“La mafia me da asco, no me da miedo”. Así habla Antonio Anile, un exempresario italiano que hace apenas una década ganaba más de 200.000 euros anuales y que hoy si se compra un paquete de tabaco no le queda después para café. Anile es una de las miles de víctimas que sufren cada año los efectos de la usura, una práctica que ha provocado el cierre de unas 242.000 empresas en Italia en los últimos tres años y que vive en tiempos de crisis un especial auge ante la falta de liquidez.
Anile, exempresario en Reggio Calabria (frente a las costas sicilianas), se vio obligado a recurrir a la usura en un momento de falta de liquidez. A través de un colaborador encontró al usurero que le daría el dinero con una fuerte tasa de interés, tan alta que terminaría con su felicidad. “Me han amenazado, me han enviado casquillos de bala a casa, me han secuestrado dos veces y me han roto el brazo en medio de la calle”, explica a El Confidencial Anile, que ahora trabaja para la asociación SOS Impresa, que se dedica a auxiliar a las víctimas de un negocio que se estima en los 20.000 millones de euros anuales.
Este exempresario ya no vive en Reggio Calabria, tuvo que irse de allí y dejar a su hijo y a una mujer que no le perdonó. “La sensación de la persona que recorre a la usura es como la de los drogadictos. Buscan dinero para poder pagar los intereses sin hacérselo saber a la familia”, explica. “Tuve que sufrir un calvario tras la denuncia ya que no era aceptado más en la sociedad de Reggio Calabria por haber roto el tabú de la denuncia. Tuve que marcharme”, nos confiesa. Un problema que va más allá del dinero y que acaba con víctimas destruidas moralmente, llevadas al borde del precipicio, incluso más allá de la vida. Personas que viven en soledad entre un miedo y una vergüenza similares a las del toxicómano.
Y es que la usura se ha convertido en un negocio en boga determinado por la falta de liquidez en los bancos. “¿A quién puedes recurrir si no tienes dinero para pagar la luz o el gas? “, explica este exempresario para hacer ver la desesperación de recurrir a un usurero, que seguramente acabará con la ruina.
“¿Quién tiene el dinero inmediatamente? La Ndrangheta”. Esto es, la mafia.
Consultada por este periódico, la asociación SOS Impresa explica el modus operandi mafioso. “A veces incluso ofrecen tipos de interés más bajos que los bancos para acabar haciéndose con la empresa cuando no se pueda hacer frente a la deuda. De esta manera, la mafia tiene un nuevo negocio con el que poder lavar dinero”. Pero no siempre estas empresas llegan a ser controladas por la mafia, también hay otras que echan el cierre. Se estima que en 2010 la usura destruyó 130.000 puestos de trabajo.
La punta del iceberg
Desde la organización SOS impresa, que trabaja para ayudar a las víctimas de la usura de diversas maneras, desde la asistencia legal a la psicológica, explican a este diario que la usura se manifiesta en distintas formas y que la mafiosa, sólo es una de las ramas. “Podríamos decir que quedan todavía casos de usurero clásico [el usurero conocido por todo el barrio], aunque en los últimos tiempos abunda un nuevo tipo de usura con la cara limpia que implica a notarios, abogados, asesores fiscales…”, explican. En definitiva, al menos la mitad de los usureros actuarían por cuenta propia, mientras que la otra lo haría en grupos organizados, dentro de los cuales estarían las propias organizaciones mafiosas.
Más allá de las bandas que prestan a bajo interés con objeto de quedarse con una empresa, hay tasas de usura que se encuentran entre el 10 y el 20% de interés mensual. Casos que minan moral y patrimonio. Como el de Gabriella, que tuvo que recurrir a varios usureros para pagar la deuda contraída con un primer prestamista. “Siempre tuve vergüenza de que la gente se enterara”, cuenta a este diario. “Se vende oro, te deshaces de inmuebles… todo para pagar sólo los intereses, ya que para la deuda no llega nunca”, explica. Según los cálculos, el interés total de la deuda con uno de los usureros ascendió al 1.517%.
Y es que el usurero actúa a la luz del día, lejos de la imagen del avaro que cuenta monedas en la oscuridad. Mucha gente de la que nadie podría pensar que práctica este actividad. Tanto el mafioso como el individuo aislado. “Los ndranghetistas no se dedican a cuidar ovejas en las montañas. Son gente con profesiones de bien, como abogados o asesores fiscales, hablan varios idiomas…”, explica por su parte Antonio.
Finalmente, fue la Justicia la que se puso en contacto con Gabriella. Sin embargo, los procesos judiciales no han satisfecho las expectativas creadas. Uno de los usureros fue condenado a cuatro años, otro ha fallecido, mientras que un tercero ha sido condenado, aunque su delito ha prescrito. Y es que el desamparo ante la Justicia es una de las principales reclamaciones de las víctimas de la usura.
Procesos a paso de tortuga
Los casos de Antonio y Gabriella han estado seis años en los tribunales. En el del empresario calabrés, todavía se está en una última fase de apelación. Los grandes problemas burocráticos y la lentitud son una de las llamadas de atención de las víctimas de la usura para mejorar su situación. “En los años de proceso da tiempo de sobra para que los procesados cambien el nombre de sus propiedades y puedan organizarse para el juicio”, explica Gabriella.
Además, en muchos casos la gente tiene miedo. “En los últimos años han descendido las denuncias porque la gente se siente desamparada ante la acción de la justicia”, añade Anile. “Para recibir protección policial debes haber sufrido un intento de agresión. El problema es que esa agresión, muchas veces es más que un intento. El Estado también debería garantizar la reinserción en la sociedad de la víctima de la usura”. Unas declaraciones que concuerdan con las terribles cifras de una denuncia por cada mil casos.
La crisis agudiza la usura
La crisis económica agudiza la usura. “Ante la falta de crédito los comerciantes prefieren ir al usurero para intentar pagar antes que ir a la quiebra”, cuentan desde SOS Impresa que explican que la mayoría de los préstamos de la usura rondan los 5.000 euros, aunque también está quien pide aún menos, tan solo para poder llegar a final de mes. Las víctimas reclaman que se abra más la mano a los créditos. “Los bancos dan dinero a quien tiene dinero”, explican con la gráfica imagen de empujar al empresario a las puertas del usurero. “Hay empresas que tienen deudas de la administración y que no pueden hacer frente a los pagos de sus empleados, por lo que recurren a los usureros para poder pagar a sus empleados, y para ellos no hay crédito”.
También lamentan la impunidad que gozan en la sociedad los usureros. “Se debería hacer una gran campaña de prevención similar a la hecha para luchar contra el sida. Hay que hablar mucho de este tema”, concluye Anile. Un problema más en una crisis que ha dejado seco el grifo del crédito. Para todos menos para los usureros.
Anile, exempresario en Reggio Calabria (frente a las costas sicilianas), se vio obligado a recurrir a la usura en un momento de falta de liquidez. A través de un colaborador encontró al usurero que le daría el dinero con una fuerte tasa de interés, tan alta que terminaría con su felicidad. “Me han amenazado, me han enviado casquillos de bala a casa, me han secuestrado dos veces y me han roto el brazo en medio de la calle”, explica a El Confidencial Anile, que ahora trabaja para la asociación SOS Impresa, que se dedica a auxiliar a las víctimas de un negocio que se estima en los 20.000 millones de euros anuales.
Este exempresario ya no vive en Reggio Calabria, tuvo que irse de allí y dejar a su hijo y a una mujer que no le perdonó. “La sensación de la persona que recorre a la usura es como la de los drogadictos. Buscan dinero para poder pagar los intereses sin hacérselo saber a la familia”, explica. “Tuve que sufrir un calvario tras la denuncia ya que no era aceptado más en la sociedad de Reggio Calabria por haber roto el tabú de la denuncia. Tuve que marcharme”, nos confiesa. Un problema que va más allá del dinero y que acaba con víctimas destruidas moralmente, llevadas al borde del precipicio, incluso más allá de la vida. Personas que viven en soledad entre un miedo y una vergüenza similares a las del toxicómano.
Y es que la usura se ha convertido en un negocio en boga determinado por la falta de liquidez en los bancos. “¿A quién puedes recurrir si no tienes dinero para pagar la luz o el gas? “, explica este exempresario para hacer ver la desesperación de recurrir a un usurero, que seguramente acabará con la ruina.
“¿Quién tiene el dinero inmediatamente? La Ndrangheta”. Esto es, la mafia.
Consultada por este periódico, la asociación SOS Impresa explica el modus operandi mafioso. “A veces incluso ofrecen tipos de interés más bajos que los bancos para acabar haciéndose con la empresa cuando no se pueda hacer frente a la deuda. De esta manera, la mafia tiene un nuevo negocio con el que poder lavar dinero”. Pero no siempre estas empresas llegan a ser controladas por la mafia, también hay otras que echan el cierre. Se estima que en 2010 la usura destruyó 130.000 puestos de trabajo.
La punta del iceberg
Desde la organización SOS impresa, que trabaja para ayudar a las víctimas de la usura de diversas maneras, desde la asistencia legal a la psicológica, explican a este diario que la usura se manifiesta en distintas formas y que la mafiosa, sólo es una de las ramas. “Podríamos decir que quedan todavía casos de usurero clásico [el usurero conocido por todo el barrio], aunque en los últimos tiempos abunda un nuevo tipo de usura con la cara limpia que implica a notarios, abogados, asesores fiscales…”, explican. En definitiva, al menos la mitad de los usureros actuarían por cuenta propia, mientras que la otra lo haría en grupos organizados, dentro de los cuales estarían las propias organizaciones mafiosas.
Más allá de las bandas que prestan a bajo interés con objeto de quedarse con una empresa, hay tasas de usura que se encuentran entre el 10 y el 20% de interés mensual. Casos que minan moral y patrimonio. Como el de Gabriella, que tuvo que recurrir a varios usureros para pagar la deuda contraída con un primer prestamista. “Siempre tuve vergüenza de que la gente se enterara”, cuenta a este diario. “Se vende oro, te deshaces de inmuebles… todo para pagar sólo los intereses, ya que para la deuda no llega nunca”, explica. Según los cálculos, el interés total de la deuda con uno de los usureros ascendió al 1.517%.
Y es que el usurero actúa a la luz del día, lejos de la imagen del avaro que cuenta monedas en la oscuridad. Mucha gente de la que nadie podría pensar que práctica este actividad. Tanto el mafioso como el individuo aislado. “Los ndranghetistas no se dedican a cuidar ovejas en las montañas. Son gente con profesiones de bien, como abogados o asesores fiscales, hablan varios idiomas…”, explica por su parte Antonio.
Finalmente, fue la Justicia la que se puso en contacto con Gabriella. Sin embargo, los procesos judiciales no han satisfecho las expectativas creadas. Uno de los usureros fue condenado a cuatro años, otro ha fallecido, mientras que un tercero ha sido condenado, aunque su delito ha prescrito. Y es que el desamparo ante la Justicia es una de las principales reclamaciones de las víctimas de la usura.
Procesos a paso de tortuga
Los casos de Antonio y Gabriella han estado seis años en los tribunales. En el del empresario calabrés, todavía se está en una última fase de apelación. Los grandes problemas burocráticos y la lentitud son una de las llamadas de atención de las víctimas de la usura para mejorar su situación. “En los años de proceso da tiempo de sobra para que los procesados cambien el nombre de sus propiedades y puedan organizarse para el juicio”, explica Gabriella.
Además, en muchos casos la gente tiene miedo. “En los últimos años han descendido las denuncias porque la gente se siente desamparada ante la acción de la justicia”, añade Anile. “Para recibir protección policial debes haber sufrido un intento de agresión. El problema es que esa agresión, muchas veces es más que un intento. El Estado también debería garantizar la reinserción en la sociedad de la víctima de la usura”. Unas declaraciones que concuerdan con las terribles cifras de una denuncia por cada mil casos.
La crisis agudiza la usura
La crisis económica agudiza la usura. “Ante la falta de crédito los comerciantes prefieren ir al usurero para intentar pagar antes que ir a la quiebra”, cuentan desde SOS Impresa que explican que la mayoría de los préstamos de la usura rondan los 5.000 euros, aunque también está quien pide aún menos, tan solo para poder llegar a final de mes. Las víctimas reclaman que se abra más la mano a los créditos. “Los bancos dan dinero a quien tiene dinero”, explican con la gráfica imagen de empujar al empresario a las puertas del usurero. “Hay empresas que tienen deudas de la administración y que no pueden hacer frente a los pagos de sus empleados, por lo que recurren a los usureros para poder pagar a sus empleados, y para ellos no hay crédito”.
También lamentan la impunidad que gozan en la sociedad los usureros. “Se debería hacer una gran campaña de prevención similar a la hecha para luchar contra el sida. Hay que hablar mucho de este tema”, concluye Anile. Un problema más en una crisis que ha dejado seco el grifo del crédito. Para todos menos para los usureros.
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