En
las etiquetas está escrito «Made in Italiy» y «Aceite extra virgen de
oliva». Pero en realidad la mayor parte del aceite que se vende y se
exporta en Italia es el resultado de mezclas de aceites que proceden de
Túnez, Marruecos, Grecia y , sobre todo, de España. Se trata de un
mercado de grandes beneficios, organizado por lo que ya se conoce en
Italia como «agromafia», unos padrones en cuyos bolsillos se meten cada
año 5.000 millones de euros.
Se trata de un refinado fraude comercial, un negocio ilegal, que ve implicados al menos una decena de marcas,
algunas muy conocidas, cuyos nombres aún no se han hecho públicos
porque aún está en marcha una gran investigación, a la que ha tenido
acceso el diario La Repubblica, realizada por agentes de Aduanas ,
Guardia de Finanzas y detectives antifraude del Cuerpo Forestal del
Estado, en colaboración con Coldiretti, la principal organización de
empresarios agrícolas italianos, con un millón y medio de asociados.
Los
nuevos «señores» del aceite ni siquiera exprimen ya las aceitunas en
las almazaras: Sencillamente, el aceite lo obtienen mediante una
transformación, a su manera. Es decir, lo manipulan, le dan olor y
sabor. Y sobre todo, importan. Compran a manos llenas en el extranjero,
en la cuenca del Mediterráneo, sobre todo en España, y lo revenden en
Italia y en el exterior. Eso sí, colocan la etiqueta de «Made in Italy»,
y se las dan como los mejores productores del mundo, porque hacen el
mejor y más rico oro amarillo.
Se trata de un fraude, algo completamente ilegal, porque
los aceites vírgenes y extra vírgenes de oliva embotellados deben
respetar, desde el 17 de enero 2008, las normas obligatorias sobre
etiquetas, en las que debe figurar el Estado de la Unión Europea o
país extracomunitario en el que son cultivadas las aceitunas y dónde se
ha producido la transformación. En definitiva, un aceite solamente
puede definirse italiano solamente cuando las aceitunas de las que se
extrae son cultivadas en Italia y la transformación se realiza en una
almazara italiana. En la práctica, en 9 botellas sobre 10, esa
descripción que debe figurar en la etiqueta es ilegible. Los caracteres
son tan pequeños, e impresos en lugares casi escondidos (y no siempre se
imprimen) que para descubrirlos sería necesaria una lupa.
Cómo funciona el negocio
Una
decena de etiquetas o marcas, algunas muy conocidas, han formado un
bloque de empresas –productores y distribuidores- , aliados para
especular y cometer un sofisticado fraude comercial, engañando al
consumidor y acumulando enormes beneficios. Para ello, importan enormes
cantidades de aceite de Grecia, Túnez y, sobre todo, de España. En
algunos casos, el aceite lo compran de sociedades a las cuales están
ligados: el mismo padrón, el mismo grupo o familia. Controlan precios y
mercado: «Hay un grupo de poder agroalimentario que con la importación y
la transformación está haciendo fortunas legales. Asi como para las basuras se habla de ecomafia, ha llegado el momento, también para el aceite, de hablar de agromafia.
Hay que comenzar a investigar ciertos patrimonios”, denuncia Stefano
Masini, el responsable de consumo de la organización de empresarios
agrícolas Coldiretti.
La
envergadura del negocio es extraordinaria: 4 de cada 5 botellas de
aceite de oliva extra virgen llevan la bandera italiana oficialmente,
pero contienen productos extranjeros, procedentes sobre todo de España y
Grecia. Frente a 250.000 toneladas de aceite que Italia exporta, su
cifra de importación es extraordinaria: 470.000 toneladas (en el 2010,
la cifra fue de 570.000 toneladas).
Esta
«agromafia» compra el kilo de aceite español, de óptima cualidad, a 50
centimos. Los importadores lo revenden al menos a 2,50 ó 3 euros.
Su gran negocio lo hacen con España, el primer país productor mundial
de aceite de oliva, con una producción media anual de 700-000-800.000
toneladas, llegando a alcanzar 1.400.000 en algunas campañas. A la
exportación, fundamentalmente a Italia, se destinan 300.000 toneladas,
alcanzando las 600.000 en algunas campañas.
La
misma operación se realiza con Túnez, primer productor de aceite de
oliva de África, y segundo país del mundo por superficie cultivada.
Producir un kilo de aceite en Túnez cuesta 10 céntimos, mientras en
Italia se eleva a una media de 4-5 euros. En Túnez, el importador de
aceite italiano paga 20-23 céntimos el kilo. Ese aceite se etiqueta en
Italia y los astutos distribuidores italianos lo colocan a precios
rebajados, entre 2 y 4 euros, en los grandes supermercados, en las
tiendas de gasolineras, etc.
Algunas
regiones italianas son ricas en olivos y también en embrollos
agroalimentarios. “El aceite, con relación a otras producciones
agroalimentarias, como por ejemplo el vino, es un producto
extraordinariamente simple. Hoy el aceite extra virgen de oliva se ha
convertido en una jungla. Resultado: Las empresas italianas no exprimen
nada. Almacenan el aceite de importación. La gente lo compra y no sabe
que es un engaño, porque con la etiqueta se logra saber qué es lo que
hay en la botella”, afirma Amedeo De Franceschi, vice comandante del
Cuerpo Forestal que lucha contra el fraude.
Resultados desastrosos
¿Qué
aceite compran hoy los italianos? En el supermercado, el precio medio
del aceite procedente de España, vendido como extra virgen italiano, es
de 3 euros. Pero en general, no slo no es extra virgen, sino que se
venden mexclas de pésima calidad, según reconoce el propio presidente de
la Unión Nacional de Productores de Aceite de Oliva (Unaprol), Massimo Gargano: «Hay muchos aceites de oliva defectuosos vendidos como extra virgen».
En efecto, una investigación realizada con 12 de las marchas más
vendidas en supermercados, analizadas en laboratorio, detectó defectos
graves organolépticos casi en la mitad, como sabor a rancio o a mufa.
«Un aceite para poder ser considerado extra virgen no debe tener ningún
defecto organoléptico», subraya Massimo Gargano.
Aunque
el fraude es colosal, según la investigación en curso, hasta ahora
pocos embrollos han salido a la luz. El más llamativo de los últimos
años se conoció en el 2008: Veinte empresas de toda Italia estaban
implicadas y se secuestraron 2.300 toneladas de aceite , procedentes de
España, Grecia y Túnez. Se mezclaba con aceite local y se revendía como
«producto italiano cien por cien» no solo en Italia, sino también en el
extranjero, incluso en parte se despachaba como «biológico».
Ante
la extraordinaria dimensión de este fraude, «ha llegado la hora de que
el gobierno actúe contra la agromafia con nuevos instrumentos. Estos no
son simples fraudes de comercio, sino que se trata de organizaciones
criminales estructuradas que controlan los precios y tienen en mano una
entera cadena desde la producción hasta la distribución», afirma Stefano
Masini de Coldiretti.
Y
el consumidor ¿cómo debe comportarse para evitar ese fraude tan
extendido? Marco Oreggia, autor de «Flos Olei 2012», la biblia de los
aceites de oliva, declara a ABC que para tener garantías de un buen aceite extra virgen se debe pagar al menos 8 euros al litro.
Solo así se pueden evitar en Italialos aceites falsos, procedentes de
cultivos tunecinos o andaluces, mezclados a granel y vendidos en las
estanterías de los supermercados con una bella etiqueta italiana.
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