1 de abril de 2011

El Bundesbank sufre una estafa de 20 millones de euros

En lugar de reciclar el material con el que estaban hechas, reciclaban directamente las monedas. Estafar es más rápido y, sobre todo, mucho más lucrativo. Más de veinte millones de euros, según la fiscalía de Fráncfort, logró reintroducir en Alemania una trama mafiosa que arreglaba en China monedas inutilizadas de uno y dos euros procedentes de Europa. Una vez puestas a punto ilegalmente en Asia, cuatro azafatas de las líneas aéreas Lufthansa las traían de vuelta en avión y las cambiaban por billetes en las dependencias del Banco Central Alemán (Bundesbank).

La estafa comenzaba ya con la compra por parte de una banda organizada de la chatarra de monedas desmontadas que el Bundesbank ponía a la venta para el reciclado del metal de las monedas desechadas, que suponen varias toneladas al año. Los compradores de las monedas desmontadas las enviaban seguidamente en cargamentos declarados como chatarra a China, donde se volvían a montar y se preparaban para su retorno a Alemania en envíos que no superaban los 10.000 euros, el máximo no declarable ante las aduanas germanas.


El diario Bild habla hoy a toda plana de supuestos "cómplices en el Bundesbank", extremo desmentido por la Fiscalía alemana a este periódico. Sobre la procedencia asiática de la estafa, los fiscales de Fráncfort consideran que "es de sospechar", porque "de los seis detenidos, cuatro son chinos". Tienen entre 28 y 45 años.

Era un negocio redondo como las propias monedas. Una vez se consideran demasiado usadas, estas se inutilizan y se subastan en Europa como chatarra para el reaprovechamiento del metal. Los falsos monederos las compraban a peso, pagando por cada moneda sólo el valor intrínseco del metal, obviamente mucho menor que su antiguo valor nominativo de uno o dos euros. En China les devolvían el valor nominativo arreglándolas una por una.

Las azafatas las devolvían a Europa en su equipaje de mano en cantidades de menos de 10.000 euros, para evitar tener que declararlas en la aduana. Que el negocio ilegal marchaba viento en popa quedó demostrado con las tres toneladas de chatarra numismática que encontró ayer la policía en sus registros en Fráncfort, Offenbach, Fulda y Mörfelden-Walldorf.

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