Hay quienes creen que no les pueden engañar porque ellos son más
listos que nadie y, precisamente por eso, acaban engañándoles. “Por
desgracia, no hay garantías [de que si estudias lo suficiente te puedas
proteger de los estafadores]. No obstante, después de leer este libro,
con su mayor conocimiento de los hechos y si aplica los principios de
que hablamos aquí, estára en mucha mejor posición de protegerse usted y a
sus seres queridos de los fraudes y el sinsentido”, advierte Robert A. Steiner (1934-2013) en Don’t get taken!
(¡Que no te engañen! 1989). Ilusionista y escéptico militante, expone
en esta obra las tretas de los timadores, categoría en la cual entran
desde los trileros hasta los videntes y sanadores espirituales, pasando
por los diseñadores de estafas piramidales y los falsos vendedores a
domicilio.
En Don’t get taken!, Steiner da las claves para que
intentemos impedir que nos tomen el pelo a través de ejemplos de varios
timos, con especial atención a los relacionados con lo paranormal. Hay
dos ideas claves que convendría grabarnos a fuego: una, que quienes caen
en engaños no son necesariamente tontos; y dos, que conviene pararse a
pensar ante lo aparentemente extraordinario antes de darlo por bueno.
“Tómate el tiempo necesario para aplicar el sentido común a lo que te
suceda”, recomienda el autor. Y añade que, si te hacen una propuesta
sorprendentemente atractiva y te meten prisas, corre, porque seguramente
hay gato encerrado.
El autor fue en 1982 uno de los fundadores de los Escépticos del Área de la Bahía,
y resume en este libro décadas de experiencia como ilusionista
embaucando al público y desenmascarando a charlatanes como los cirujanos psíquicos,
los adivinos y los sanadores por la fe. Incluye la demolición de
creencias tan absurdas como que el grupo sanguíneo condiciona la
personalidad, explica lo esencial de la lectura fría
mediante la narración de encuentros con gente que creía, o acabó
creyendo, que él tenía poderes paranormales y demuestra que basta con
saber preguntar para que la pretensión de un supuesto vidente de haber
ayudado a la Policía a encontrar un cadáver se derrumbe cual castillo de
naipes. ¿Qué es saber preguntar? Simple y llanamente, pedir detalles.
Entonces los aciertos de todos los adivinos se desvanecen.
“El único obstaculo entre tú y un millón de dólares son los principios”, le dijo un día su amigo Robert Sheaffer, autor de The ufo verdict: examining the evidence
(Veredicto ovni. Examen de la evidencia. 1980). Y es que Steiner podía
haber ganado mucho dinero de haberse pasado a El Lado Oscuro, pero
prefirió luchar contra quienes se aprovechan de la buena fe y la
ingenuidad de la gente. En 1986, por ejemplo, fue el coordinador de la
operación en la cual un equipo dirigido por James Randi desenmascaró al reverendo Peter Popoff.
El telepredicador hacía demostraciones públicas en las adivinaba las
enfermedades de personas a quienes no había visto antes y les prometía
la curación por intercesión divina. Randi,
Steiner y sus colaboradores demostraron que Popoff usaba un pequeño
auricular a través del cual su esposa le facilitaba información sobre
miembros del público que había obtenido anteriormente. El episodio lo reprodujo el cineasta español Rodrigo Cortés en la película Luces rojas sin mencionar en los créditos su origen real.
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