Pero será posible !! si no he avisado mil veces no he avisado ninguna, y la historia se repite como un pais bananero mas. Y ahora a reclamar a que el estado pague a los 'inversores', por favor, si lo repito G-I-L-I-P-O-L-L-A-S !!
David Vázquez nunca pensó que acabaría en el psiquiatra. Tiene 37
años. Cobra 600 euros. Y no llega a fin de mes. Su esquilmada economía
entró en shock tras invertir 1.125 euros en WishClub, una empresa del denominado sector multinivel
que prometía beneficios por difundir sus propios anuncios en Internet y
vender su propia revista, y que la policía sospecha que en realidad
ocultaba un esquema de estafa piramidal clásica. Hoy, su dinero flota en
el ciberespacio. Pero él no puede tocarlo. La compañía ha bloqueado los
fondos de miles de clientes. “Lo doy todo por perdido”, dice este
vendedor de móviles, que ya perdió el pasado año más de 14.000 euros en
otra de estructura que resultó ser una pirámide, TelexFree.
Más de 70.000 pequeños ahorradores como Vázquez confiaron en la
promesa del dinero fácil a golpe de clic. Un sistema de inversión
desarrollado desde Madrid que se extendió como la pólvora por 52 países a
través de la red desde el pasado marzo. La Policía Nacional investiga
WishClub por un presunto delito de estafa.
La empresa prometía a los que invertían en ella ganar dinero a cambio de promocionar en las redes sociales la propia marca Wishclub.
La actividad exigía unos minutos diarios haciendo clic en enlaces de
Internet de la compañía y moviendo la marca por Twitter y Facebook.
Según sus promotores, esta actividad producía beneficios por sí misma
porque mejoraba la posición de la firma —que no tenía otra actividad
conocida— en los buscadores de Internet. Desembarcar en la empresa
costaba 225 o 1.125 euros, según la rentabilidad prometida. Aunque
WishClub contaba con una revista para dar apariencia de seriedad, lo
cierto es que la difusión masiva de su publicidad solo servía para
captar nuevos socios, que, a su vez, financiaban con sus aportaciones
las promesas de rentabilidad de los inversores más antiguos. Un esquema
piramidal de manual, según sospechan la policía y los afectados.
Con el señuelo de vídeos de ferraris rojos y cheques de cinco
dígitos, los inversores sucumbieron a la fórmula del éxito proyectada en
Madrid en convenciones multitudinarias. Una puesta en escena con referencias bíblicas y bailarinas brasileñas
servía para colocar el mensaje de la fortuna al alcance de una clase
media espoleada por la crisis. “Me prometieron una rentabilidad del
200%. Y ahora no puedo sacar mis 7.000 euros”, cuenta el comercial
toledano Alfredo Vilalta, de 46 años. “Está claro que es una estafa. Nos
han dado largas desde agosto para no pagar. Decían que el sistema
informático se había caído”, añade la administrativa en paro Alba
Vilches, de 32. Una farmacéutica de Castellón que depositó 50.000 euros
de una herencia dice sentirse como “una gilipollas”. “Me pillaron en un
momento muy débil. Mi madre acababa de morir de cáncer”, confiesa. Como
ella, la modelo Silvia Alzamora da por perdidos sus ahorros, 25.000
euros. “Conozco a más de 200 afectados que ni se plantean denunciar. No
tienen dinero para abogados”, señala. Otra clave que frena las
reclamaciones es que la mayoría de los inversores recalaron en la firma
de la mano de amigos y familiares.
El ocaso de WishClub arreció
el pasado agosto. La sociedad despidió entonces a sus 50 trabajadores
—20 de ellos periodistas— y desmanteló sus oficinas de 700 metros
cuadrados en Alcobendas (Madrid). Dos semanas antes EL PAÍS había publicado que el emprendedor que promocionaba en España el negocio,
el veinteañero Rogério Alves da Silva, fue señalado en 2013 por la
justicia brasileña como uno de los arquitectos de un esquema piramidal
que ofrecía ganancias de 63.000 euros al mes a través de la sociedad
BlackDever. Entonces, el empresario tenía 21 años y llevaba ortodoncia.
“Se fueron sin avisar de Alcobendas. Dejaron limpias las oficinas de
un día para otro”, recuerda una fuente conocedora de “la espantada”. La
firma justificó a sus inversores su marcha como un traslado a Dubai para
crecer y consolidar su proyección internacional. Junto a España,
Portugal, Brasil, República Dominicana, Ecuador y Colombia concentraban
el grueso de los clientes.
Durante los cuatro meses que operó en Madrid, la caja registradora de
WishClub ingresó una media de 50.000 euros diarios. “Entre marzo y mayo
de 2014 se recaudaron siete millones de euros. El 60% del dinero
procedía de España y el resto de Latinoamérica”, explica un exdirectivo.
Esta fuente sostiene que el bloqueo de los fondos de miles de
inversores respondió a la decisión de dos bancos españoles de suprimir
el sistema para transferir el dinero a las cuentas corrientes. Este
periódico ha intentado sin éxito contactar con WishClub.
Proyectar la imagen del éxito fácil resultaba capital. La empresa
presumía en sus convenciones de figurar entre las 300 compañías más
importantes de España, montó un plató de televisión para grabar
anuncios. Y planeaba comprar un periódico para mitigar las noticias
negativas, según un exdirectivo. “Alves nos llegó a decir que quería
pagar campañas de políticos españoles para ganarse su respaldo”, añade
esta fuente. Alves era el veinteañero que, enfundado en un traje negro,
promocionaba el sistema encomendándose a Dios ante auditorios con 700
seguidores.
Los afectados españoles consultados desconocen dónde está hoy el
joven. Tampoco saben a quién reclamar su dinero, entre los 225 y los
1.125 euros, en la mayoría de los casos. WishClub, que está registrada
en Santa Cruz de Tenerife bajo la matriz Askbleu con un capital de
62.000 euros, ha atenuado su presencia en las redes sociales, su
principal altavoz. Su web mantiene Alcobendas
como cuartel general. Y recoge imágenes de los empleados despedidos
como si nada hubiera ocurrido. Una parte de la plantilla ha recurrido
sus despidos ante los tribunales.
Como ocurre en la mayoría de estos sistemas, cuando una empresa
desaparece, otra recoge su testigo. Una parte del organigrama de
WishClub opera hoy a través de la multinivel BNG International. El
encargado de este firma en Portugal es João Mercucci, expresidente de
BlackDever, la sociedad de Alves investigada por la fiscalía brasileña
por levantar un modelo piramidal. BNG ofrece esta semana su fórmula de
éxito en decenas de reuniones en España y Portugal. Su lema: “Un negocio
sólido, legal y rentable”.
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