16 de diciembre de 2010

La crisis dispara los fraudes a los seguros

Hay vivos que son muy vivos y muertos que lo son aún más. Muertos tan vivos que les crece el pelo y pegan el estirón. Que son y no son. Que mueren de vivos para resucitar en un calabozo, infierno mundano en el que acabó un hombre que quiso literalmente pasar a mejor vida. Para ello contrató un suculento seguro personal, de los que hacen ricos al que queda detrás y le cuestan un potosí al que los firma con la intención de dejar un lustroso y forrado cadáver. Consuelo amargo. U oportunidad dorada. Esto último tentó al hombre de nuestra historia, decidido a legar una fortuna a su madre en caso de sufrir un accidente fatal como el que poco después (oh, azares del destino) sufrió. Y no sufrió: la aseguradora le devolvió el pulso con un investigación tan brillante como simple. Bastó comprobar la estatura del cadáver para que el fallecido volviese de entre los muertos, para disgusto de su madre, sacudida por una desgracia distinta a la llorada: rechazaron entregarle la montaña de billetes de la póliza. Porque su hijo en realidad no fue arrollado por un coche que circulaba a gran velocidad. Ni hubo atropello ni el cadáver medía lo debido. Ni siquiera el acta de levantamiento del cuerpo ni el protocolo de necropsia eran auténticos: lo único real era que el asegurado era un vivo muy vivo.

Unidades de investigación
Pero un poco torpón. Como la mayoría de los cazados por las aseguradoras, que suelen dejar cabos sueltos que no pasan desapercibidos para un ojo entrenado. "Quien no tiene nada que perder se la juega. Y si cuela, cuela. Pero las aseguradoras están cada vez más preparadas para investigar. Tenían unidades de investigación de fraude y con la crisis las han reforzado" relata Pedro Riutort, presidente de la Asociación de Corredores de Seguros de Baleares.
Se ha encontrado con más de un pícaro en su carrera y aclara que los habituales no son estafadores profesionales. Solo vivos contra las cuerdas: "Gente que se pega una torta con el coche sin seguro y viene a la correduría a que les hagas una póliza con fecha anterior al siniestro". El caso es tan real como el resucitar milagroso del muerto que pegó el estirón. "Se dice mucho, pero es que es cierto: la realidad supera lo escrito", certifica.


No hay mejor estimulante para el ingenio de la picaresca que los agobios económicos. Las compañías aseguradoras pueden dar fe de que al tiempo que los clientes buscan y rebuscan en la competencia cómo reducir la factura de sus pólizas, su presupuesto destinado a investigación de fraude sufre importantes tensiones. En 2009, cuando la recesión económica golpeaba con fuerza, el desempleo crecía sin freno mes a mes y centenares de empresas se veían obligadas a echar el cierre, hubo un indicador que creció de manera espectacular. Los fraudes descubiertos por las principales aseguradoras se dispararon un 35% en la Comunitat Valenciana respecto a 2008 hasta alcanzar la cifra de 11.318.
La tendencia ha sido similar, incluso superior, a la del conjunto de España. En 2008 se detectaron 75.569 casos de fraude. Un año después las pesquisas con éxito subieron a 101.615, un 32,7% más, según las estadísticas anuales de la Investigación Cooperativa entre Entidades Aseguradoras y Fondos de Pensiones (ICEA). Esta asociación agrupa a las 21 principales compañías aseguradoras que operan en España y representan el 34,06% de las primas del seguro directo.
En su informe sobre el fraude al seguro español correspondiente al ejercicio de 2009, ICEA defiende la inversión realizada por las aseguradoras para tratar de detectar el fraude. "Se observa un fuerte incremento en el rendimiento de la investigación (51 euros por cada euro invertido en investigación de presuntos fraudes, frente a 37 del año anterior). El porcentaje de fraude evitado en relación con el importe inicial reclamado alcanza un 70%, en línea con años anteriores". No en balde, las investigaciones y pesquisas de las aseguradoras le han permitido ahorrarse 307,7 millones de euros el año pasado. De los 430,5 millones reclamados en inicio por las garantías de las pólizas, desembolsaron finalmente 122,7 millones de euros.
La estrella de los fraudes son los seguros de automóvil. Desde acuerdos con terceros para cobrar accidentes y reparaciones hasta partes y facturas infladas para elevar el reembolso de pólizas son los casos habituales. En la Comunitat Valenciana. De los 11.318 casos detectados en la autonomía, 7.738 se corresponden con fraudes ligados a pólizas de automóvil. El resto se concentra básicamente en seguros diversos y de responsabilidad civil. Hay casos en vida, accidentes y salud, pero son los menos. En cualquier caso, haberlos haylos.
¿Y quién investiga los posibles fraudes? Pues desde las propias aseguradoras, que certifican defectos o errores en la documentación presentada, hasta peritos y técnicos, pero también agencias privadas de investigación, a las que recurren las compañías en casos que escapan a su alcance cuando existen dudas. Juan de Dios Vargas, responsable de la agencia Detectives Distrito 46, señala un importante aumento de fraudes en trabajadores autónomos que contratan una póliza de seguro por baja médica laboral. "Muchos cogen la baja médica, perciben el seguro y siguen trabajando en negro. Hay mucha economía sumergida", sostiene Vargas.
El detective relata el caso de un empresario de Paterna que simulaba tener graves problemas en su empresas para modificar las condiciones económicas de su divorcio. "Simuló darse de baja como autónomo para cobrar una póliza, tenía la empresa en marcha con su novia y la familia de ella trabajando sin darse ninguno de alta", sostiene.

Robos demasiado grandes
La casuística también incluye intentos de inflar la factura de la indemnización cuando se producen robos. Es el caso de un empresario que quiso resarcirse por la sustracción de una maquinaria tan grande que no cabía por la puerta. Vargas relata otro caso de un industrial que aseguró haber sufrido un robo de género por un elevado importe. Cuando se realizó la peritación se descubrió el fraude por una cuestión de "matemáticas". La reposición del género presuntamente sustraído hubiera sido imposible. Tras los cálculos correspondientes no había manera de cuadrar la sumas si se simulaba su almacenamiento en la nave.
Este detective señala que en la Comunitat Valenciana, al contrario que en otras autonomías, no se ha dado el fenómeno de la quema intencionada de naves industriales. "Cuando la crisis del textil en los noventa los investigadores llegamos a acuñar el "triángulo de fuego" en la zona de la Valla d'Albaida". "Hoy no se da esta situación porque el negocio los controlan los chinos con las importaciones", sostiene.
A su juicio, además de las aseguradoras, el principal defraudado en España es el Estado. Las bajas laborales ficticias están a la orden del día. "Hay asalariados que están de baja en su empresa pero trabajan en negro porque uno de los miembros de la familia se ha quedado en paro y necesitan ingresos".

También más allá de los seguros, la crisis ha propiciado además todo tipo de situaciones en el tejido productivo. Vargas ha trabajado en dos casos en los que un empresario comenzaba a realizar despidos en su empresa a través de un expediente de regulación de empleo justificándolo por los resultados negativos de la misma. Los empleados decidieron contratar una investigación para conocer el estado real de la compañía. El resultado fue como imaginaban. No se habían reducido pedidos, sino que el empresario en cuestión había constituido una sociedad a la que desviaba comandas y recursos.

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