo tu pelo con un raro y antiguo truco”. Son mensajes muy
habituales en los banners que pueblan internet.
Cualquiera
que se mueva un poco por la red se ha encontrado con este tipo de
publicidad. Son anuncios muy simples, con ilustraciones toscas o con
fotos que resultan simplemente increíbles. Dan la impresión de ser tan
obviamente falsos que uno se pregunta qué hay detrás. Y por qué esa
continua insistencia en el “raro y antiguo truco” -una traducción de weird old trick -.
Para responder a esas preguntas, Alex Kaufman decidió emprender un metafórico viaje virtual a lo desconocido y mirar tras el espejo. En otras palabras: hacer click. El click que buscan esos banners. Armado con una tarjeta de crédito lista para usar, un ordenador que no le preocupaba llenar de malware
y con el consejo de un experto en marketing para interpretar lo que iba
encontrando, Kaufman se propuso descubrir cuál era el famoso truco, y lo cuenta en Slate.
Un mensaje que no puedes parar ni saltarte
El anuncio en cuestión en este caso prometía revertir la diabetes utilizando solo una rara
especia. Al pinchar en él, apareció en la pantalla de Kaufman un vídeo
sin opción de pausar y sin barra de reproducción. Una voz en off
comenzó a leer un mensaje que aparecía también en la imagen. Todo el
mensaje se orientaba a asegurarse de que Kaufman seguía atento hasta el
final. “Este podría ser el vídeo más importante que vea en su vida”,
repetía la voz.
Cada vez que Kaufman parecía estar a punto de
descubrir el famoso secreto, el mensaje del vídeo daba un rodeo. La
industria farmacéutica era blanco de varias críticas: “Las farmacéuticas
te han estado mintiendo, se benefician cada vez que tomas sus pastillas
o te pones sus inyecciones”.
Según Michael Norton,
profesor de marketing en la Escuela de Negocios de Harvard, “la gente
tiende a creer que algo es más importante si es secreto”. De ahí la
insistencia de la publicidad en que alguien no quiere que te enteres de
lo que te cuenta, explica Norton. “Estos anuncios se presentan con un
hombre contándote lo que ellos no quieren que sepas”, señala.
Detrás de este anuncio en concreto resultó estar Barton Publishing,
una empresa dedicada a la publicación de libros sobre remedios curas y
remedios naturales para todo tipo de males, desde la disfunción eréctil
hasta la artritis.
En argumentos, vale más la cantidad que la calidad
El
vídeo resultó ser tedioso y exasperantemente largo, igual los de otros
dos anuncios que probó Kaufman, uno que prometía explicar el verdadero
motivo por el que Obama quiere prohibir las armas y otro sobre un método
para alargar el pene.
“Lo que realmente me sorprendió de este
sistema es que no hay forma de callar esa voz y comprar lo que sea. Los
vídeos duran de 15 a 30 minutos y tienes que verlo entero antes de poder
usar la tarjeta de crédito para lo que sea”, explica.
Según
estudios sobre técnicas de persuación, cuantos más argumentos des en
favor de algo mejor. Una vez convencidas, sin embargo, las personas
queremos una solución rápida y sencilla
Algo que el
periodista achacó a la intención de picar la curiosidad del internauta.
Pero Norton dio otra razón: “investigaciones sobre técnicas de
persuasión demuestran que cuantos más argumentos des en favor de algo,
sin importar la calidad de esos argumentos, más tiende la gente a
creerlo”.
Si esto es cierto y cuantos más motivos, mejor, ¿por
qué la insistencia en “un raro y antiguo truco”? Según el experto en
marketing, una vez convencidas de algo, las personas queremos una
solución rápida y sencilla. Algo que podamos conseguir fácilmente y que
termine con el problema de una vez y para siempre.
Cercanía con el espectador
La
expresión “raro” también es llamativa por lo que se repite, y porque no
es un adjetivo utilizado muy a menudo en publicidad. De hecho, llama la
atención e intriga, y su connotación no es enteramente negativa. Pero
esos no son los únicos motivos para utilizarla en estos anuncios.
Reconocer que la solución ofrecida es “rara” pone al autor del anuncio y
a su espectador al mismo nivel, lo que refuerza la idea de que es un
hombre corriente contándote lo que otros no quieren que seas.
Ese es también el objetivo de la estética algo simple e incluso torpe de los banners:
acercar al emisor de la publicidad a cada uno de los receptores. Pero
además, unos anuncios tan toscos llaman mucho la atención. Puede que
esto perjudique a la reputación de las empresas, pero si una empresa no
tiene reputación alguna porque es desconocida, ¿qué puede perder?
"A veces el objetivo es poner a prueba al espectador"
Según Oleg Urminsky,
de la Escuela de Negocios de la Universidad de Chicago, puede haber
otra razón para que estos anuncios sean tan tediosos, poco atrayentes e
incluso para que den esa sensación de estafa segura.
Un
vídeo largo puede ser un mecanismo de clasificación: si la persona es
capaz de verlo entero, puedes contactar con ella más tarde por email o
intentar venderle otra cosa
“A veces el objetivo no es que
el consumidor compre algo, a veces lo que se busca es ponerle a prueba.
Un vídeo largo es un mecanismo de clasificación. Una vez que determinas
que esa persona es capaz de verlo entero, puedes contactar con ella más
tarde por email o intentar venderle alguna otra cosa”, explica.
Pone
como ejemplo los famosos correos estafa del príncipe nigeriano: “no son
muy convincentes, pero no están hechos para serlo. Si eres un
escéptico, los timadores querrán gastar el menor tiempo posible contigo.
Estos vídeos seleccionan a las personas de forma parecida”.
Toscos, pero muy hábiles
En conclusión, puede que este tipo de banners
parezca poco atractivo y que nos preguntemos incrédulos quién pensó que
podrían convencernos de algo. De hecho, está claro que no están
pensados para persuadir a la mayoría de la gente.
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