La familia del malogrado príncipe saudí Naief N. Al Shaalan dejó de vivir en Marbella en 2003. Dos años después, su mansión hacía tiempo, por lo tanto, que había dejado de acoger a ningún miembro de la casa real. Este extremo lo conocía perfectamente Ignacio P. M., un chileno que vivía en la localidad malagueña y que estaba planificando una peligrosa operación de usurpación de identidad para conseguir dinero 'fácil'.
Junto a otros tres amigos, Ignacio constituyó una mercantil denominada Inmo Seven Universal que tenía como objeto social la promoción inmobiliaria así como la compraventa y alquiler de casas. La inscribió en el Registro Mercantil de Málaga con un único socio, nada menos que el príncipe Naief N. Al Shaalan, y con un inmueble como capital, Villa Al Shaalan, la mansión que la familia real tenía en una lujosa urbanización marbellí.
Para inscribir al miembro de la casa real saudí, Ignacio cogió un pasaporte de Gran Bretaña, lo falsificó para que figurara a nombre de Al Shalaan y buscó a alguien que se le pareciera. Ya en 2006, entró en contacto con la agencia inmobiliaria Orange Estate Properties y le ofreció mediar en la venta del chalé. Optó por poner un precio bajo para que la casa se vendiera rápido y poder quedarse el dinero sin demasiados problemas, por lo que decidió valorar la finca en medio millón de euros.
El agente inmbiliario de Orange Estates 'se tragó' los documentos simulados que había elaborado Ignacio como si fueran reales, quizá nublado por los números de ceros de las cantidades que calculó que se acomodarían en sus bolsillos. Pensó en que era una operación muy sencilla, que encontraría rápido un comprador. Y, de hecho, así ocurrió. En pocos días, apareció un interesado millonario, el empresario Juan José G. M., quien apenas se lo pensó dos veces: estaba convencido de que tenía delante el mayor chicharro de su vida.
Ambas partes firmaron un contrato de arras que conllevaba el abono de 150.000 euros de partida y el resto en un segundo paso. Fue entonces cuando Ignacio se personó en una notaría con el doble del príncie Al Shaalan, que mostró el mencionado pasaporte inglés falsificado. Ignacio se presentó a sí mismo como Andrés, el administrador financiero del honorable miembro de la casa real saudí.
La venta de la mansión
El supuesto árabe, por su parte, habló poco y casi limitó su actuación a la pura firma del contrato de arras. El comprador extendió un cheque por 150.000 euros a nombre de la mercantil representada por el timador, quien no perdió un minuto. Nada más salir de la notaría, se fue a la sucursal bancaria más cercana. Sin embargo, el director de la entidad no le permitió cobrar el cheque, ya que era nominativo y estaba a nombre de la gestoría a través de la cual el estafador había vendido la mansión del príncipe saudí. De nuevo sin pausa, buscó al representante de la gestoría y le convenció para que hiciese el ingreso de la misma cantidad en la cuenta de Ignacio, cosa que hizo de inmediato.
Con los 150.000 en el bolsillo, sin embargo, el timador no se conformó. Quería más. Quedó con el comprador para otro día en otra notaría con el fin de cobrar los 350.000 euros restantes y volvió a llamar al doble del príncipe para que le acompañase a la firma, pusiese su cara y su rúbrica y se fuera a casa no sin antes haber recibido su parte. La entrega del resto del dinero, sin embargo, no llegó a realizarse.
La Policía detuvo a Ignacio y a su acompañante. El primero admitió los hechos ante la Sección Cuarta de la Audiencia Provincial de Madrid y llegó a un acuerdo con la Fiscalía. El hombre abonó a la empresa a la que había timado los 150.000 euros que se embolsó, asumió las costas procesales y una condena de 20 meses de prisión por ser considerado culpable de los delitos de estafa y falsedad documental. El falso pasaporte quedó intervenido por la Policía. El doble de Naief N. Al Shaalan, por su parte, huyó en cuanto fue puesto en libertad. Actualmente se encuentra en paradero desconocido y en busca y captura.
1 comentaris:
Oléééééé muy bueno, y pensar que no hay ningún refrán falso, como este:
Siempre la realidad supera a la ficción.
No obstante de este guión saldría un peliculón.
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