María Navarro Estrada ha arruinado (literalmente) a decenas de vecinos de su barrio. Muchos eran amigos (o eso creían), también eran familiares. María tomó su dinero —y el que no tenían, porque las víctimas se embarcaron en préstamos de riesgo— y les prometió que lo invertiría en un negocio fabuloso. Nada de eso. Se quedó el dinero y voló, mientras sus vecinos de la Zona Franca de Barcelona perdían sus pisos. La Audiencia de Barcelona la ha condenado ahora por estafa a ocho años y medio de cárcel y a devolver el dinero: más de 1,7 millones de euros.
Las víctimas tienen pocas esperanzas de cobrar, porque María Navarro dice no disponer de recursos. Pese a que los vecinos no pueden ni verla, y pese a que ha tenido otros procesos judiciales también por estafa —uno, en Vitoria, se archivó porque accedió a devolver las cantidades defraudadas— la estafadora sigue en el barrio de la Zona Franca. "Continúa trabajando en negocios inmobiliarios y en intermediación de captación de clientes" y lo hace "en el mismo local de la asesoría" de Zona Franca, recoge la sentencia. Los jueces, sin embargo, no decretan ninguna medida para que la mujer no pueda seguir desarrollando esa actividad.
En otros tiempos, antes de que los vecinos descubrieran la estafa, María Navarro se hacía querer en el barrio. Se preocupaba por sus problemas, les preguntaba por su estado de salud, quería saber si atravesaban dificultades económicas... Fue así como logró ganarse la confianza de muchos de ellos. Les unía, al final, "la pertenencia a un mismo estrato social", señala la sentencia. María, con un FP de administrativa y su negocio de asesoría, era una más del barrio. Y la mujer aprovechó esa cercanía bien labrada.
La sentencia recoge un total de 13 casos en los que se ha logrado probar la estafa. Cuatro de ellos llegaron a la "asesoría financiera" de María a través de la publicidad. El resto, porque la conocían. La mujer "urdió una trama" para lograr que los vecinos pusieran su patrimonio en sus manos. ¿Y quiénes eran las víctimas? Los humildes del barrio. Personas que apenas tenían "la enseñanza obligatoria de su época", un “limitado entendimiento en cuestiones jurídico-financieras” y que soportaban, además, "economías precarias o de subsistencia”.
María actuaba de dos modos. A unos les ofrecía hacerse cargo de sus deudas. Y a otros les proponía inversiones. En ambos casos iban a obtener, supuestamente, un gran beneficio. En realidad solo quería apoderarse del dinero. La mujer daba apariencia de realidad a los contratos porque hacía firmarlos ante notario o una entidad bancaria. Las víctimas "no leían lo que firmaban" ni "pedían explicaciones al notario". Uno de ellos declaró como testigo. La sentencia le reprocha su falta de profesionalidad por no dar explicaciones a todas esas personas que acudían a firmar.
Hipoteca por un préstamo
Los casos citados en la sentencia son todos, por sí mismos, dramas personales con nombres y apellidos. Afectan, a menudo, a familias enteras. Como Emilio Sánchez, electricista, y su madre. Emilio estaba enfermo y María quiso echarle una mano. Le propuso participar en una línea de crédito de 600.000 euros para prestarlo a otras personas. El negocio iba a reportarle, según le dijo, entre un 12% y un 15% extra de la cantidad que aportase. Emilio no tenía dinero para invertir. Ni siquiera para pedir un préstamo. Así que tuvo que pedirle a su madre, Catalina Alarcón, que solicitara un préstamo para participar en el negocio.
En diciembre de 2006 —las estafas se produjeron hasta 2009— un prestamista concedió a Catalina 129.000 euros. La mujer se comprometió a devolver el dinero en apenas un mes y con un interés del 7%. Como garantía del préstamo —y eso explica por qué los afectados acabaron perdiendo sus pisos— se constituyó una hipoteca sobre el piso de la mujer, en la Zona Franca. "Conforme a lo pactado", Emilio y su madre entregaron a María Navarro tres cheques con el dinero. La mujer no los ingresó en su cuenta —adujo que tenía "problemas con Hacienda"— pero hizo que dos personas lo ingresaran en las suyas y, después, se lo entregaran
1 comentaris:
Está todo muy poco explicado y muy mal redactado. Es más sencillo de entender, un caso más de estafa al estilo del famoso Antonio Arroyo Arroyo. Esperemos que la Sexta le dedique un especial en equipo de investigación.
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