12 de diciembre de 2010

Engaños caros y multas baratas


Si a uno le dijeran que si da tres puntapiés al suelo se volverá más alto, más delgado o más guapo, pensaría que es broma. Si además le cobran por ello, creerá que es un timo. Sin embargo, parece que si hablamos de una pulsera, una faja o un alimento, la cosa cambia. El mercado está lleno de productos milagro, alimentos que prometen beneficios para la salud, artículos que se atribuyen propiedades sanitarias, que muchas veces resultan ser falsas. Y se venden.

Las asociaciones de consumidores alertan sobre la proliferación de estos productos al abrigo de la Red, más difícil de controlar que una tienda física. Critican, además, la inactividad del Ministerio de Sanidad, Política Social e Igualdad, que se ocupa también de Consumo, aunque por el camino haya perdido el nombre.
Las autoridades sostienen que su único arma para combatir estos productos es acusarlos de publicidad engañosa. "Anuncian beneficios que no están demostrados", explica la directora del Instituto Nacional de Consumo (INC), Etelvina Andreu, quien reconoce, sin embargo, que su capacidad de maniobra es "muy limitada". "A poco que la compañía comercializadora tenga un buen equipo publicitario diseñan las frases de tal forma que se escapan. 'Ayuda al normal funcionamiento' no quiere decir que lo mejore. O 'sentirás que mejora tu equilibrio' no es que proporcione más, sino que lo sientes. Para nosotros es claro, pero desde el punto de vista legal se puede esquivar".
Pero aunque se advierta de que no existen evidencias científicas que avalen los efectos de estos artículos, Consumo no suele lanzar alertas sobre ellos, y casi nunca exige su retirada. El problema (o no) es que la mayoría de las veces las pulseritas, las cremas o los yogures no son dañinos para la salud. Solo para el bolsillo.

La última moda en la milagrería es el magnetismo. Desde calzoncillos con iones para ayudar a curar la impotencia a fajas de neopreno, antifaces, almohadillas o "acondicionadores" que convierten el agua en magnética. Prometen curar la hipertensión, el sida o el cáncer. Los comercializa Magnetika Saiffe, una empresa que vende sus productos en México, EE UU y España a través de una estructura piramidal. En su web, en la que incluyen testimonios de personas que supuestamente se han beneficiado de la terapia, animan a los enfermos incluso a sustituir la quimioterapia -a la que definen como dañina- por uno de sus tratamientos.
Las asociaciones de consumidores se llevan las manos a la cabeza. Han denunciado a la empresa ante el INC. Exigen que alerte contra estos artículos. Rubén Sánchez, portavoz de Facua, los define como "un claro fraude": "El problema es grave, pueden provocar un enorme perjuicio en los enfermos que abandonen sus tratamientos médicos". Andreu comenta que aún no conocía el caso de los calzoncillos ionizantes ni del "acondicionador" que magnetiza el agua. "¡El agua ya es magnética!, ¡si por lo menos dijeran que la desmagnetiza!", exclama. La directora del INC, física de formación, explica que el uso del magnetismo como gancho es recurrente. "Juegan con cosas que la gente no entiende", dice.
Y así es. Energy Ion vende desde camisetas hasta parches cutáneos "compuestos de minerales y vegetales" que, "ayudan a mejorar el equilibrio, la fuerza y la elasticidad" a través de la descarga "permanente de iones negativos y ondas infrarrojas". La empresa comercializadora intenta colarse por las rendijas de la ley de publicidad incluyendo en su web que los productos que vende no son medicamentos ni sirven para el diagnóstico, dice Andreu.

Su ejemplo recuerda mucho a las famosas pulseras holográficas. Estas prometían mejorar la flexibilidad y el equilibrio de quien las luciera. Deportistas como Raúl o Cristiano Ronaldo o políticos, como la actual ministra de Sanidad, Leire Pajín, las llevaron. Varios estudios demostraron que tenían nulos efectos. Su fraude también fue denunciado por Facua. Las consecuencias, sin embargo, han sido ridículas. La Junta de Andalucía ha impuesto una multa a Power Balance de 15.000 euros por publicidad engañosa. El triste equivalente a lo que cuestan 428 de sus pulseritas. Una cantidad irrisoria si se tiene en cuenta que se vendieron más de 300.000 pulseras a unos 32 euros cada una.
"Las Power Balance ilustran a la perfección lo que suele pasar con estos productos. Finalmente se saldan con una sanción por publicidad engañosa. Pero no sirve de nada, han ganado miles de euros. Como no suponen un riesgo para la salud las autoridades no hacen nada, pero están engañando a los ciudadanos", critica Sánchez. Todavía no se sabe nada de las otras 13 denuncias que Facua interpuso contra otros fabricantes. De momento, solo Andalucía ha actuado. "Para que la sanción sea verdaderamente efectiva todas las comunidades tienen que ponerla, porque si la pone solo una el importe no suele ser suficiente", dice Andreu. "Pero incluso si la ponen todas, reconozco que la sanción no es proporcional al daño que están causando".
El Real Decreto 1907/96 prohíbe "cualquier clase de publicidad o promoción directa o indirecta, masiva o individualizada, de productos, materiales, sustancias, energías o métodos con pretendida finalidad sanitaria" cuando "sugieran o indiquen que su uso o consumo potencian el rendimiento físico, psíquico, deportivo o sexual". Pero las rendijas que deja la ley son inmensas.

Algo similar ocurre con los alimentos. Casi cuatro años después de que la UE aprobase un reglamento para controlar los abusos en la publicidad -lo que motivó el cambio de denominación de decena de productos que en su propio nombre se atribuían propiedades saludables- muchos se siguen colando por los huecos de la normativa. Desde las bayas de Goji, que parece que lo curan todo, a las leches con omega 3 o algunos yogures como el Actimel de Danone, que utilizaba el lema "Ayuda a tus defensas", que finalmente retiró el pasado abril. En otros casos no dicen textualmente que son beneficiosos con la salud, pero lo insinúan. "La oferta es inmensa, y los consumidores caen en muchas trampas. Se les vende que por tomar un determinado alimento van a mejorar su salud. Pero lo verdaderamente importante es cuidar la dieta", asegura el nutricionista Javier de Andrés.

El ejemplo lo pone un estudio de la organización de consumidores OCU, en el que analiza, entre otros productos, las leches con omega 3. "Habría que ingerir enormes cantidades para llegar a los niveles que aporta el pescado", dicen. Otro informe de la Confederación Española de Asociaciones de Amas de Casa, Consumidores y Usuarios (Ceacu), que exploró casi 500 eslóganes de alimentos saludables, dictaminó que el 59% no se ajustaba a la norma.

¿Puede pararse esta publicidad descarnada? No es fácil. De hecho, la UE se está poniendo cada vez más seria con ciertos alimentos. Su agencia de seguridad alimentaria (EFSA), ha tumbado el 80% de los 4.600 anuncios de comida saludable que ha revisado. Sin embargo, el reglamento concede a las empresas un tiempo para adaptarse que llega hasta 2015.

"Hay cosas como decir que un alimento es bajo en sal o azúcar que son sencillas de demostrar. Otras, como decir que ayuda a disminuir el colesterol, no lo son. Para poder transmitir este mensaje debes presentar un estudio científico", explica un portavoz de la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición.
Pero si hablamos de productos milagro no pueden olvidarse los adelgazantes, bronceadores y embellecedores. Muchos de ellos no necesitan un ensayo clínico que avale que cumplen los beneficios que prometen porque no se trata de medicamentos. La mayoría recibe la autorización de las autoridades sanitarias con la única exigencia de que demuestran su falta de toxicidad.
La lista es muy variada: desde píldoras de plantas hasta cremas de babas de caracol. Muchas se venden en herbolarios y farmacias. Otras se compran por Internet. Aseguran que son cicatrizantes, absorbegrasas, saciantes o quemacalorías. "Los adelgazantes son la estrella", confirma De Andrés. "Son fáciles de comprar, prometen perder peso sin esfuerzo y venden testimonios de supuestas personas que lo han probado y les ha funcionado. Muchos pican y compran. Lo peor es que les puede perjudicar", sigue el nutricionista.
Y es que los productos milagro se aprovechan de eso. De la necesidad de creer. "Juegan con que la persona, sobre todo si afecta a problemas de salud, es un consumidor más vulnerable y tiene tendencia a buscar una solución", dice la directora del INC.

Para luchar contra este tipo de productos algunas comunidades han creado unidades especializadas. Es el caso de Navarra. El grupo técnico de trabajo sobre Productos Milagro evaluó en el segundo semestre 2009 30 productos por posibles irregularidades. Todos recibieron informes desfavorables. La mayor parte de ellos eran para adelgazar.

La consejera de Salud navarra, María Kutz, alertó al presentar los datos de que estos productos, además de ser un "fraude", pueden tener riesgo para la salud y provocar desde el retraso del diagnóstico de una patología a una reacción alérgica. De los productos analizados por Navarra, la Agencia Española del Medicamento ordenó la retirada de tres, dos potenciadores del bronceado y otro que aseguraba ser depurativo. Sin embargo, las retiradas no suelen ser frecuentes. El problema, también en estos complementos, sigue siendo fundamentalmente la publicidad engañosa.

Andreu reconoce que la única arma de la que disponen para luchar contra estos productos, sus anuncios, es "ineficaz". "Cuando remitimos a las comunidades aviso de la existencia de estos productos lo hacemos público a la prensa para que la gente, por lo menos, deje de comprarlos. Aunque a veces los consumidores lo siguen haciendo", apunta.

Las pocas denuncias de consumidores que a título personal se quejan de algún producto no ayudan. Consumo sostiene que no ha recibido ni una sola denuncia sobre uno de estos productos milagro que no provenga de asociaciones de consumidores, lo que "dificulta mucho el trámite de los expedientes".
Andreu lo explica: "No es lo mismo recibir una denuncia de una persona que argumente en qué le ha perjudicado un producto que una denuncia abstracta sobre su legalidad". Pero parece que los ciudadanos no se animan. Quizá porque la mayoría solo hacen daño al amor propio. Y al bolsillo.

0 comentaris:

Publicar un comentario

Twitter Facebook Favorites

 
Design by NewWpThemes | Blogger Theme by Lasantha - Premium Blogger Themes | New Blogger Themes