17 de abril de 2016

Justicia poética

Quiero felicitar efusivamente a la persona o personas anónimas que han hecho este trabajo inmenso, que queda resumido en dos palabras: justicia poética

Aunque sólo sea una gota en el océano, me siento reconfortado con lo que estamos descubriendo Con con los papeles de Panamà. Y a partir de ahora, los malos, ya saben que nunca van a estar a salvo. 

Que cara de buenas personas tienen, de no haber roto nunca ningún plato, y todos tienen mil excusas para justificar las cuentas en paraisos fiscales. Esto me recuerda una frase, que dice: No dejes nunca que un asesino se justifique. 



El timo de la estampita 2.0

No sé si la picaresca es mediterránea porque timos también los hay de todos los colores en países anglosajones. Y en todas las épocas. En esta era, la digitalización del comercio, la banca, juegos de azar o relaciones personales ha propiciado timos a base de ceros y unos: estafas económicas digitales.

La tecnología evoluciona pero la naturaleza humana no varía. Las estafas que corren hoy en día por internet o por correo electrónico se basan en los mismos resortes, trucos y anzuelos que los timos de antaño narrados en los documentales del NO-DO que veíamos en el cine.
He aquí una comparativa curiosa de timos digitales y su equivalente analógico de la calle.
1. El tocomocho fue una de las estafas estrella de la época franquista. Un extranjero o alguien con prisa exhibía un billete de lotería supuestamente premiado que no tenía tiempo de cobrar por estar a punto de emigrar a otro país. Aparecía un tercero exhibiendo un falso diario con la lista de números premiados. Constaba el número del décimo en cuestión. El viajero aceptaba venderlo a un precio más barato para al menos cobrar una parte. El estafado lo adquiría y, cuando iba a cobrarlo, descubría que no estaba premiado.
La versión digital del tocomocho la explica la propia policía nacional en su web, dado el masivo envío de correos detectados. Te llega un correo electrónico de que te ha tocado un premio y lleva adjunto impresos timbrados con membretes oficiales de la lotería del país en cuestión. Te piden primero los datos para cobrarlo. Y finalmente un anticipo de gastos y tasas para transferirte un dinero que nunca te llegará. Lo alucinante de este timo en el que ha picado bastante gente es que ni siquiera habían jugado y aun así pretendían cobrar el premio.
2. La estampita fue otro de los grandes. Alguien haciéndose pasar por un enajenado mental iba por la calle con una bolsa de billetes diciendo que vendía estampitas. Cada billete de mil pesetas lo vendía a cien pesetas. El estafado adquiría uno y cuando comprobaba que el billete de mil era verdadero, regresaba y los compraba todos. Entregaba una gran suma para comprobar después que en la bolsa la mayoría de billetes eran falsos.
La versión digital se llama carta nigeriana. Un presunto nigeriano, heredero de una fortuna en su país, solicita ayuda para cobrar una millonaria herencia. Necesita un adelanto para los costes notariales y poder llevar a cabo la transferencia de una gran suma de dinero a nuestra cuenta. Adelantas el dinero de una herencia que no existe. El nigeriano, como el tonto de la estampita, resulta no ser tan tonto.
3. Chollo de segunda mano. Era típico de los años sesenta. Aparecía en la puerta alguien desesperado por deudas, empeñando o vendiendo relojes o joyas de la familia. Te mostraba un reloj de marca o una joya de elevado valor que vendía a un precio bajo. Quien lo adquiría se enteraba después de que el reloj o la piedra adquiridos eran falsos.
La versión digital es mucho más fina y se ha sofisticado mucho. Personas que se venden vehículos de segunda mano (motos, bicicletas de alta gama o incluso coches). Contactas, te envían fotos de cualquier detalle del vehículo (realmente lo tienen). Para el pago, el vendedor propone una página web de un tercero donde queda la mitad del pago depositado. Ese pago lo puedes recuperar si la otra parte no muestra el albarán firmado por ti. No hay nada que temer. Transfieres la mitad del dinero y al día siguiente la web de pagos seguros ha desaparecido.
4. Estafar apelando a los sentimientos. Este timo era de lo más cruel. El timador buscaba en las esquelas y se dirigía a la casa de un recién fallecido. Llamaba al timbre y traía una Biblia de colección, carísima, que supuestamente había solicitado el fallecido semanas antes. Apenados y constatando el fervor religioso del ser querido desaparecido, sin dudar, pagaban religiosamente (nunca mejor dicho) la Biblia que el muerto nunca compró.
La versión digital del engaño mediante sentimientos se dirige a corazones rotos y no a familias destrozadas. El amor. Correos electrónico de mujer del este que busca hombre del oeste. Tras unas semanas de correspondencia, se produce el envío de dinero para el billete de avión. Ya puede el estafado esperar en el aeropuerto, ya.
La lista es enorme: datos personales para robar tarjetas de crédito, trabajos desde casa falsos, tráfico de direcciones de correo, etcétera.
Lo interesante es que los timos evolucionan pero se anclan en las mismas pulsiones: chollo, pena, amor o avanzar dinero para ganar una suma enorme que no existe.

13 de abril de 2016

El misterioso estafador que actúa de noche en Lleida

Joan Balcells. Así se hace llamar la persona que ha puesto en alerta a los leridanos, a la Policía Local y a los Mossos d’Esquadra. Se trata de un hombre de entre 35 y 45 años, bajito, con sobrepeso, rubio, con barba, que acostumbra a vestir con camisa y cazadora negras, tejanos y zapatos oscuros, y que se hace pasar por conocido de sus víctimas para acabar obteniendo algo de dinero de ellas.

La voz de alarma la dio Ferran Grau, periodista de 34 años, que el pasado sábado 26 de marzo por la noche tuvo la mala suerte de cruzarse con el supuesto Joan Balcells en una zona céntrica de Lleida. Su curioso encuentro lo relataría posteriormente a través de una carta publicada en El Segre y La Vanguardia.
Extracto de la carta que Ferran Grau publicó en La Vanguardia
Extracto de la carta que Ferran Grau publicó en La Vanguardia (LV)
Ferran caminaba de regreso a casa, hacia las 23.15 de la noche, cuando de repente oyó que alguien le llamaba por su nombre. Era el tal Joan Balcells, que parecía muy emocionado, a la vez que nervioso, de haberse encontrado con el joven periodista. Enseguida hizo el amago de abrazarle, a lo que Ferran respondió apartándose un poco de él. “¿Que no te acuerdas de mi?”, le espetó enseguida el presunto estafador. “Perdona, pero ahora mismo no te recuerdo”, le respondió Ferran, según relata él mismo a La Vanguardia. A partir de ahí empezó la perorata y la actuación del misterioso personaje.
Le explicó que habían sido compañeros de Primaria. Incluso le citó nombres de alumnos de clase de la época, información que Ferran no tiene publicada en ninguna red social. También le relató que se acordaba de su padre, que era profesor de la escuela en donde ambos supuestamente habían coincidido, el Col•legi Episcopal Mare de Déu de l’Acadèmia de Lleida. A pesar de los datos facilitados, el periodista seguía sin acordarse de su interlocutor, que en todo momento hablaba con gran emoción, rememorando supuestos tiempos pasados.
Pero en un momento concreto, la conversación experimentó un giro inesperado. El tal Balcells empezó a explicar que estaba desesperado, que su padre había estado ingresado en el Arnau de Vilanova (el hospital de Lleida) porque había sufrido un ictus hacía unos días, y que esa misma tarde lo habían trasladado al Vall d’Hebron. Añadió que en ese momento no llevaba ni el móvil ni dinero encima, que había dejado a su mujer al cuidado de sus gemelos en Torrefarrera (una población a 15 km de Lleida donde, supuestamente, residía) y que necesitaba 40 euros para coger un tren a Barcelona. “¿Me los puedes prestar?”, inquirió de sopetón.
Esta es la zona por donde se mueve el presunto estafador
Esta es la zona por donde se mueve el presunto estafador (Google Maps)
En un primer instante, Ferran se negó en redondo. “Le repetí que no me acordaba de él y que no podría prestarle el dinero”, relata. Pero el presunto estafador continuó apelando a los sentimientos del periodista, que finalmente cedió a la petición. Le dio dos billetes de 20 euros, “que era todo lo que llevaba encima”, rememora. Balcells le agradeció el gesto diciéndole, con los ojos empapados en lágrimas, que “había caído del cielo como un ángel”.
Tras obtener el pequeño botín, Balcells dio por finalizada la conversación no sin antes haberle dado un número de teléfono al periodista diciéndole que le llamara en unos días para que ambos se volvieran a ver y devolverle así el dinero. Fue precisamente en ese instante cuando Ferran empezó a darse cuenta de que seguramente estaba siendo objeto de un timo. Y es que el tal Balcells, en lugar de encaminarse hacia la estación, tomó la dirección contraria. Ferran decidió seguirle. Segundos después, el presunto estafador advirtió la presencia del periodista y retrocedió hacia él. “¿Sucede algo?”, le preguntó, a lo que Ferran contestó que esperaba que no le estuviera tomando el pelo porque la estación estaba hacia el otro lado. Balcells respondió rápidamente que se había equivocado, “que los nervios le habían jugado una mala pasada”. Y se despidieron.
Horas más tarde el periodista comprobaría, a través del archivo del colegio que tenía su padre en casa, que no había ningún Joan Balcells en su clase de Primaria, ni tampoco en cursos anteriores y posteriores. También se dio cuenta de que el número de móvil que le había facilitado el presunto estafador era falso. Esta redacción ha llamado a dicho número sin obtener respuesta, a pesar de que éste existe y da tono. A Ferran, más que el dinero perdido, le preocupa que el tal Balcells supiera tantos datos biográficos de él. “Sabía por dónde me muevo, y eso que voy poco por Lleida”, reflexiona. “Es increíble”, remata.
Otros afectados
Lo más curioso del caso es que gracias a la carta publicada en El Segre, dos personas se han puesto en contacto con Ferran argumentando que han vivido una experiencia similar. Es el caso de Jordi Giné, que tuvo la mala fortuna de convertirse en objetivo del misterioso personaje una semana antes de que Ferran se topara con él. El encuentro también tuvo lugar en el centro de Lleida, en la calle Torres de Sanui, a unos 100 metros de donde coincidirían siete días después el tal Balcells y el periodista, y también de noche. Y el modus operandi fue el mismo, incluso el presunto estafador vestía las mismas prendas.
A Jordi le dijo que era familiar de Josep Balcells, un hombre que en esos días estaba instalando el aire acondicionado en el local que este leridano acababa de alquilar. “Estaba muy emocionado, intentó abrazarme desde el primer momento”, explica Jordi a La Vanguardia. En un momento de la conversación, el presunto estafador relató la historia de su padre enfermo. “Me dijo que había tenido un ictus”. Incluso le explicó que le quedaban “pocas horas de vida”. A Jordi le impactó la historia del ictus ya que su padre había sufrido uno hacía poco tiempo. “Y él conocía el nombre de pila de mi padre. No paraba de decir qué gran persona que era, que lo quería mucho”. Al final el tal Balcells acabó pidiendo dinero a Jordi para coger un taxi a Barcelona, y éste le dio un billete de 20 euros. “Cuando llegué a casa, desperté a mi mujer y le dije que creía que me habían estafado 20 euros sin casi darme cuenta”, recuerda.
Más víctimas
La Vanguardia ha tenido conocimiento de una tercera persona que también ha padecido las habilidades persuasivas del falso Joan Balcells. Fue en el mismo mes de marzo, en el centro de Lleida y de noche. Y todo parece indicar que ni esta última persona, ni Ferran, ni Jordi han sido las únicas víctimas del presunto estafador. Los Mossos d’Esquadra de Lleida han confirmado a esta redacción que tienen registradas hasta media docena de denuncias de personas que dicen haber sufrido una experiencia similar con el mismo individuo. Incluso este tipo de estafa tiene nombre: la estafa del falso amigo.
Los Mossos explican que “esta estafa la llevan a cabo personas muy hábiles y especializadas, individuos que hablando pueden extraer información de una persona sin que ésta sea consciente de haberla dado”. Añaden que el modus operandi siempre es el mismo: abordan a las víctimas en la calle, establecen conversación y consiguen el dinero. La policía relata que normalmente piden poco dinero para que la víctima no denuncie y poder así seguir estafando sin que las autoridades tengan constancia.
Ferran y Jordi no saben si denunciarán. “Tampoco sé si es un hecho denunciable”, arguye el segundo. “No fue violento conmigo, y le di el dinero de manera voluntaria. Me lo creí todo”, añade. Según ha podido saber este diario, la policía estaría sobre la pista del presunto estafador. Quizás en breve sepamos quién se esconde tras la identidad falsa de Joan Balcells.

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