La tasa de desempleo cada vez es más preocupante. El número de parados subió en 132.055 en el mes de enero, lo que supone que en España existen ya casi seis millones de desempleados. La desesperación por encontrar un empleo lleva a muchas personas a caer en las redes de empresas que tienden una trampa y se aprovechan de la necesidad de la gente por trabajar y conseguir un sueldo para llevarse algo a la boca cada día. Son empresas que proponen ofertas difíciles de rechazar que, a priori, suponen unos sueldos y unas condiciones casi increíbles.
Muchas empresas se aprovechan de la necesidad de la gente por trabajar
Muchas de estas empresas utilizan los portales de internet de búsqueda de empleo para captar a futuros trabajadores. Los usuarios se inscriben en una oferta que aporta pocos detalles y al poco tiempo reciben una llamada para acudir a una entrevista. Las características de todas estas empresas son muy parecidas: se sitúan en un piso en un lugar céntrico de una ciudad como Madrid, donde ni siquiera aparece el nombre de la compañía ni una marca corporativa y donde la escasez de mobiliario salta a la vista (apenas una mesa con un ordenador y unas sillas). Además, un detalle importante es el cambio de nombre y de domicilio en un tiempo récord. Una música a todo volumen inunda la sala mientras la persona que ha picado el anzuelo espera a su entrevistador. Todo son buenas palabras y promesas: sueldo fijo, comisiones, subir de nivel según las ventas realizadas en poco tiempo, horario asequible, contrato indefinido... Pero la realidad es bastante diferente.
 
Sueldo que depende de comisiones

Existen entidades que obligan a los trabajadores a tener un contrato mercantil y darse de alta como autónomos para trabajar de comerciales. El peligro viene cuando el sueldo depende de las ventas que se hagan.

La situación de María López (por miedo a represalias prefiere no desvelar su nombre real, debido a que ahora sigue trabajando en una de estas empresas por necesidad) es como la de la mayoría de españoles en este momento: es una chica de 23 años, con estudios, que vive con su madre que se encuentra en paro.

"Me inscribí en una oferta de empleo en internet y me llamaron para ir a una entrevista en el centro de Madrid. Era un piso donde sólo había un cartel que ponía 'procesos selectivos'. Se interesaron poco por mi currículum y me dijeron que había pasado la primera fase del proceso, que fuera al día siguiente a la segunda fase. Me dieron a elegir el tipo de contrato que quería: tener un sueldo fijo, que era una miseria, sin tener en cuenta las comisiones, o un sueldo con comisiones, pero si no las alcanzaba, no cobraba", cuenta María. Esta chica acudió al día siguiente a su cita para la segunda fase del proceso y se encontró con algo de lo que nadie la había informado: "Cuando llegué, me dijeron que me iba a Zarzaquemada con un comercial que me enseñaría a hacer el trabajo. Estuve con él durante ocho horas yendo casa por casa para ofrecer un cambio en la compañía del gas para bajar el consumo. El chico que me enseñaba era de mi edad y me hicieron hasta un examen". Después de todo el día trabajando gratis, le dijeron que había pasado la segunda fase de la entrevista, pero María decidió rechazar el trabajo.
"Ellos se llevan un porcentaje de las ventas, pero nunca pierden; el que pierdes eres tú"
Alejandro Sánchez, 35 años, casado y con un hijo. La necesidad le ha llevado a enfrentarse a entrevistas de trabajo en las que se ha sentido engañado: "Me llamaron y, después de darme la enhorabuena por haber sido seleccionado, me prometieron que me iba a convertir en un gran empresario, que iba a ser el director de una nueva sede que iban a abrir y que iba a ganar grandes cantidades de dinero. El trabajo consistía en vender a 'puerta fría' recorriéndome todo Madrid. No había sueldo fijo, sólo cobraba si vendía. Ellos se llevan un porcentaje de las ventas, pero nunca pierden. El que pierdes eres tú: dinero en transporte y comida y, sobre todo, tiempo", cuenta Alejandro.

¿Empleo o prácticas?

Las circunstancias actuales en las que se encuentra María López le han obligado a aceptar unas condiciones de trabajo en una empresa que lleva a cabo unas prácticas un tanto inciertas. Bajo la máscara de 'empleo' se esconden 'cursos de formación para trabajar en hoteles de entre 400 y 1.000 euros'. María trabaja de telefonista, concertando citas entre los 'futuros trabajadores' y dos asesores ficticios: "Mi trabajo consiste en llamar a gente que se inscribe en páginas de internet donde se ofrece trabajo en hoteles. Yo tengo que hacerles creer que es empleo, cuando en realidad se trata de cursos de formación. Les citamos y, si el asesor que les atiende es bueno, pican el anzuelo y hacen la matrícula del curso".

Como en muchas de estas empresas, se aprovechan de las necesidades de la gente para ofrecerles un contrato 'de prácticas' un tanto engañoso: "Cuando fui a la entrevista me dijeron que podía optar a un contrato de 700 euros sin darme de alta en la seguridad social o a otro en el que cobraba 260 euros por trabajar seis horas, pero cotizaba dos y podía subir de nivel según las llamadas que hiciera", explica María. Ahora ha subido de categoría y recibe al mes 300 euros en mano, pero sabe que cuando llegue a la categoría más alta, será despedida: "Me dijeron que estaba en periodo de pruebas durante un año. Cuando llegue a cobrar 600 euros sé que no me van a hacer fija, me van a echar porque es lo que está pasando".
"Tengo que hacerles creer que es empleo, cuando en realidad se trata de cursos de formación"
Esta joven cuenta que actualmente la empresa se aloja en un piso céntrico de Madrid, pero se va a cambiar de domicilio "para lavar la imagen y que no parezca la misma empresa", asegura. Además, durante los cuatro meses que lleva trabajando, han cambiado tres veces de coordinador y despiden a gente casi a diario. "Antes existía la misma empresa con diferente nombre, pero se declaró en quiebra técnica y debe mucho dinero a los profesores que daban los cursos y a los alumnos que los habían pagado y nunca llegaron a darlos", afirma María.

Alejandro Sánchez también trabajó en un negocio de telemarketing con contrato de prácticas. Este joven explica que estas empresas elegían a un grupo numeroso de aspirantes para hacer un curso de formación, de los que se quedaban algunos que empezaban a trabajar en periodo de prácticas no remuneradas. Pasados unos días, les despedían, de forma que habían trabajado gratis durante un tiempo, y seleccionaban a gente nueva. "Si vendes durante el periodo de prácticas, los beneficios se los queda la empresa, tú no ganas nada. Pero piensas que aunque no ganes nada, si lo haces bien, al menos vas a seguir trabajando", afirma. Alejandro estuvo en la empresa un mes y después fue despedido.

El peligro de los negocios piramidales

Dinero fácil y rápido es lo que prometen los negocios piramidales. El funcionamiento de este tipo de empresas consiste en captar a nuevos trabajadores que ofrezcan beneficios a los empleados iniciales, algo que se considera como una estafa. Alejandro Sánchez cuenta su experiencia: "Un conocido me dijo que ofrecían trabajo como vendedor de jabones. Me citaron en un hotel donde había unas 200 personas y un speaker nos explicaba en qué consistía: "Nos obligaban a gastarnos mínimo 900 euros en jabón para después venderlo. Ellos se llevaban un porcentaje de las ventas, pero si no conseguíamos venderlo, perdíamos todo lo que habíamos invertido en comprar el producto".
"Mi labor es engañar a la gente, pero lo hago porque necesito el trabajo"
En otra ocasión le captó una empresa para vender seguros de vida: "En la entrevista me dijeron que iba a ser coordinador de equipos y tenía que captar a gente para que trabajaran conmigo. En realidad, todos desempeñábamos el mismo trabajo sin ningún incentivo, sólo comisiones".

Como estos dos jóvenes, en España cada vez más personas caen en abusos y engaños por desesperación y necesidad. Ambos coinciden en que el ahogo económico en el que se encuentran sus familias les ha obligado a aceptar condiciones de trabajo extremas: "Mi labor es engañar a la gente, pero lo hago porque necesito el trabajo", sentencia María López.