Para un economista, la estafa es el más interesante de los crímenes. Es la única ratería susceptible de ser estudiada usando el factor tiempo. Pueden pasar semanas, meses e incluso, años, entre la perpetración del crimen y su descubrimiento.
En un momento dado cualquiera existe un inventario de estafas no descubiertas en los bancos y otros negocios. Este inventario debiera llamarse “cartera de estafas”, al igual que “depósitos”, “cartera de valores”, etc. Las variaciones del volumen de dicha cartera siguen los movimientos de la coyuntura económica.
En los buenos tiempos el público vive relajado y confiado; el dinero es abundante. Pero siempre hay personas que necesitan más. En estas circunstancias la tasa de estafas aumenta y la tasa de descubrimiento de estafas baja. Así la cartera de estafas se incrementa rápidamente.
En tiempos de crisis todos estos fenómenos se producen a la inversa. Se vigila el dinero con recelo, atención y sospecha. El hombre que lo maneja, es considerado deshonesto por definición mientras no demuestre lo contrario (y a veces, aunque lo demuestre). Se revisan las cuentas con meticulosidad y severidad. Se descubren entonces los delitos cometidos durante los años de bonanza. Encontonces la cartera de estafas se desinfla. De igual forma en que el auge acelera la tasa de crecimiento de estafas, así también el derrumbe precipita la tasa de descubirmiento.
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