16 de diciembre de 2010

La crisis dispara los fraudes a los seguros

Hay vivos que son muy vivos y muertos que lo son aún más. Muertos tan vivos que les crece el pelo y pegan el estirón. Que son y no son. Que mueren de vivos para resucitar en un calabozo, infierno mundano en el que acabó un hombre que quiso literalmente pasar a mejor vida. Para ello contrató un suculento seguro personal, de los que hacen ricos al que queda detrás y le cuestan un potosí al que los firma con la intención de dejar un lustroso y forrado cadáver. Consuelo amargo. U oportunidad dorada. Esto último tentó al hombre de nuestra historia, decidido a legar una fortuna a su madre en caso de sufrir un accidente fatal como el que poco después (oh, azares del destino) sufrió. Y no sufrió: la aseguradora le devolvió el pulso con un investigación tan brillante como simple. Bastó comprobar la estatura del cadáver para que el fallecido volviese de entre los muertos, para disgusto de su madre, sacudida por una desgracia distinta a la llorada: rechazaron entregarle la montaña de billetes de la póliza. Porque su hijo en realidad no fue arrollado por un coche que circulaba a gran velocidad. Ni hubo atropello ni el cadáver medía lo debido. Ni siquiera el acta de levantamiento del cuerpo ni el protocolo de necropsia eran auténticos: lo único real era que el asegurado era un vivo muy vivo.

Unidades de investigación
Pero un poco torpón. Como la mayoría de los cazados por las aseguradoras, que suelen dejar cabos sueltos que no pasan desapercibidos para un ojo entrenado. "Quien no tiene nada que perder se la juega. Y si cuela, cuela. Pero las aseguradoras están cada vez más preparadas para investigar. Tenían unidades de investigación de fraude y con la crisis las han reforzado" relata Pedro Riutort, presidente de la Asociación de Corredores de Seguros de Baleares.
Se ha encontrado con más de un pícaro en su carrera y aclara que los habituales no son estafadores profesionales. Solo vivos contra las cuerdas: "Gente que se pega una torta con el coche sin seguro y viene a la correduría a que les hagas una póliza con fecha anterior al siniestro". El caso es tan real como el resucitar milagroso del muerto que pegó el estirón. "Se dice mucho, pero es que es cierto: la realidad supera lo escrito", certifica.


No hay mejor estimulante para el ingenio de la picaresca que los agobios económicos. Las compañías aseguradoras pueden dar fe de que al tiempo que los clientes buscan y rebuscan en la competencia cómo reducir la factura de sus pólizas, su presupuesto destinado a investigación de fraude sufre importantes tensiones. En 2009, cuando la recesión económica golpeaba con fuerza, el desempleo crecía sin freno mes a mes y centenares de empresas se veían obligadas a echar el cierre, hubo un indicador que creció de manera espectacular. Los fraudes descubiertos por las principales aseguradoras se dispararon un 35% en la Comunitat Valenciana respecto a 2008 hasta alcanzar la cifra de 11.318.
La tendencia ha sido similar, incluso superior, a la del conjunto de España. En 2008 se detectaron 75.569 casos de fraude. Un año después las pesquisas con éxito subieron a 101.615, un 32,7% más, según las estadísticas anuales de la Investigación Cooperativa entre Entidades Aseguradoras y Fondos de Pensiones (ICEA). Esta asociación agrupa a las 21 principales compañías aseguradoras que operan en España y representan el 34,06% de las primas del seguro directo.
En su informe sobre el fraude al seguro español correspondiente al ejercicio de 2009, ICEA defiende la inversión realizada por las aseguradoras para tratar de detectar el fraude. "Se observa un fuerte incremento en el rendimiento de la investigación (51 euros por cada euro invertido en investigación de presuntos fraudes, frente a 37 del año anterior). El porcentaje de fraude evitado en relación con el importe inicial reclamado alcanza un 70%, en línea con años anteriores". No en balde, las investigaciones y pesquisas de las aseguradoras le han permitido ahorrarse 307,7 millones de euros el año pasado. De los 430,5 millones reclamados en inicio por las garantías de las pólizas, desembolsaron finalmente 122,7 millones de euros.
La estrella de los fraudes son los seguros de automóvil. Desde acuerdos con terceros para cobrar accidentes y reparaciones hasta partes y facturas infladas para elevar el reembolso de pólizas son los casos habituales. En la Comunitat Valenciana. De los 11.318 casos detectados en la autonomía, 7.738 se corresponden con fraudes ligados a pólizas de automóvil. El resto se concentra básicamente en seguros diversos y de responsabilidad civil. Hay casos en vida, accidentes y salud, pero son los menos. En cualquier caso, haberlos haylos.
¿Y quién investiga los posibles fraudes? Pues desde las propias aseguradoras, que certifican defectos o errores en la documentación presentada, hasta peritos y técnicos, pero también agencias privadas de investigación, a las que recurren las compañías en casos que escapan a su alcance cuando existen dudas. Juan de Dios Vargas, responsable de la agencia Detectives Distrito 46, señala un importante aumento de fraudes en trabajadores autónomos que contratan una póliza de seguro por baja médica laboral. "Muchos cogen la baja médica, perciben el seguro y siguen trabajando en negro. Hay mucha economía sumergida", sostiene Vargas.
El detective relata el caso de un empresario de Paterna que simulaba tener graves problemas en su empresas para modificar las condiciones económicas de su divorcio. "Simuló darse de baja como autónomo para cobrar una póliza, tenía la empresa en marcha con su novia y la familia de ella trabajando sin darse ninguno de alta", sostiene.

Robos demasiado grandes
La casuística también incluye intentos de inflar la factura de la indemnización cuando se producen robos. Es el caso de un empresario que quiso resarcirse por la sustracción de una maquinaria tan grande que no cabía por la puerta. Vargas relata otro caso de un industrial que aseguró haber sufrido un robo de género por un elevado importe. Cuando se realizó la peritación se descubrió el fraude por una cuestión de "matemáticas". La reposición del género presuntamente sustraído hubiera sido imposible. Tras los cálculos correspondientes no había manera de cuadrar la sumas si se simulaba su almacenamiento en la nave.
Este detective señala que en la Comunitat Valenciana, al contrario que en otras autonomías, no se ha dado el fenómeno de la quema intencionada de naves industriales. "Cuando la crisis del textil en los noventa los investigadores llegamos a acuñar el "triángulo de fuego" en la zona de la Valla d'Albaida". "Hoy no se da esta situación porque el negocio los controlan los chinos con las importaciones", sostiene.
A su juicio, además de las aseguradoras, el principal defraudado en España es el Estado. Las bajas laborales ficticias están a la orden del día. "Hay asalariados que están de baja en su empresa pero trabajan en negro porque uno de los miembros de la familia se ha quedado en paro y necesitan ingresos".

También más allá de los seguros, la crisis ha propiciado además todo tipo de situaciones en el tejido productivo. Vargas ha trabajado en dos casos en los que un empresario comenzaba a realizar despidos en su empresa a través de un expediente de regulación de empleo justificándolo por los resultados negativos de la misma. Los empleados decidieron contratar una investigación para conocer el estado real de la compañía. El resultado fue como imaginaban. No se habían reducido pedidos, sino que el empresario en cuestión había constituido una sociedad a la que desviaba comandas y recursos.

12 de diciembre de 2010

Entradas falsificadas en el concierto de Lady Gaga


Lady Gaga aterrizaba en Madrid con todas las entradas vendidas. Lo que no sabían algunos de sus fans es que las entradas que guardaban desde hace meses para ver a la polémica diva esta noche en el Palacio de Deportes de la capital eran falsas. El incidente ha producido una rebelión a las puertas de la entrada del recinto.


Los fans engañados se han visto en las puertas del concierto y sin poder entrar. Al abrirse el recinto ha habido momentos de tensión y cabreo e incluso un conato de avalancha, por lo que se ha reforzado la presencia de la policía. Algunos de los afectados por la venta de entradas falsas -se desconoce aún el número total- se han llegado a encarar a los guardias de seguridad y les han insultado ante la impotencia de no poder disfrutar de dos horas de espectáculo. "¡Hijos de puta, hemos pagado 100 pavos por estar aquí. Que lo arregle el Corte Inglés!", gritaban.

Twitter no ha tardado en reaccionar, llegándose a convertir en el tercer trending topic en España (la lista de los temas que más mensajes generan). Allí se apunta incluso a que 4.000 personas no habrían podido entrar, y a la teoría del robo de entradas, se suma otra que dice que lo que se sustrajo al centro comercial fue un rollo de papel para imprimir entradas, que se habría utilizado para falsificarlas. La red además, ha servido para que muchos de sus usuarios den ánimos a todos los que se han quedado sin poder escuchar las yaconocidas cancionesPoker Face, Alejandro o Telephone.

Y es que algunos de los que se quedaron a las puertas afirman que al centro comercial le sustrajeron unas entradas que luego fueron falsificadas y vendidas por Internet. Esta hipótesis no se ha confirmado pero lo cierto es que quienes las compraron se han quedado sin ver un espectáculo lleno de canciones pegadizas en el que Lady Gaga se llega a cambiar hasta15 veces de ropa, tal y como ya demostró en el concierto que dio este miércoles en Barcelona.

Tras la cola para acceder al recinto, otra cola. Frente a las taquillas del Palacio de Deportes muchas de las personas estafadas reclamaban, pero según la organización, se quedarán fuera sin ver el concierto al haberlas adquirido en puntos de venta no oficiales. Cerca de las instalaciones, la organización ya se había encargado de colocar carteles bien visibles en los que anuncia que no se va a responsabilizar de todas aquellas entradas que no se hayan comprado en los sitios establecidos.

La última moda en la milagrería es el magnetismo. Desde calzoncillos con iones para ayudar a curar la impotencia a fajas de neopreno, antifaces, almohadillas o "acondicionadores" que convierten el agua en magnética. Prometen curar la hipertensión, el sida o el cáncer. Los comercializa Magnetika Saiffe, una empresa que vende sus productos en México, EE UU y España a través de una estructura piramidal. En su web, en la que incluyen testimonios de personas que supuestamente se han beneficiado de la terapia, animan a los enfermos incluso a sustituir la quimioterapia -a la que definen como dañina- por uno de sus tratamientos.

Magnetika Saiffe, antes denominada Avanti'x, vende sus productos en México, EEUU y España a través de una estructura piramidal con una red de distribuidores y subdistribuidores.

En su web, terapiamagnetica.com, la empresa asegura que sus productos "han podido curar y sanar a pacientes con patologías complejas y de difícil curación como niveles altos de colesterol, hipertensión arterial, sida y algunos casos de cáncer terminal entre otros".

Utilizando un lenguaje seudocientífico, Magnetika asegura que puede prevenir, diagnosticar y curar numerosas enfermedades llegando al extremo de sugerir que no se sigan tratamientos médicos para tratarlas y alertar de su supuesto peligro.

Así, al hablar del cáncer, por ejemplo, Magnetika alerta de las "graves repercusiones", "mutaciones genéticas" y "efectos seundarios" que según asegura pueden provocar la cirugía, la radioterapia y la quimioterapia.
Los productos que vende Magnetika, dotados según asegura del "poder de la Terapia Magnética y el Bio Magnetismo Médico", van desde plantillas hasta colchones, pasando por almohadillas, antifaces, fajas para adelgazar o ropa interior para acabar con la impotencia.

FACUA ha denunciado el fraude de Magnetika ante el Instituto Nacional del Consumo (INC) y la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (Aemps) del Ministerio de Sanidad, Política Social y Igualdad y ante la Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco) y la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris) del Gobierno Federal de México.

En España, la empresa que utiliza la marca Magnetika es Nodacom, que a través de Internet suministra en todo el país desde su sede en Las Palmas de Gran Canaria. FACUA también ha denunciado al distribuidor en España de Magnetika ante la Dirección General de Consumo del Gobierno de Canarias.

La asociación demanda a las autoridades competentes que retiren estos productos del mercado e impongan a Magnetika y sus distribuidores sanciones proporcionales a la gravedad del fraude, teniendo en cuenta los riesgos que pueden producir para la salud sus mensajes publicitarios al sugerir que son sustitutos, más eficaces, de los tratamientos médicos.

Engaños caros y multas baratas


Si a uno le dijeran que si da tres puntapiés al suelo se volverá más alto, más delgado o más guapo, pensaría que es broma. Si además le cobran por ello, creerá que es un timo. Sin embargo, parece que si hablamos de una pulsera, una faja o un alimento, la cosa cambia. El mercado está lleno de productos milagro, alimentos que prometen beneficios para la salud, artículos que se atribuyen propiedades sanitarias, que muchas veces resultan ser falsas. Y se venden.

Las asociaciones de consumidores alertan sobre la proliferación de estos productos al abrigo de la Red, más difícil de controlar que una tienda física. Critican, además, la inactividad del Ministerio de Sanidad, Política Social e Igualdad, que se ocupa también de Consumo, aunque por el camino haya perdido el nombre.
Las autoridades sostienen que su único arma para combatir estos productos es acusarlos de publicidad engañosa. "Anuncian beneficios que no están demostrados", explica la directora del Instituto Nacional de Consumo (INC), Etelvina Andreu, quien reconoce, sin embargo, que su capacidad de maniobra es "muy limitada". "A poco que la compañía comercializadora tenga un buen equipo publicitario diseñan las frases de tal forma que se escapan. 'Ayuda al normal funcionamiento' no quiere decir que lo mejore. O 'sentirás que mejora tu equilibrio' no es que proporcione más, sino que lo sientes. Para nosotros es claro, pero desde el punto de vista legal se puede esquivar".
Pero aunque se advierta de que no existen evidencias científicas que avalen los efectos de estos artículos, Consumo no suele lanzar alertas sobre ellos, y casi nunca exige su retirada. El problema (o no) es que la mayoría de las veces las pulseritas, las cremas o los yogures no son dañinos para la salud. Solo para el bolsillo.

La última moda en la milagrería es el magnetismo. Desde calzoncillos con iones para ayudar a curar la impotencia a fajas de neopreno, antifaces, almohadillas o "acondicionadores" que convierten el agua en magnética. Prometen curar la hipertensión, el sida o el cáncer. Los comercializa Magnetika Saiffe, una empresa que vende sus productos en México, EE UU y España a través de una estructura piramidal. En su web, en la que incluyen testimonios de personas que supuestamente se han beneficiado de la terapia, animan a los enfermos incluso a sustituir la quimioterapia -a la que definen como dañina- por uno de sus tratamientos.
Las asociaciones de consumidores se llevan las manos a la cabeza. Han denunciado a la empresa ante el INC. Exigen que alerte contra estos artículos. Rubén Sánchez, portavoz de Facua, los define como "un claro fraude": "El problema es grave, pueden provocar un enorme perjuicio en los enfermos que abandonen sus tratamientos médicos". Andreu comenta que aún no conocía el caso de los calzoncillos ionizantes ni del "acondicionador" que magnetiza el agua. "¡El agua ya es magnética!, ¡si por lo menos dijeran que la desmagnetiza!", exclama. La directora del INC, física de formación, explica que el uso del magnetismo como gancho es recurrente. "Juegan con cosas que la gente no entiende", dice.
Y así es. Energy Ion vende desde camisetas hasta parches cutáneos "compuestos de minerales y vegetales" que, "ayudan a mejorar el equilibrio, la fuerza y la elasticidad" a través de la descarga "permanente de iones negativos y ondas infrarrojas". La empresa comercializadora intenta colarse por las rendijas de la ley de publicidad incluyendo en su web que los productos que vende no son medicamentos ni sirven para el diagnóstico, dice Andreu.

Su ejemplo recuerda mucho a las famosas pulseras holográficas. Estas prometían mejorar la flexibilidad y el equilibrio de quien las luciera. Deportistas como Raúl o Cristiano Ronaldo o políticos, como la actual ministra de Sanidad, Leire Pajín, las llevaron. Varios estudios demostraron que tenían nulos efectos. Su fraude también fue denunciado por Facua. Las consecuencias, sin embargo, han sido ridículas. La Junta de Andalucía ha impuesto una multa a Power Balance de 15.000 euros por publicidad engañosa. El triste equivalente a lo que cuestan 428 de sus pulseritas. Una cantidad irrisoria si se tiene en cuenta que se vendieron más de 300.000 pulseras a unos 32 euros cada una.
"Las Power Balance ilustran a la perfección lo que suele pasar con estos productos. Finalmente se saldan con una sanción por publicidad engañosa. Pero no sirve de nada, han ganado miles de euros. Como no suponen un riesgo para la salud las autoridades no hacen nada, pero están engañando a los ciudadanos", critica Sánchez. Todavía no se sabe nada de las otras 13 denuncias que Facua interpuso contra otros fabricantes. De momento, solo Andalucía ha actuado. "Para que la sanción sea verdaderamente efectiva todas las comunidades tienen que ponerla, porque si la pone solo una el importe no suele ser suficiente", dice Andreu. "Pero incluso si la ponen todas, reconozco que la sanción no es proporcional al daño que están causando".
El Real Decreto 1907/96 prohíbe "cualquier clase de publicidad o promoción directa o indirecta, masiva o individualizada, de productos, materiales, sustancias, energías o métodos con pretendida finalidad sanitaria" cuando "sugieran o indiquen que su uso o consumo potencian el rendimiento físico, psíquico, deportivo o sexual". Pero las rendijas que deja la ley son inmensas.

Algo similar ocurre con los alimentos. Casi cuatro años después de que la UE aprobase un reglamento para controlar los abusos en la publicidad -lo que motivó el cambio de denominación de decena de productos que en su propio nombre se atribuían propiedades saludables- muchos se siguen colando por los huecos de la normativa. Desde las bayas de Goji, que parece que lo curan todo, a las leches con omega 3 o algunos yogures como el Actimel de Danone, que utilizaba el lema "Ayuda a tus defensas", que finalmente retiró el pasado abril. En otros casos no dicen textualmente que son beneficiosos con la salud, pero lo insinúan. "La oferta es inmensa, y los consumidores caen en muchas trampas. Se les vende que por tomar un determinado alimento van a mejorar su salud. Pero lo verdaderamente importante es cuidar la dieta", asegura el nutricionista Javier de Andrés.

El ejemplo lo pone un estudio de la organización de consumidores OCU, en el que analiza, entre otros productos, las leches con omega 3. "Habría que ingerir enormes cantidades para llegar a los niveles que aporta el pescado", dicen. Otro informe de la Confederación Española de Asociaciones de Amas de Casa, Consumidores y Usuarios (Ceacu), que exploró casi 500 eslóganes de alimentos saludables, dictaminó que el 59% no se ajustaba a la norma.

¿Puede pararse esta publicidad descarnada? No es fácil. De hecho, la UE se está poniendo cada vez más seria con ciertos alimentos. Su agencia de seguridad alimentaria (EFSA), ha tumbado el 80% de los 4.600 anuncios de comida saludable que ha revisado. Sin embargo, el reglamento concede a las empresas un tiempo para adaptarse que llega hasta 2015.

"Hay cosas como decir que un alimento es bajo en sal o azúcar que son sencillas de demostrar. Otras, como decir que ayuda a disminuir el colesterol, no lo son. Para poder transmitir este mensaje debes presentar un estudio científico", explica un portavoz de la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición.
Pero si hablamos de productos milagro no pueden olvidarse los adelgazantes, bronceadores y embellecedores. Muchos de ellos no necesitan un ensayo clínico que avale que cumplen los beneficios que prometen porque no se trata de medicamentos. La mayoría recibe la autorización de las autoridades sanitarias con la única exigencia de que demuestran su falta de toxicidad.
La lista es muy variada: desde píldoras de plantas hasta cremas de babas de caracol. Muchas se venden en herbolarios y farmacias. Otras se compran por Internet. Aseguran que son cicatrizantes, absorbegrasas, saciantes o quemacalorías. "Los adelgazantes son la estrella", confirma De Andrés. "Son fáciles de comprar, prometen perder peso sin esfuerzo y venden testimonios de supuestas personas que lo han probado y les ha funcionado. Muchos pican y compran. Lo peor es que les puede perjudicar", sigue el nutricionista.
Y es que los productos milagro se aprovechan de eso. De la necesidad de creer. "Juegan con que la persona, sobre todo si afecta a problemas de salud, es un consumidor más vulnerable y tiene tendencia a buscar una solución", dice la directora del INC.

Para luchar contra este tipo de productos algunas comunidades han creado unidades especializadas. Es el caso de Navarra. El grupo técnico de trabajo sobre Productos Milagro evaluó en el segundo semestre 2009 30 productos por posibles irregularidades. Todos recibieron informes desfavorables. La mayor parte de ellos eran para adelgazar.

La consejera de Salud navarra, María Kutz, alertó al presentar los datos de que estos productos, además de ser un "fraude", pueden tener riesgo para la salud y provocar desde el retraso del diagnóstico de una patología a una reacción alérgica. De los productos analizados por Navarra, la Agencia Española del Medicamento ordenó la retirada de tres, dos potenciadores del bronceado y otro que aseguraba ser depurativo. Sin embargo, las retiradas no suelen ser frecuentes. El problema, también en estos complementos, sigue siendo fundamentalmente la publicidad engañosa.

Andreu reconoce que la única arma de la que disponen para luchar contra estos productos, sus anuncios, es "ineficaz". "Cuando remitimos a las comunidades aviso de la existencia de estos productos lo hacemos público a la prensa para que la gente, por lo menos, deje de comprarlos. Aunque a veces los consumidores lo siguen haciendo", apunta.

Las pocas denuncias de consumidores que a título personal se quejan de algún producto no ayudan. Consumo sostiene que no ha recibido ni una sola denuncia sobre uno de estos productos milagro que no provenga de asociaciones de consumidores, lo que "dificulta mucho el trámite de los expedientes".
Andreu lo explica: "No es lo mismo recibir una denuncia de una persona que argumente en qué le ha perjudicado un producto que una denuncia abstracta sobre su legalidad". Pero parece que los ciudadanos no se animan. Quizá porque la mayoría solo hacen daño al amor propio. Y al bolsillo.

1 de diciembre de 2010

Fraude en el jamón ibérico

Extraño país España, capaz de producir una imagen como el Duelo a garrotazos de Goya y de destruir un producto estrella, el ibérico, que en cualquier otro lugar del mundo sería un objeto mimado, un patrimonio nacional. Sin embargo, aquí muchos se han afanado con una visión cortoplacista y depredadora en sacar el máximo beneficio del ibérico, aún a costa de destruirlo.

La crisis que sufre tiene tres componentes. La crisis económica general, el ciclo normal del ibérico que en las dos últimas décadas ha pasado de cuatro años a ocho años -en el 2000 hubo una crisis y tocaba otra en el 2008-, y, en tercer término, la causa más grave, que está impidiendo una normal solución al problema: la administrativa.

La norma de calidad aprobada mediante Real Decreto en el año 2001, con varios cambios hasta el momento, trató de ordenar un sector que estaba sufriendo el asedio del fraude generalizado. Desgraciadamente ha contribuido, en opinión de muchos, al objetivo que pretendía combatir. Se trata de una norma científicamente errónea, comercialmente inadecuada y con resultados adversos al perjudicar a los productores de cerdo ibérico y favorecer a los productores de cerdos cruzados, que son vendidos aprovechándose del prestigio del ibérico.

En el ibérico, en estos momentos todo vale: la raza, la alimentación, el procedimiento, el lugar,… ¡qué más da! Lo importante es coger la pasta y correr, lo mismo que con otras mercancías. La naturaleza es muy sabia y no sabe de Reales Decretos ni Boletines Oficiales y es que el ibérico es ibérico y el cruzado es cruzado. El resultado de entremezclar dos razas distintas se conoce desde los estudios de Mendel a mediados del siglo XIX y siempre se ha denominado “cruzado” o “híbrido”.

Uno de los puntos clave de la citada norma de calidad es que se denomina ibérico al resultado del cruzamiento de dos ejemplares: uno ibérico, la hembra, y otro que no lo es, el macho, según se establece en el artículo 1º, b, 2º (no se ría el lector, aunque parezca una cláusula de un contrato de los hermanos Marx), que dice textualmente: “Ibérico: cuando el producto no se acoja a denominación ibérico puro, según se define en el apartado anterior, y se obtenga a partir de cerdos procedentes del cruce de porcinos reproductores: a. Hembra: Reproductora «Ibérica» pura o «Ibérica», según los requisitos exigidos en los puntos 2 y 3 del artículo 4, respectivamente. b. Macho: Reproductor según los requisitos exigidos en los puntos 2, 3 y 4 del artículo 4”. Se comienza cambiando el nombre a las cosas y el fraude está servido.

Como se puede observar, el asunto está meridianamente claro. Con esta definición, quien no vende ibérico es porque no quiere. ¿Pero a qué precio? Al de la ruina de los auténticos productores de ibérico, con menores rendimientos productivos, menor número de lechones por camada, menor índice de reposición, mayor duración del ciclo productivo, no los siete meses del “pseudoibérico”, mayor superficie, no con 1 m2 de nave por cerdo, sino con más de 15.000 m2 de dehesa, y al menos 60 encinas, de al menos 60 años cada una, etc, y también al precio del fraude a los consumidores.

Además del daño a los ganaderos hay que considerar el perjuicio, difícilmente subsanable, que se produce en el mercado, al ofrecer al consumidor un producto que responde al nombre pero no al estándar de calidad. Si el problema es grave en el mercado nacional, en el mercado exterior, donde con grandes esfuerzos se va conociendo el jamón ibérico, los resultados serán devastadores. Así no se puede enviar a trabajar a esos magníficos profesionales que tiene España por todo el mundo a través del ICEX, para abrir las puertas del mercado exterior a nuestros productos.

Los productos ibéricos pueden ser el mascarón de proa de la exportación agroalimentaria española, muy especialmente del suroeste peninsular adehesado, unos productos únicos por: calidad, prestigio, historia y cultura. Porque el ibérico no es un producto para mercantilistas sin escrúpulos, es un valor intangible basado en una cultura y una tradición milenarias.

Una decisión urgente se impone para proteger un valor que España puede ofrecer al mundo, ahora que ha habido un cambio en el ministerio competente, y evitar que sea destruido por el gran mercado, al modo de los garrotazos del lienzo de Goya. Una opción es la derogación de esa norma y la elaboración de un auténtico estándar de calidad basado en evidencias científicas, transparencia del mercado y legitimidad.

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